Madrugando al mediodía: ya no está Lucas Carrasco en el aire de FM Nacional Rock, o Nacional B como la llama Carrasco: la mezquindad de la burocracia comunicacional lo hizo. Nació Mal Rock.
Hay mucha mediocridad en los puestos dirigenciales de todos los medios, también en los oficiales, obvio.
Pero tienen que ser muy boludos para contratar a Lucas Carrasco y no saber quién es y cuál es su valor.
Lucas es uno de los tipos más interesantes con que puede contar el kirchnerismo para comunicar. El que mejor expresa el pulso de esta época, el que puede enfrentar al partido Clarín y al periodismo de zapatitos blancos (que representa, por ejemplo, Juan Miceli o Lorena Maciel, a ambos márgenes del río) con un léxico y una sintaxis propia, contemporánea, contradictoria, irreverente.
Lucas encarna lo que podría haber sido el espíritu de la Ley de Medios. O lo que podría ser si alguien todavía se aviva antes de que el aparato de comunicación K se cristobalopezice. Antes de que los comunicadores oficiales terminen siendo González Oro o Juan Miceli. Es decir la derecha corporativa. Lucas era un atisbo de un lenguaje distinto para un país distinto. Demasiado divertido, incierto, contradictorio, frontal, valeroso y leal como para caber en un nido de víboras.
El privilegio de tenerlo a él en una programación, la medianía del resto. Nacional Rock no lo supo ver, no lo escuchó, no lo cuidó. Ahora Lucas está fuera de la radio y los mediodías son infinitamente más estúpidos. FM Nació Mal.
Hay una vocación para hablarle a una clase media medio boluda y así son los medios oficiales: medio boludos.
Pero a Juan Miceli lo defienden desde ambos mundos y a Lucas desde ninguno.