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Leonardo Favio: artistas y política

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Dos textos que escribí en su momento a partir de gestos políticos de nuestro gran Leonardo

VIERNES, 7 DE NOVIEMBRE DE 2008



"Uno la ve tan frágil, tan bonita, y parece mentira que tenga esa fortaleza de titán para enfrentar estos vendavales de mediocres, mezquinos y angurrientos que tanto pululan. Claro que ella camina confiada, porque la custodia el amor hacia la gente, que es el arma más poderosa que puede tener el ser humano. Yo le agradezco a Dios que me haya permitido ver esta etapa de mi país, que nunca pensé en llegar a ver. Porque yo conocí la etapa de la primavera, cuando brotaron todas estas cosas que parecía imposible que se repitieran. Además, ella va muy confiada al frente, porque sabe que va rodeada de los humildes, de los que no hacen barullo, pero sí tienen una capacidad muy grande de amar y de mantener en su memoria a aquellos que nos traicionan. Yo estoy feliz, feliz, feliz, como cuando andaba de pequeño en mi pueblo, desnudo corriendo en el río con mis amigos, feliz como en esa etapa".


Leonardo Favio, el más grande, sin dudas. El dijo esto ayer, en la ceremonia de apertura del festival de cine de Mar del Plata. Y eso bastó para desatar la ira desorbitada de algunos que no quisieran ver el espacio cool de la cinefilia manchado por la emoción peronista. Un espósito no pudo tolerar tanto peronismo y se quedó masticando bronca y, mientras veía la película de apertura, no podía dejar de pensar en los aborrecidos. "Mientras unos pocos pero felices gustamos de esta obra maestra, los demás estarán en el Provincial comiendo y bailando" macullaba mientras se revolvía en su butaca.

Un reputado turista de tiempo completo enfureció: "Todos sabemos que Favio es peronista y un amigo del gobierno, pero no era necesario que nos lo recordara en esa circunstancia y de un modo particularmente ofensivo para los que no piensan como él. Ni su filmografía ni su enfermedad son excusas para ese comportamiento de artista al servicio del Estado".

Notables palabras, que pintan de cuerpo entero no sólo al turista y al espósito, sino al conjunto de la situación, de las tensiones de nuestra sociedad, de un ámbito cooltural que no tolera este tipo de impurezas con las que un tipo como Favio ha construido su inmensa obra. Favio es un cantor y un director de cine, Cristina es la presidenta de la nación argentina. Algunos preferirían que Argentina fuera Austria o Chile, que Favio no fuera tan peronista, o ellos no haber tenido que convivir con todo esto. Favio podría haber sido Haneke o Raúl Ruiz, pero es Leonardo Favio. Así son las cosas, te la vas a tener que bancar por algún tiempo aún, quevachaché.

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MARTES, 7 DE JULIO DE 2009


Hay una acepción de la palabra "autoridad" que no se debería perder: la que viene de la familia de palabras de "autor", "autorizar", "auge", cuya raíz etimológica alude a todo lo que te hace crecer. Una autoridad es alguien que te permite crecer. En ese sentido son autoridades los grandes artistas, los autores. Un tipo cuya palabra te abre el mundo, te abre el corazón y, por qué no, te abre el culo.

En Argentina hay pocos pero buenos (en todas partes, naturalmente, hay pocas autoridades). Y, entre aquellos con los que tenemos la suerte de convivir y respirar el aire de la misma ciudad, hay uno que es número uno, el primero de todos. El tipo cuyo talento, fragilidad, potencia, claroscuros y genialidad artística ilumina la época. El tipo que canta Fuiste mía un verano, el que filmó El romance del Aniceto y la Francisca. Leonardo Favio.


Favio, con sus setenta y pico y ya bastante maltrecho, no ha cesado durante estos últimos años de producir gestos luminosos, amorosos. Su película Aniceto es uno de ellos. No ha tenido recepción fácil, porque la cosa está complicada para el buen cine y casi ninguna buena película tuvo recepción fácil en los últimos tiempos. Pero eso no importa, porque las películas quedan y alguien va a nutrirse de ellas dentro de años y años, cuando ninguno de nosotros ya esté aquí, así como seguimos viendo L'argent de Robert Bresson, que tampoco tuvo rececpción fácil cuando se estrenó, y ahí la ves.


Favio le dedicó Aniceto a tres personas: al gallego Héctor Ricardo García, al perro Verbitsky y a Felipe Solá. Son esos gestos de amor en los que Leonardo abarca en sus brazos generosos mundos diversos, heterogéneos, contradictorios, impuros e incómodos. Por supuesto que me llamó muchísimo la atención el año pasado cuando al final de Aniceto vi esa dedicatoria. Y pensé: Favio no deja un sólo segundo de sus películas sin aprovechar para mandar mensajes poderosos. Quienquiera oir que oiga. Y si no te gusta, te podés matar.


Bueno, todos sabemos qué anduvo haciendo Felipe en los últimos meses, la gente con la que se juntó, las cosas que dijo, el barco al que se subió. Y más de una vez me pregunté qué estaría pensando Leonardo por haberle dedicado una de sus mas preciadas criaturas a este tipo.


La semana pasada, dada la cantidad de flancos que dejó expuestos el kirchnerismo para ser aprovechados por la derecha, y dada también la importante densidad poblacional de hijos de puta por kilómetro cuadrado que habita la Argentina, el Pro de Maurizio, el colombiano, la tontuela de Michetti y Felipe se anotó una gran victoria política, inmediatamente celebrada en los antros más infectos de la nación. Y hablando de antros infectos, la mesa de Mirtha Legrand debe ser el más emputecido, infectado y venenoso de todos ellos, y su anfitriona se ganó, a lo largo de muchos años de tertulias con genocidas, chupacirios, alcahuetes, ortibas y buchones, el merecido mote de vieja de mierda.


Así que la vieja de mierda invitó al cuarteto de ganadores-Pro. Y en un momento, la gorilona se burló de la preocupación de la presidenta de la nación por el golpe de estado en Honduras. Y sus anfitriones, el cuarteto imperial, acompañaron con risas cínicas sus tristes sarcasmos o simplemente guardaron silencio.


Cualquiera que no fuera irremediablemente un mal nacido le habría parado el carro a la soreta. Le habría dicho, amablemente: no señora Mirtha, no se tome a la chacota lo de este golpe de estado en Honduras, ¿ya se le olvidó que Argentina vivió los años más negros de su historia bajo regímenes militares asesinos y predadores? Le habría dicho, aun con suma corrección: no mujer, está bien que usted apoyó a todos los golpes militares y que usufructuó de ellos, pero ya está bastante grande y puede empezar a redimirse de tanta abyección, abuelita. Pero Maurizio, Francisco, Gabriela y Felipe no dijeron nada, se la dejaron pasar, quizá porque también a ellos les importa un pito el golpe de estado en Honduras, o porque incluso lo apoyan. O quizá simplemente por oportunismo, porque no les conviene malquistarse con la hez.

Y ahí entra en acción Leonardo Favio. Probablemente él haya estado presenciando el mismo programa, quizá estaba prestando atención al comportamiento de ese hombre al que él le había dedicado, nada menos, su última obra. Y Felipe calló.


Y Felipe cayó.


Quedó bien con Mirtha y con los cretinos que la siguen. Pero fue expulsado del cine de Favio. Menuda sanción. Favio ordenó inmediatamente borrar el nombre de Felipe de todas las copias fílmicas, de todas las copias en video y dvd; incluso borrar de los negativos (todo aquel que se dedique al cine sabe de la sacralidad del negativo fílmico de una película) el nombre de Felipe Solá. Solá no hizo nada, o casi nada, apenas callar ante la canallada de Legrand. Y Leonardo hizo un gesto de autoridad severo y escueto, destinado no a la coyuntura sino a la posteridad de que gozan las obras de arte : lo borró de su cine, para siempre.


Y Solá se quedó un poco más preso de la ocasión. Y un tanto más solo.


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