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Hitler, nosotros

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por Oscar Cuervo

Hoy en la ciudad de Buenos Aires (ciudad de mierda) tenemos una oportunidad inusual: la de empezar a ver (o volver a ver) una de esas películas que expandieron el concepto de lo que se entendía por cine hasta el momento en que aparecieron. Uno dice "cine" y, sin pensarlo demasiado, maneja una noción sostenida en la costumbre: narración, actores, tema, una cierta duración (de una hora y media a dos horas y media), una dosis calculada de repeticiones y variaciones para no abrumar ni aburrir ni desconcertar. Y un propósito discreto, más o menos cercanamente regido por la función de entretenimiento (uno no diría que la Fenomenología del Espíritu es aburrida, pero está bastante permitido desdeñar una película diciendo que es aburrida o elogiarla diciendo que es divertida).

A través de sus casi 120 años el cine se permitió solo en contadas (y agradecidas) ocasiones cuestionar esta noción naturalizada. Para que fueran posibles estas películas -para que el cine fuera una experiencia más aventurera y más incierta- hubo cineastas que en algún momento fueron presas de desmesura, osadía, arrogancia inclusive para declarar que el cine no estaba todavía perfectamente inventado, que aún le faltaba algo. Sunrise de Murnau, Freaks de Tod Browning, Citizen Kane de Welles, Un condenado a muerte se escapa de Bresson, Saló de Pasolini, Histoire(s) du cinema de Godard, Spiritual Voices de Sokurov, Sátántangó de Tarr, Ruta 181 de Sivan o Autohystoria de Raya Martin son obras de una voluntad de exceso -de diversas formas de exceso-, yendo más lejos de lo que hasta ese momento otros se habían permitido.

Hitler, ein Film aus Deutschland, (una película desde Alemania) de Hans Jürgen Syberberg es una de esas. 437 minutos divididos en cuatro partes, ruinas monumentales, cuentos de duendes, monólogos exhaustivos, marionetas, artificio explícito, tratado de filosofía, farsa, pesadilla, música de Wagner, Mahler, Beethoven, Mozart, Haydn, afán polémico. Cine político en gran forma, política de la forma, voluntad de estilo y decisionismo. Lo inusual del Hitler de Syberberg no pasa por Hitler, ese objeto tan transitado por el cine desde el fin de la segunda guerra, objeto que en Occidente se transformó en ícono del mal que nos exime de pensar el mal en nosotros, nuestra banalidad a la hora de poner el mal en imágenes.  Syberberg derriba los íconos erigidos y propone formas de darse su propio objeto, que es, a través de Hitler, Occidente, la historia, nosotros. Una película que conviene revisar en cada década para ver en qué andamos, todavía.

Hoy la dan.

A las 20,30 hs., primera parte: El Grial, (96 min.). Intervalo de 15 min. Y después, la segunda parte: Un sueño alemán, (102 min.).

Y el viernes 28 de septiembre a las 20,30 hs., tercera y cuarta partes: El fin de un cuento de invierno (97 min.) y Nosotros, hijos del Averno, evocamos la época del Grial, (105 min.).

Presentación y comentarios teóricos: Ricardo Parodi. Bono contribución $25.-. En Bonpland 1684, Timbre 1 (Casi esquina Honduras, Palermo). Tel.: 4773- 7820 / 15 6 705 9884 / E-mail: centrodeteoriaimagen02@gmail.com

Una ráfaga de los años 90, como un rapto arqueológico: en 1999, hace 13 años, tuvimos nuestro momento "Hitler de Syberberg" en la recordada (poco) revista PARTE DE GUERRA. Muy noventista todo, pero a punto de terminar. Acá dejo los fascímiles de aquellas páginas en las que entrevistamos al mismo Ricardo Parodi que hoy presenta la película y tratamos de trasmitir nuestro entusiasmo:


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