El periodista ultraclarinista Gabriel Levinas le reprocha a Víctor Hugo formar parte de una guerra binaria. Le echa en cara Insfrán.
"Te has prestado -acusa Levinas a Víctor Hugo- a formar parte de esta guerra binaria, que no comprendo, no comparto, que me parece absurda, pero que al mismo tiempo no puedo eludir: basta prender la tele, entrar en twitter o leer los diarios".
Alineado con Lanata, Levinas critica que otros se alíneen en el lado contrario.
Hace poco Levinas ultra-alineado con Clarín, se horrorizaba de que los presos accedan a talleres culturales en la cárcel.
El ex editor del El Porteño y Cerdos & Peces deploraba que ahora los abogados penalistas no pudieran asustar a los presos con la amenaza de ir a la cárcel.
Desde un punto de partida pseudoprogresista, Levinas se alineó en la claque de Lanata en el recordado show "Queremos preguntar". Cuarta fila. Haciendo bulto nomás.
Corriéndose imperceptiblemente a la derecha, precedido por Aguinis, Kirchsbaum y Morales Solá, Levinas terminó asumiedo el discurso fascista que deplora el garantismo.
Uno que lo conoce de la época de El Porteño dice que es por guita.
Que solo por guita @GabyLevinas se pasó a la derecha.
Ahora, desde la trinchera derechista a la que se arrastró por su antikirchnerismo @GabyLevinas pretende dar lecciones de ética a sus colegas. Le critica a Víctor Hugo que caiga en binarismos.
Yo no sé si @GabyLevinas se vuelve claque de Lanata por plata o si es por resentimiento generacional.
Quizá la aparición del kirchnerismo le escupió el asado a una generación que se formateó para la facilidad del antimenemismo.
Formados para un progresismo nominal que no se viera desafiado a hacerse cargo del poder nunca. A seguir igual siempre.
Pero el kirchnerismo instaló la posibilidad de asumir el riesgo del poder, de rasgar la realidad con medidas concretas y no con ironías. Y los hijos del alfonsinismo fueron capados por la postdictadura.
El horizonte de su utopía era ser irónicos por siempre. De esa ironía perpetua no hacía falta moverse. Solo ir buscando ejemplos del sintagma "son todos chorros". Lanata y Levinas fueron eso.
Podían ganar dinero y prestigio, ser almas bellas buscando ejemplos para "son todos chorros". La historia se había terminado, según Fukuyama.
Ya no sería necesario hablar o pensar de política, es decir, de asumir la responsabilidad del poder. En adelante, muerta la política, se acabaría la rabia.
Volvió la rabia.
Una vida declinante siempre odia que le recuerden que la vida seguirá.
Esa puede ser la marca que arde en el corazón de los Lanatas y Levinas.
Quizá no sea entonces por guita que Levinas y otros así se fueron corriendo más y más a la derecha, sino por ese trauma vital de la declinación.