(Fragmento de un notable texto de Nicolás Prividera)
"Lo que a esa pequeña burguesía le molestaba del menemismo es lo mismo que les molesta del kirchnerismo (y por lo que no se molestan en pensar sus diferencias): su populismo. Es eso lo que desprecian ya sin culpas, en consonancia con el elitismo de La Nación, así como también al “progresismo” al que alguna vez (tal vez) pertenecieron, sin asumir su evidente derechización, ciegos a su nada paradójica violencia de pedir “diálogo” mediante exabruptos (mezclados con ideas tan viejas como la reconciliación a través de los muertos: doctrina que ya supieron enarbolar López Rega y Massera, cada uno a su tiempo, como si no existiera ese limbo llamado “desaparecidos”…). Porque lo más notable de ese ceguera es que, como ocurrió hace 70 años con el surgimiento del peronismo, el confusionismo (ideológico, no místico) que produjo el kirchnerismo en todo el arco político ha tenido como contrapartida extrañas iluminaciones sobre los que nos rodean (como, por ejemplo, el modo vil en que buenos ciudadanos que se creen indignos de Cecilia Pando se dedican a denigrar a ancianas que pelearon toda su vida por hacer justicia a sus hijos desaparecidos, simplemente porque cometieron el error de no conservar su independencia frente a este gobierno, mientras los mismos que las basurean claman por el respeto a las instituciones…). En suma, el kirchnerismo (que, como todo peronismo -incluido el menemismo- excede a sus líderes) fue un catalizador que nos confrontó con nuestra posición (ética, más que de clase, porque el miserabilismo no conoce fronteras…). Probablemente en unos años veamos muchos repliegues y cambios de bando (oficialistas que lo seguirán siendo en a próxima variante del peronismo, macartistas vueltos liberales en cuanto pase el “progresismo”), pero los que siempre defendimos las mismas cosas no olvidaremos las afrentas".
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