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Larreta: el aliado mortífero

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Los límites del sanitarismo amarillo


Larreta es un aliado mortífero. El dirigente macrista que sobrevivió a la debacle electoral de octubre cuando por primera vez en la historia de la región un presidente con aspiraciones a la reelección fue descartado en primera vuelta. Larreta fue el gestor del gobierno de CABA ya desde que macri asumió el cargo en 2007, y lo fue en plenitud desde 2015, cuando su jefe ganó la presidencia. Larrata sobrevivió al fracaso electoral cambiemita de 2019. Es un político a la medida del porteño medio. Medio crápula.

Alberto tuvo un gran acierto al incluir a Larreta en la escena de la declaración de la cuarentena en marzo. Servía a los efectos de traspasar los límites bastante rígidos del electorado peronista y kirchnerista y así logró ganarse el apoyo de una parte del electorado cambiemita. Esto explica por qué Alberto ganó las elecciones con 48% y hoy las encuestas le atribuyen una popularidad que supera el 80%. La habilidad y rapidez de su gestión de la pandemia le permitió duplicar abruptamente el nivel de apoyo que tenía cuando ganó. Si el voto kirchnerista explica en gran parte el resultado de octubre, los actuales niveles de aprobación de sul gobierno los duplicó Alberto. La primera foto con Larreta y Kicillof condensa su propósito de perforar el límite en el que estaba confinado el electorado propio. El límite de ese cálculo político son las muertes pobres.


Alberto volvió a incluir a Larreta en la foto del viernes pasado, cuando anunció el cambio de fase del aislamiento en todo el país, excepto en CABA y la provincia de Buenos Aires, donde la cuarentena permanece en la misma fase con flexibilizaciones acotadas. Justo esa noche el número de casos positivos en CABA pegó un salto dramático. En los días que siguieron desde el sábado hasta hoy los casos positivos en CABA aumentaron en forma exponencial, recortándose peligrosamente del resto del país. Buenos Aires puede convertirse en la Nueva York pandémica del Sur si estos números de contagios siguen subiendo así en los próximos días. Las propias autoridades sanitarias de la ciudad dicen que el número seguirá aumentando hasta junio. ¿Al mismo ritmo? Si así fuera, la ciudad larretista se transformará en uno de los focos más peligrosos de la región.


¿Esto se explicaría por las características demográficas de la ciudad? No: en el resto de las provincias, la curva de contagios había sido pareja antes de la cuarentena y CABA era un distrito más en esa curva. Solo en los últimos días CABA se despegó para mal. Hace varias semanas La Garganta Poderosa venía denunciando un corte de agua en la villa 31 de Retiro. Las denuncias no hicieron que se activara un protocolo especial para una zona demográfica de la ciudad en la que el #QuedateEn Casa no tiene sentido. Sobre todo cuando la campaña sanitaria recalca que la mejor barrera biológica que existe contra el CoVid19 es el lavado continuo de las manos. El gobierno de Larreta se lavó las manos acerca del corte de agua en la 31. La diferencia de tratamiento que reciben sus habitantes con los primeros turistas que trajeron el virus de Europa y fueron alojados en hoteles de cuatro estrellas es ofensiva. Esto tiene un solo nombre: clasismo burgués. Fuera del aislamiento social y el lavado de manos, falta un enfoque específico de la pandemia para los barrios donde se vive en estado de hacinamiento. Hasta el propio Alberto dedicó demasiado tiempo en sus declaraciones para hablar sobre los runners y los nenes de clase media que hacen dibujos en sus deptos. de clase media porque están aburridos y bastante poco tiempo acerca de los peligros a los que están expuestos los habitantes de las villas en los que el aislamiento no es posible. Lo que podríamos llamar un sanitarismo blanco: con sesgo de clase, útil para conquistar apoyos extraperonistas, peligroso para gestionar la pandemia.

La increíble protección mediática de Larreta: 
la tele desglosa los casos positivos mezclando barrios con provincias

Esta tarde todavía hay zonas de la villa 31 que no tienen agua, mientras hay provincias en las que hace semanas no se registran nuevos casos. Esperamos con angustia las cifras de casos positivos de esta noche en CABA: 316 nuevos casos y 8 muertes, 175, más de la mitad, son de CABA. El crecimiento es exponencial justo en la 31. No hay otra explicación más sencilla que la mala gestión de la pandemia del gobierno de Larreta. Pero si la curva se vuelve exponencial en CABA, considerando la asombrosa protección mediática de la que goza Larreta, Alberto será señalado como el principal responsable del fracaso. Hasta por cuestiones pragmáticas, si es que el sanitarismo blanco no enfoca bien el problema, Fernández tendría que tomar el caso de las villas porteñas como un asunto suyo.

Yo, que soy un boludo que no me especializo en nada, el 1 de mayo escribí en el blog algo que ahora se traduce en casos positivos: "No importa que el gobierno de Larreta deje por semanas sin agua a las villas mientras en la tele las campañas publicitarias machacan todo el tiempo con la necesidad de lavarse las manos. Fuera de los barrios pobres, las clases medias se lavan siempre las manos. El balcón es el escenario preferido por la televisión. Esa grieta no se cierra nunca. .... El #QuedateEnCasa no le habla a la villa, al geriátrico ni a la celda. … ¿ Nadie pensó en las villas? ¿Nadie pensó en los geriátricos? ¿Nadie pensó en las cárceles? La derecha sí: pensó que esa zona débil de la trama social era su oportunidad para corroer el liderazgo político que estaba tomando un vuelo propio inconveniente: vio ahí la hendija para inyectar sus fobias más tóxicas.". No es ninguna genialidad lo que escribí pero 12 días después estamos contando los casos que se estaban contagiando ese día. ¿Nadie lo vio?

Cierto: las cifras de contagios y muertes, tanto como de camas de terapia intensiva ocupadas es en Argentina –todavía- bajo. El problema es el sesgo clasista de esta evaluación. Esto dice algo más que el conteo aritmético de camas: no solo cuantos van a morir sino quienes van a morir. Lo que está pasando –y el propio gobierno de Larreta nos anuncia que va a empeorar- es previsible. ¿Desde qué racionalidad se puede explicar que un barrio de miles de personas no se iría a contagiar, no solo por su hacinamiento estructural, sino por un corte de agua totalmente evitable? ¿La ciudad hubiera tolerado un corte de agua de dos semanas en Palermo o Caballito? No se trata de asuntos estrictamente epidemiólogos, sino decisiones políticas. Si el crecimiento sigue a este ritmo ¿alguien puede asegurar que el sistema metropolitano no colapse? Y si CABA sigue engrosando el grueso de casos positivos del país, ¿hasta qué punto la explosión no va a permear hacia el conurbano? ¿Hay alguna investigación en curso sobre la responsabilidad por el corte de agua en la 31? ¿No hay ahí responsabilidades dolosas? ¿Acaso se calculó que hay un número de muertes admisibles entre los villeros más alto que en las clases medias?

“Todavía no hay un protocolo para los casos de contacto estrecho en la 31”, sostiene el periodista Pablo Caruso y agrega: “a las mascotas que tienen en su casa no las tratan como tratan a los vecinos de la 31”.

Un amigo me comenta: “Larreta te hace una senda peatonal en Corrientes y los porteños piensan que de esa forma está gestionando la pandemia. Sería un error fatal que el gobierno nacional no atienda este problema y lo deje en manos de CABA. Ya nos pasó con el subte, con la policía y con todos los problemas graves de la ciudad, de los que el gobierno nacional en su momento no se hizo cargo.

Alberto debe asumir los problemas de CABA como propios, porque, si llega a colapsar el servicio sanitario metropolitano, la catástrofe le va a explotar en sus manos. Si CABA explota como Nueva York, no se va a salvar la República Argentina. Va a ser la masacre de todos. Los márgenes políticos son estrechos: si Alberto no acierta en la emergencia sanitaria, el bolsonarismo argentino espera agazapado.


Una amiga médica me cuenta: “A esa paciente la tuvimos internada en nuestra UTI. Vivía con sus padrxs ya grandes los dos. La madre se murió, contagiada por Covid19...


Hoy a la tarde nos llega un comunicado de La Garganta Poderosa:

ACABAN DE INTUBAR A RAMONA

¿Y ahora? Y ahora Ramona tiene coronavirus, sí, la misma Ramona que salió en todos los informes denunciando el sometimiento a las condiciones infrahumanas que padecía en la Villa 31.

Ella, insulino-dependiente, quien tiene una hija diabética, un suegro con problemas coronarios y una hija en silla de ruedas que requiere oxígeno, porque tiene síndrome de West y síndrome de Aicardi, una patología que le genera convulsiones refractarias no evolutivas.
O sea, 100% dependiente, ¿entienden? Estuvieron 55 días aisladas en esa misma casa, que hoy tampoco tiene agua y ya ni siquiera tiene a Ramona.
"Otro positivo", las pelotas.
"Otro positivo", cuando cuentan numeritos.
"Otro positivo", en otro mar de lágrimas y gritos.
¿Qué nos quieren explicar? ¿Qué más debiéramos callar? ¿Cuántos compañeros con respiradores vamos a esperar? Ahí, en la misma vivienda del sector Bajo Autopista, Ramona pasó 12 días pidiendo auxilio, sin agua, rogando que por favor materializaran su traslado.
Lo imploró, gritó, lloró, un día en Telefé, otro día en la TV Pública, todos los días en La Garganta, pero ni así logró arrancarle al periodismo esa mordaza que presentan como barbijo, para no romper lanzas con Rodríguez Larreta, ni hacerse cargo de sus propias estadísticas.
"Ya se normalizó la situación", se cansaron de afirmar, mientras Ramona suplicaba un hilito de agua frente a sus canillas, contemplando los traslados en tandas de todos sus vecinos al hospital, entre cotidianos cortes de luz.
Nada de todo eso alcanzó, ni para blanquear la realidad, ni para que lanzaran el dispositivo Detectar en todas las villas, ni para que Ciudad dejara de manipular los datos... ¡Y la lista sigue!
Ni para que Nación dotara con un mínimo termómetro a nuestras propias postas de Salud, ni para que aceleraran los datos de las barriadas del conurbano, ni para que relocalizaran a una familia con todos esos grupos de riesgo hacinados en un par de metros cuadrados.
Y no, no se trata de la densidad, ni de la contagiosidad, ni de la irresponsabilidad de la sociedad: simplemente se trata de la desigualdad, que ya nunca volverán a presentar como "normalidad".
Porque la gestión porteña tiene a su cargo la situación habitacional desde 2016, postergando su relocalización de manera crónica y silenciosa, tan silenciosa como resulta su propia internación todavía. Pero claro, Señor @horaciorlarreta , "usted no habla de politiquería".
Ramona dejó su vivienda gritando y pidiendo ayuda a cualquier diario, funcionario, a cualquier argentina, a cualquier vecino, a cualquier Dios...
Ahora seremos miles, hasta que los aturda el eco de su voz”.

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