Una conversación radial en Patologías Culturales: 9/5/2020
SPIEGEL: Sin embargo, se le podría objetar de manera completamente ingenua: pero, ¿qué es lo que está aquí dominado? Todo funciona. Cada vez se construyen más centrales eléctricas. Cada vez se producirá con mayor destreza. En la parte del mundo altamente tecnificado los hombres están bien atendidos. Vivimos en un estado de bienestar.
¿Qué falta en realidad?
¿Qué falta en realidad?
HEIDEGGER: Todo funciona. Esto es precisamente lo inhóspito, que todo funciona y que el funcionamiento lleva siempre a más funcionamiento y que la técnica arranca al hombre de la tierra cada vez más y lo desarraiga. No sé si Vd. estaba espantado, pero yo desde luego lo estaba cuando vi las fotos de la Tierra desde la Luna. No necesitamos bombas atómicas, el desarraigo del hombre es un hecho. Sólo nos quedan puras relaciones técnicas.
Donde el hombre vive ya no es la Tierra.
Donde el hombre vive ya no es la Tierra.
En las tardes radiales de los sábados seguimos conversando con Maxi Diomedi sobre arte y verdad, cruzando algunas lecturas, pensamientos y preguntas que nos insisten. Ya es una costumbre para nosotros ponernos en el aire a hablar desde estas perspectivas filosóficas de nuestras propias experiencias.
Desde hace tiempo venimos siguiendo algunas huellas: Van Gogh, Artaud, Heidegger. En realidad estamos pensando en nosotros. La sospecha es que desde hace años, desde antes que naciéramos, la civilización se está moviendo en un círculo de funcionamiento y terror, círculo cuyo centro desconocemos.
Van Gogh aparece en nuestra conversación a partir de unos zapatos que él pintó, de unos cuervos sobre un campo de trigo que él pintó, a partir de lo que Artaud o Heidegger tuvieron para decir sobre lo que él pintó. Van Gogh se recorta en la época del maquinismo, junto con otros locos malditos que andaban deambulando por Europa, enloquecidos casi al mismo tiempo, sin saber uno de los otros, en la época en la que Europa se propuso que las máquinas hicieran que todo funcione: el farol de la locomotra del progreso avanzaba en la noche abriendo la oscuridad y las chimeneas lanzaban un humo negro y espeso que era pura promesa de progreso. La pintura de Van Gogh, la poesía de Baudelaire o Rimbaud, la filosofía de Nietzsche no lograban funcionar.
El siglo xx los aceptó a su manera cuando ya no estaban, pero habían dejado obra. El siglo xx fue un intento serio de funcionamiento total. Pero junto con eso, también se manifestó el terror, no como agujero en la malla apretada del funcionamiento, sino como su complemento necesario: cuanto más apretada la malla del funcionamiento, más terror. Van Gogh, Nietzsche, después Artaud, no estaban locos: presentían esa relación íntima .
Estamos hablando de nosotros, ahora. De este impasse en el funcionamiento en medio de la pandemia: con necesidad de mirar hacia atrás todavía, de no predecir todavía nada. ¿Cómo llegamos hasta acá?
La conversación va por senderos que cuesta escribir, que la escritura no logra captar. Mejor escuchen.