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Los blogueros desnudados por sus pretendientes

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Muchos ofendidos por la nota de Demián Selci, "Crítica del analista político", y creo que es porque tocó algún nervio sensible.

No lo conozco a Selci y no sé qué hace, hizo o hará. Pero lo que sacó en Revista Planta sobre el ciclo vital de los blogs del kirchnerismo (que no han sido todos blogs kirchneristas) es un análisis considerable. No digo que sea para el Nobel de Literatura ni para el Pulitzer, pero tiene un filo que, precisamente, los blogs del kirchnerismo hace tiempo han/hemos perdido.

La prueba del ácido serían las reacciones que mereció: "comisario político", stalinista", "clasemediero, snob: cuándo un virgo blanquito como vos habla de peronismo se nota tan careta, se huele tu Puan", "chupame la pija", fueron algunos de los más medulares argumentos para impugnarlo. Y después, las previsibles objeciones del tipo "no todos los blogs son así" o "qué casualidad que vos escribís en un blog", que podrían servir para tirar abajo cualquier apreciación que intente marcar alguna tendencia general sobre algo escrita desde un blog.

Ya se hizo común entre el establishment bloguero y satélites tildar de comisario político a cualquiera que los critique. Lo cual revela tan poca tolerancia a la crítica como la que tuvieron en su momento los periodistas del establishment cuando se sintieron victimas de aquellos duros embates de los blogueros k. Selci no tiene de comisario político más que lo que cualquier bloguero que durante este lustro se involucró en cuestionar la opinión publicada. Eso es lo que hicimos: escribir desde una perspectiva singular, interrogar lo que el enunciador quería tapar con sus enunciados, señalar las trayectorias. ¿Por qué no seríamos pasibles del mismo tipo de análisis?

Hace poco yo tuiteé algo sobre la trayectoria de las intervenciones políticas de Martín Rodríguez desde 2009 hasta hoy, que vino a parar a este asordinado encono de analista político que hoy exhibe, que cuando habla de la "sobrepolitización" que promueve el kirchnerismo, no difiere del estilo de intervención de Fernández Díaz o Fidanza en sus columnas de La Nación. ¿Qué es sobrepolitizar? ¿Qué objeción es esa, sino una intervención política enroscada sobre sí misma? Cuando le pregunté directamente a Rodríguez qué sería sobrepolitizar, le dije que lo suyo me parecía demasiado impreciso como categoría de análisis. Y me respondió: "lo mío es la imprecisión". Gambeta amable para esquivar el bulto. Escribí entonces que todo lo que dice Martín Rodríguez en los últimos meses está teñido de un disgusto soterrado, simulado bajo varias capas de distancia analítica: ninguna declaración de guerra, ningún escrache: una simple interpretación. Y me recriminó, ya más hoscamente, a qué se debía mi obsesión por él, que si no me gustaba lo que él escribía no lo siguiera. Se había cerrado toda posibilidad de intercambio, el tipo no quería discutir sobre su posición. A Martín Rodríguez parece que le gusta ser analizado en su escritura tan poco como a Ernesto Tenenbaum: en seguida puede sentirse stalkeado. Estaba a un tris de decirme "comisario político", pero su elegancia literaria o el soterramiento de su encono se lo impidieron. Yo, como vi que no quería lola, la corté ahí...

Una anécdota, nomás.

Pero una evidencia a favor de lo que dice Selci. Los jóvenes insolentes y frescos que hace un lustro proliferaron en las redes sociales para cuestionar los lugares tradicionales de la enunciación política se acartonaron y ya no soportan la discusión franca que ellos promovían con su frescura,

Dice Selci:

"Por todo lo anterior, no es raro que la figura de Massa encarne el nuevo objeto de pasión de muchos blogueros, devenidos analistas políticos de profesión. En efecto, Massa es el discurso del miedo: no en el sentido de que genere miedo, sino de que el enaltecimiento desideologizado de su candidatura palia el temor de comprometerse directamente y arriesgarse a ser considerado un “impresentable” en el porvenir –porvenir que avizoran negro. Pero con esto se pierden de hacer la experiencia histórica de su generación. Lo cual resulta difícil de entender, ya que con ello (y contra lo que parecen suponer) van perdiendo interés. Lucas Carrasco era un provocador cuando estaba en el kirchnerismo; afuera, parece un periodista más. Perdió la "locura" constitutiva del kirchnerismo. Ahora es sensato. Este moderantismo generalizado termina en funcionalidad directa con Clarín. Hoy, a diferencia de lo que ocurría hace un par de años, Luciano Chiconi puede ser citado como una referencia por Clarín (su post sobre el "municipalismo"). Es difícil ver el interés provocador, rejuvenecedor y refrescante de ser utilizado por los poderes fácticos. O sin ir tan lejos, el de hacer comentarios políticos a las doce de la noche en una FM cualquiera, y publicar textos en medios opositores. En otras palabras, se desprendieron de su aspecto novedoso, contracultural, y van camino a formar parte del elenco estable de la cultura conservadora argentina –aunque sin el peso de figuras como Ricardo Roa o Mariano Grondona: un análisis político no es interesante por la lectura que presenta sino por el poder real que representa; en otras palabras, el análisis político, o bien expresa la postura de la fuerza social en la que se apoya, o bien es un juego cansador de ocurrencias. Cuando los blogueros eran kirchneristas, expresaban algo concreto, la fuerza social popular. Ahora no expresan eso, y entonces expresan una versión descafeinada y confusa de la ideología dominante. Lo cual constituye una pérdida para todos... ahora tenemos que volver a leer a Morales Solá –dado que los analistas blogueros escriben lo mismo que él: el peronismo es camaleónico, al argentino le encanta el dólar, la izquierda peronista es peligrosa, se debe terminar con la inútil confrontación, no se puede vivir mirando el pasado, Clarín en realidad es un gran diario".

Ok, este párrafo dice demasiadas cosas y cada una de ellas merecería ser puesta en discusión. Para eso solían existir los blogs hace 3 o 4 años. Esa discusión aluvional y bastante atolondrada era su mayor encanto.

Eso hoy pasa solo de vez en cuando y cada vez menos en los blogs de aquel entonces. Una nota de Beatriz Sarlo en La Nación suele ser mucho más estimulante que la prosa burocrática de las jóvenes promesas de antes de ayer (en sus diversos tonos burocráticos: burocracia del encono larvado, burocracia de la nocturnidad pasada de rosca, burocracias de "bancamos los trapos", etc).

Esta semana un post hizo hablar al microclima bloguero con saña y pasión y fueron aquellos blogueros los que se sintieron tocados y reaccionaron  como Morales Solá y Magdalena cuando se sentían escrachados.

Mientras tanto, en el mundo, las cautelares a favor de Clarín y de los fondos buitres, las mentiras cada vez más grandes que se dan por verosímiles y la ofensiva de la Argentina Normal por forzar un final aleccionador de la experiencia kirchnerista, para que todos en unos meses nos mostremos un poco hastiados, como Martín, de la sobrepolitización, para volver, como reclama Esteban Schmidt, a que la gente tenga derecho a vivir su vida privada sin que la política nos moleste...

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