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Uruguayos, uruguayidadades, uruguayismos

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Fernando Cabrera, Los Fattoruso, Mateo, Opa, Rada, Darnauchans, Rossana Taddei: La otra.-radio para escuchar clickeando acá



Hotel de todas las ciudades
del interior que visité
hotel que tiene los pasillos
mas crecidos cada vez.

Una reunión de roncadores
un congreso soñador
hotel de camas con gemidos
y un amor en ascensor.

Hotel de todas las edades
del interior que visité
esta mañana se hizo tarde
por tu beso desperté.

El desayuno de la noche
poco a poco nos calmó
y el sinsentido de la vida
la razón nos devolvió.

Una copa que se brinda en el balcón
y la luna en el farol
bruma despareja
Calle Mitre, la emboscada de rincón
la batalla Sarandí
policía vieja.

Hotel de todas las ciudades
del interior que visité
hotel que tiene los pasillos
mas crecidos cada vez

Una reunión de roncadores
un congreso soñador
hotel de camas con gemidos
y un amor en ascensor.

Palacio by Fernando Cabrera on Grooveshark

El programa del domingo pasado de La otra fue el primero en nuestro nuevo formato de tres horas. En la primera mitad nos visitaron el Pájaro Salinas y Teodoro Boot para hablar de actualidad política. Eso lo subo mañana. Hoy les dejo la segunda mitad del programa, predominantemente musical, pautada por Maxi Perel, lo cual implica una cuota alta de uruguayidad. Con algunas interferencias breves de Spinetta y CocoRosie (incluido el triste affair Niceto Club). Y no se olviden de que ahora estamos empezando los domingos a las 23:00 hs. Para escuchar el programa completo, clickear acá.

28 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

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Història de la meva mort de Albert Serra


por José Miccio

Acaba de terminar un festival de Mar del Plata que contó con varias películas notables. Algunas se filmaron hace mucho, pero se mueven en el presente con más brío que tantas otras, terminadas apenas ayer. Las copias en 35mm de Salón México, Thérèse, Nazarin, No abras nunca esa puerta, Los desesperados y Los rojos y los blancos bastan para confirmar la cinefilia.

Pero a decir verdad las películas que deciden la memoria del festival son las más recientes. Por fortuna, además del inevitable relleno y el también inevitable respeto por la costumbre y la autoridad hubo en la programación varios títulos apasionantes, algo mucho más decisivo para el ánimo que la urbanidad y la corrección, e incluso que cierta excelencia pobre, como la que mostró esta vez Claire Denis en Les Salauds. Me refiero a las siguientes películas: Le Derrnier des injustes de Claude Lanzmann, At Berkeley de Frederick Wiseman, Fantasmas de la ruta de José Celestino Campusano, Drug War de Johnnie To, L’inconnu du lac de Alain Guiraudie, y las dos de las que quisiera contarles algo: Història de la meva mort de Albert Serra y E agora? Lembra-me de Joaquim Pinto. *

Història de la meva mort o la decadencia de Albert Serra

En Honor de caballería fueron Sancho y el Quijote; en El canto de los pájaros fueron los reyes magos; ahora, en Historia de mi muerte, Albert Serra se mete con Giacomo Casanova y el mismísimo conde Drácula. Siempre en catalán.

Como el atractivo de semejante reunión no tiene chance de ser considerado razón suficiente como para perderse en el goce y el reflujo sensorial que la película propone, lo más conveniente es empezar por decir lo obvio: que cada personaje representa un periodo histórico, o que los dos juntos constituyen el umbral que los une y los separa. Casanova - peluca, barba rala, colorete, lunar falso y movedizo - es el decadente hombre de las luces. Drácula – capa, pelo entrecano, tranquilo andar diurno - la siempre renovada fuerza de los instintos y la irracionalidad. Ilustración y Romanticismo. Pero además de una tesis sobre la Historia o la naturaleza del hombre la película de Serra es un cóctel de monstruos; se mueve cerca de la clase B y de la pintura y las bibliotecas románticas. Como si perteneciera al mismo tiempo al trash y al arte contemporáneo (¿y quién sabe a ciencia cierta la línea de demarcación?) Historia de mi muerte habilita el viaje y el regodeo erudito. Es un film docto y un fumadero.

No quiero renegar de lo obvio. Es absolutamente cierto que se puede hablar de la película como si fuera un tratado de filosofía o una especulación teológica (alguien a la salida del cine la calificó incluso de políticamente reaccionaria); pero también es cierto que la hinchazón conceptual hunde el plano y el deleite en un mar de explicaciones para las que el cine es innecesario; y no basta describir un par de encuadres o decir “travelling” acá, y allá “contrapicado”, para hacer pasar una aplicación más o menos hábil de ideas conocidas por atención a las formas del cine. Del paso de la luz a las sombras y de la crisis del mundo ilustrado sabemos bastante por nuestros habituales canales de divulgación (Wikipedia, la televisión educativa, la universidad). Pero como los versos de Coleridge o la historia del doctor Frankenstein, la película de Serra puede tomar parte de una discusión que va más allá del arte porque propone antes que nada un mundo artísticamente atractivo, que la dota de autoridad; así que antes que los papers y el periodismo petulante la agarren del cogote como Casanova al ganso de su mesa de lujo y hastío, más vale decir de una buena vez que Historia de mi muerte es una película hermosa, iluminada en interiores y exteriores como para que el ojo se pierda en sus superficies vanas y misteriosas, llena de momentos para la antología del ridículo sublime que Serra practica con talento y un poco de espíritu provocador.

Igualmente, conviene señalar que hay otra manera de entender el asunto de las encarnaciones. Casanova recorre buena parte del siglo XVIII y Drácula nace a fines del siglo XIX; pero a decir verdad el vampirismo es contemporáneo de la Ilustración: las baladas que hablan de esas criaturas demoníacas que acechan los poblados rurales circulan al mismo tiempo que la Enciclopedia, aunque lógicamente por canales distintos. (Voltaire – mencionado en la película por Casanova - escribió sobre el tema en su Diccionario filosófico, y fue quizás el que dio origen a la metáfora que asocia al usurero con el chupasangre). Desde este punto de vista, Drácula y el viejo veneciano son encarnaciones tardías de una misma época; y bien puede ocurrir que si el vampiro sucede al racionalista no es solo porque lo destruye desde un exterior absoluto - rural, oriental, primitivo - sino porque ya está en él. La película de Serra no tiene por qué ser vista como la exposición extravagante de dos espíritus opuestos y completamente desvinculados; puede ser vista también como un parto, en el mismo sentido en que decimos que cierto tiempo engendra en su interior el tiempo que lo sucederá. La diferencia es que en lugar de dar a luz Casanova da a tinieblas, y como es sabido las tinieblas solo engendran hijos parecidos a sus padres. Drácula no es un mal productivo ni una astucia. Muerde y hace vampiros. Fin de la historia.

Venga Drácula de afuera o nazca del mismo corazón racionalista que lo tiene como Otro, Historia de mi muerte trata siempre de los contrarios, por lo que una adecuada descripción de la película – que sabrá realizar mejor quien la repase – tendrá que asumir en algún momento la forma comparativa. Hay un largo y hermoso travelling por el bosque rumano que funciona como pasaje y divide con claridad lo que está antes de lo que viene después. Anoto algunos contrastes.

• Casanova y Drácula coinciden en su aversión al cristianismo, pero sus motivos son distintos. En Casanova, el racionalismo ilustrado al que rinde homenaje y ofrece un rostro deformado y terminal. En Drácula, el malditismo romántico propio de todas las criaturas que desafían las leyes de Dios.

• En ambos se hace manifiesta una crisis de autoridad de enorme alcance. Casanova anuncia dos veces una revolución que hará rodar cabezas; pero a decir verdad el cambio histórico y político que presagia es para la película menos importante que el desafío metafísico que plantea Drácula al hacer que las hijas renieguen del padre, y que una de ellas lo azote. En la violación de la autoridad familiar queda al descubierto el Mal posible, que se queda con la película entera. Los gritos malvadamente ridículos de Drácula tienen contra la risa decadente de Casanova la fuerza de lo que siempre crece.

• También intensa es la oposición entre ciudad y campo. La primera hora, en el ámbito social de Casanova, abunda en señales de refinamiento cultural, cierto que por demás atrofiado. El pequeño y hermoso prólogo es una velada sensualista y cortesana: vino, comida, música, coqueteo y conversación sobre poesía. En el campo rumano la granja toma el lugar del palacio, y por estricta lógica además del consumo aparece la producción, representada en una breve e importante escena de cuidado de chanchos.

• El campo trae también una austeridad que no existe en palacio. La habitación del padre de las jóvenes que Drácula terminará poseyendo - toda en madera, con un crucifijo enorme y rústico - contrasta con la abundancia de muebles y comida de Casanova.

• Otra cosa que llega con el campo es una cultura ligada a la tierra, completamente ajena a las máquinas – de escribir y de sexo - de las que habla admirativamente Casanova. Esta cultura rural se expresa en una ceremonia de sacrificio de buey, opuesta a la ceremonia de sociabilidad cortesana con la que comienza la película.

• También las relaciones de dominio se modifican. La servidumbre (un vínculo de desigualdad histórico, que tal vez la Revolución deponga) se convierte en los Cárpatos en posesión (un vínculo de desigualdad teológico, que solo un Combatiente Celestial podría disolver).

• Ligados a Casanova aparecen un poeta inexperto y un criado aficionado al juego (que lo acompaña en su viaje a las tierras rumanas). Ligadas a Drácula, tres bellas jóvenes prontamente convertidas en vampiresas.

• El conocimiento no queda libre de contrastes. La ciencia que permite la fabricación de máquinas tiene su contracara en la alquimia que convierte la mierda en oro.

• En palacio todas las percepciones pasan por el arte, la cosmética y la cultura decorativa. En Rumania Casanova le dice al criado: “Esta es la realidad, la presencia de la sangre”.

• Podríamos especular también con la procedencia cultural de los personajes. Casanova es una figura de la elite: un hombre fino, erudito, ex funcionario de una república desarrolladísima, ligado siempre a la escritura. Por el contrario, Drácula nace y circula en el ámbito de la cultura popular; cuando Stoker publica su historia, el vampiro – hijo de la leyenda oral que en el libro aparece rodeado de escrituras que no pueden explicarlo, del diario íntimo al informe psiquiátrico, del contrato de propiedad a la epístola - era ya una criatura fatigada por baladas, folletines, cuentos y obras teatrales. Habría que ver si esta diferencia conduce a algún lugar.

La preocupación por establecer contrastes dota de unidad a una película que muy fácilmente podría deshacerse en su propio movimiento. No ocurre así (yo diría: lamentablemente), y quizás a la decisión de permanecer dentro de una coherencia global un poco por demás enérgica se deba la relativa pérdida de intensidad de la última media hora, que es casualmente en la que suceden más cosas. Es comprensible que Casanova no pueda sobrevivir a Drácula; pero que la película no pueda sobrevivir a Casanova es tema de conversación, aun cuando su título aluda a Historia de mi vida y por lo tanto señale al veneciano como centro de atracción principal.

¿No podría haber durado cuatro horas Historia de mi muerte?

Vuelvo por un segundo a los contrastes. Más allá de los pares que lo componen- ciudad y campo, interior y exterior, traje color crema y capa negra, ciencia y alquimia - el sistema entero de oposiciones resulta sensualmente apabullante. Imagino que Serra no aceptaría una reducción o un debilitamiento de la riqueza conceptual de su película, pero no es aventurado decir que trabaja como un esteta enamorado de la decadencia y de la luz, y que ahí reside principalmente su valor.


Hago ahora un intervalo decadentista.

He aquí un bonito léxico, incompleto pero (quiero creer) ilustrativo, que tomo de autores tan apasionantes como Huysmans, Darío, Mirbau, Asunción Silva y Remy de Gourmont (puede que también de Lugones). Ahí va, un poco al voleo. Abominación, clorosis, pelagra, anemia, carcoma, histeria, nervioso, hedonista, luctuaria, fétido, lóbrego, ruinoso, bizarro, anormal, pálido, lánguido, acongojado, mortecino, níveo, lívido, estertor, fumista, neurastenia, hipnosis, magnetismo, fuliginoso, pústula, tumor, gangrena, hematoma, éter, opio, mefítico, cerúleo, tremolante, melancolía, eteromanía, solfanol, bromuro, mórbido, letargia, sonambulismo, absintio, enfermizo, refinado, exquisito, tedio, retorcido, perverso, depravado, venal, turgescencia, ignominioso, purulento, excremencial, lúbrico, vicio, aberración, sepulcro, emoliente, voluptuosidad, ignominia, impío, pérfido, concupiscencia, perturbador, enajenado, delicuescente, abyecto, infecto, neurastenia, prognata, deletéreo, lúgubre, glauco, spleen.

No todas las palabras dicen presente a la hora de describir Història de la meva mort, pero en cierto punto la película de Serra se mueve en el ámbito del goce y la perversión propio de los decadentes. Su primera hora, siempre en el lugar de Casanova, es de un memorable esteticismo; no se percibe nada que no declare con esmero su artificialidad. Los muebles, la comida, la ropa, el maquillaje y el muy importante plano de la mujer que abre los ojos dentro de una pintura hablan de esa sobrecarga de las formas que conduce simultáneamente al refinamiento y la morbosidad.

Casanova - viejo y desatado de todo compromiso - vive comiendo uvas y granadas, conversando en interiores, leyendo y escribiendo su vida, definitivamente retirado de la actividad pública. Serra es más seco con él que Fellini, que lo despreciaba pero lo compadecía. El polvo más triste de la historia del cine es el que tiene Casanova con la muñeca en la obra maestra del italiano; el polvo más ridículo debe ser uno filmado por Verhoeven, pero el que tiene el Casanova de Serra en Rumania – con un balanceo feo y monótono que termina contra un vidrio - puede reclamar con todo derecho un lugar en los florilegios de sexo bizarro.

Fin del intervalo.


Lo que el Casanova serrano comparte con los decadentes – además de algún brulote de libertino, como burlarse de la cruz - es el gusto por las superficies, la pose y el regodeo en los sentidos y la inteligencia; puede pasar minutos acariciando un libro, comiendo fruta o imaginando una enciclopedia de quesos ordenada según criterios lingüísticos; incluso puede pasar minutos cagando. Pero para Serra la de Casanova es una decadencia sin heroicidad ni gloria negativa; de ahí que no sea un personaje como los de la literatura de fines del siglo XIX, atormentados por aspiraciones enormes y una voluntad proteica y desconcentrada que los lleva a cambiar de objetivo pero no a renunciar al absoluto de sus impulsos, de los cuales el hastío es uno más.

El decadentismo no es el lugar desde el que Serra filma sino el lugar en el que Casanova sobrevive. Quiero decir, lo que parece interesarle a Serra del decadentismo no son sus ideas sino su teatralidad, y sobre todo su interés por promover estados turbios. Letargia, embriaguez, modorra, delectación: he aquí lo que Historia de mi muerte invita a disfrutar mientras el Mal se queda con todo.

* (En un post de inminente aparición José Miccio comenta E agora? Lembra-me de Joaquim Pinto).

28 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata II

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E agora? Lembra-me o la música del universo


por José Miccio

Joaquim Pinto tiene una historia profesional admirable; trabajó con Raúl Ruiz (1), con Manoel de Oliveira, con André Techiné, con Werner Schoerter y con João Cesar Monteiro; pero a partir de ahora será siempre el director de esta película extraordinaria. “Recordame”, dice el título. Y cómo no.

Una avispa panza arriba trata de reponerse, un perro lleva con él un tumor, la tierra aguanta la sequía, Joaquim Pinto vive con HIV y hepatitis C desde hace dos décadas. “Tengo una vida como la de cualquiera”, dice al comienzo. Cuando al final repite la frase la referencia del pronombre se ha ampliado de manera notable, hasta incluir virtualmente a todo el universo. En sus brevísimas tres horas E agora? Lembra-me teje la biografía de su realizador y de la enfermedad que lo agota y acompaña con la evolución de las especies, la historia de la humanidad, el arte, la política, la filosofía, la religión y la crisis económica europea.

Todos los hilos nacen de lo que al comienzo se presenta como un diario privado y pronto se convierte en algo totalmente distinto, no tanto porque la película no asuma efectivamente la forma del diario como por la crisis que sufre y goza en su despliegue la idea misma de privacidad. Quisiera explicarme bien. No es que Pinto pretenda usarse como ejemplo de algo que lo incluye y lo supera, y al superarlo lo redime y lo autoriza a decir “Yo”. O que, al contrario, quiera disolverse en las galaxias o los unicelulares, y perder así cuerpo y memoria. Es decir, no hay en su película una voluntad representativa que lo ubique como vocero de un grupo – los cinéfilos, los homosexuales, los sidosos, los sonidistas, los cincuentones, los barbudos, los portugueses, los amantes de los perros – ni un sometimiento de su historia personal a una grandeza que la reduce a nada, como si dijera: solamente soy un grano en el cosmos, mera insignificancia. La crisis de la privacidad se debe a algo mucho más hermoso: se debe a que Pinto filma su diario como si a través de la cámara y la voz pudiera encontrar un orden poético o una sinfonía del universo. Suena grandilocuente y laborioso, pero lo cierto es que esta trama - familiar, mística, política, biológica – parece hecha por una de esas viejas tejedoras que tienen su oficio tan incorporado al ritmo de los días que las marcas de su esfuerzo han quedado olvidadas detrás de la fluidez. Pinto siente la cámara como Messi la pelota y César Aira la escritura: como una extensión de su propio organismo.


Justamente lo contrario le ocurre con la medicación. En un momento Pinto dice que siente la voluntad separada del cuerpo, y que para mover un brazo debe hacer primero el esfuerzo por conectarlo con el cerebro. Esa bruma neurológica lo confunde a menudo: olvida fechas, pierde la atención con facilidad, cae en lo que él mismo llama estado de inercia. Es en semejante situación perceptiva que consigue escribir los textos que dice en off, capturar sus imágenes y montar unos y otras. Qué notable. Para ver cómo dos rayos de luz caen en el mismo punto y generan esos colores y esos brillos se necesitan una cámara y un espíritu que sepa reconocer la importancia de ese instante, que es lo mismo que exhibe Pinto al poner en escena de manera tan amorosa a su esposo Nuno y a su padre, a sus cuatro perros y a la amiga, también enferma, que por carta o mail le cuenta su propia experiencia y le da algunos consejos para aguantar los tratamientos.

La sinfonía exige antes que nada que el ser humano se baje del trono de las especies. Pinto lo dice de varias maneras: señala el error de traducir la edad de los perros a la de las personas, recuerda que el tomate tiene más genes que los hombres y en su momento más drástico afirma que cuando nosotros ya no estemos “la vida suspirará de alivio”. También dice: “No somos especiales, solo recientes”. Pero mejor que en las frases declarativas su descontento con una visión antropocéntrica del mundo se nota en el montaje, que sugiere que los árboles, los insectos, las ranas, los perros, las cavernas, la luz y la tierra tienen tanta importancia como los humanos. Que somos solo una parte de la naturaleza y no su sentido último es una verdad tan sencilla como repetida, maltratada además por espiritualismos zonzos y confortables. Afirmarla sin más – como hago yo - es pueril. Acceder a ella a través de la película de Pinto es sublime.


Hago ahora un intervalo godardiano.

Volví a ver hace poco Alphaville. Es una historia muy en la línea de 1984 y demás distopías, que aprovecha algunos géneros como dispensadores de tópicos. La ciencia ficción se percibe en los motivos argumentales y en los sonidos baratamente tecnificados, que sugieren siempre el futuro. Lemmy Caution es un típico personaje del cine negro, un agente secreto disfrazado de periodista que cumple su papel de duro con sequedad: cara de piedra, trompadas y tiros (hasta le da un bollo a una mujer, lo que hoy provocaría ofensas de lo más graciosas). Anna Karina interpreta a la hija de un científico que, como el resto de los habitantes de Alphaville, no llora ni conoce la palabra amor. Al final Lemmy escapa con ella, mientras el proyecto totalitario se hunde. La escena cierra la película de manera simétrica: comienza con la llegada de Lemmy a la ciudad y concluye con su partida.

Hay unas palabras que enmarcan la historia. Al entrar a Alphaville un cartel anuncia los valores de una sociedad burocrática, ordenada y gris: Lógica, Prudencia, Silencio, Seguridad. Al salir, Anna Karina llora y dice “Te amo”, las palabras que conmueven a todas las otras. Alphaville aparece como un futuro acá a la vuelta, un dominio absoluto de la técnica al que Godard opone el amor como potencia indomesticable. Es el descubrimiento de la frase más común de todas lo que señala la persistencia de lo humano: cuando Anna Karina la dice y lagrimea, su cara y la música son las de la revelación de algo sagrado. Por eso la película de Godard es un ejemplo perfecto de lo que podemos llamar el trabajo del arte: el lugar más común se convierte en una explicación del mundo solo una vez que el mundo ha sido convertido en otra cosa.

Fin del intervalo.


Pinto hace lo mismo que Godard. Para que encontremos intensa y verdadera la idea de que nuestro lugar en el universo no tiene por qué ser más importante que el de la avispa o el tomate es necesario un esfuerzo descomunal, capaz de vencer la costumbre y la gansada - y al menos en este caso una forma ligera, capaz de vencer las marcas de ese esfuerzo. Godard juega con el montaje, con los planos, con el negativo, con el sonido, con el lenguaje, con los géneros, con la fenomenal fotografía de Raoul Coutard; da vuelta todo para que una vez en trance podamos sentir la gloria de unas palabras tan debilitadas como “perdón” o “prometo”. Pinto retuerce los lugares comunes del documental en primera persona hasta el punto de volverlos tan extraños como el llanto en Alphaville; hay en su película acordes misteriosos que reúnen el sexo y el Evangelio de Marcos, una abeja carnívora y un libro de Francisco de Holanda, la palabra nunc y la palabra Nuno.


Es propiedad del arte hacernos escuchar por primera vez lo que escuchamos todos los días; por ejemplo que el amor es una fuerza arrolladora o que el universo es absolutamente extraordinario. Para llegar a darnos cuenta de cuán poco especiales somos no necesitamos un cura o un comisario que nos diga la Palabra; necesitamos el plano genial de dos o tres minutos que Pinto le dedica a una libélula.

¡La delicadeza infinita de esas alas! ¡Esa extrañísima cabeza!

Mientras veía ese plano recordé un libro que leí hace poco, gracias a unas personas maravillosas que me llamaron la atención sobre su autor. A partir de la observación fascinada de una avispa que caza una araña y la prepara en un periquete como alimento para su cría, Mario Levrero escribe en La novela luminosa esta página, que de alguna manera comenta la película de Pinto:

“¿A usted nunca le pasó, mirando un insecto, o una flor, o un árbol, que por un momento se le cambiara la estructura de valores, o de jerarquías? No sé cuándo habrá sido la primera vez – quizá en la infancia, aunque esta anécdota de la avispa cazadora se me presenta como la primera -, pero sé que me ha sucedido varias veces. Es como si mirara el universo desde el punto de vista de la avispa – o la hormiga, o el perro, o la flor -, y lo encontrara más válido que desde mi propio punto de vista. De pronto pierden sentido la civilización, la Historia, el automóvil, la lata de cerveza, el vecino, el pensamiento, la palabra, el hombre mismo y su lugar indiscutido en el vértice de la pirámide de los seres vivos. Toda forma de vida se me hace, en ese momento, equivalente. Y, como intentaré mostrarlo luego, lo inanimado deja de serlo y no hay lugar para una no-vida”.

De eso trata E agora? Lembra-me.

(1)Si tienen ganas de leer: http://www.bazaramericano.com/columnas.php?cod=87&pdf=si

- Más sobre E agora? Lembra-meacá.

La nueva crítica y la vieja crítica

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NUEVO BLOG: UN LARGO


por Oscar Cuervo *

A fines del siglo XX en la clase media porteña ilustrada parecía haber calado hondo aquel dictamen del fin de la historia y el triunfo inapelable de un modelo de existencia neoliberal. El cine parecía una esfera relativamente autónoma del mundo, con su propia historia interna, sus normas de admisión y legitimación, una isla de experiencias estéticas en las que se podía discutir apasionadamente de películas, pero con una conciencia tranquila de resignación ante la ajenidad del poder. Si el mundo globalizado era duro, el cine se ofrecía como una versión más amable del mundo, y los cinéfilos podíamos pensarnos como una cofradía de intereses más nobles, partidarios de la belleza. 

Recuerdo el país sacudido por una crisis terminal mientras se llevaba a cabo la edición 2002 del BAFICI. Entrar al Abasto era ponerse a salvo del desquicio y refugiarse en la esfera de lo sublime. Esa armonía restringida se quebró cuando la sociedad argentina se vio atravesada por un conflicto político que resultó ineludible y que hasta hoy no cesa de ahondarse. Se abrió una grieta por la que se filtró la historia, que resulta que no había muerto. El campo cinematográfico no pudo sino registrar estas tensiones. 

En las revistas de cine y en los festivales se hace imposible evitar la política. Todavía no parece que esta fractura pueda pensarse; entonces se la actúa. Que en la edición 2012 del BAFICI haya quedado excluida una película de los valores de Tierra de los padres (Nicolás Prividera) sin que el propio festival haya encontrado un ámbito para discutir esa exclusión, o que incluso la mesa de debate por los diez números de Kilómetro 111 [Abril 2013, 15° BAFICI] haya estado a punto de no hacerse por decisión del director artístico del festival, que finalmente se haya hecho por una marcha atrás del mismo director al tomar estado público el veto, son síntomas de una dificultad para lidiar con la política y una imposibilidad de esquivarla. La ilusión de la autonomía estética se desplomó. Para nuestra generación esa caída no es reversible. Habrá que ver si nos volvemos capaces de pensar esta fractura, de conversar sobre ella y volverla artística y políticamente productiva.

* Fragmento del texto "Diez números (Kilómetro 111. Ensayos sobre cine)", aparecido originalmente en la revista Kilómetro 111, n° 11. Leer completo clickeando acá.

Aciertos y errores de Cristina

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Analizados por Teodoro Boot y el Pájaro Salinas
La otra.-radio para escuchar clickeando acá



El domingo pasado en la primera parte de La otra.-radio, Teodoro Boot y el Pájaro Salinas analizaron la actualidad política nacional, en referencia a todos los personajes que aparecen en las fotos de arriba. Para escuchar el programa clickear acá.

La otra.-radio: domingos a las 23:00 por FM La Tribu.

Revolución

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Gabo Ferro habla
Una entrevista en Patologías Culturales, clickeando acá.

Fotografía; Sofi Grenada

El sábado pasado tuve el gusto de participar de una conversación con Gabo Ferro y Maxi Diomedi en Patologías Culturales (sábados a las 17 en FM La Tribu).  Gabo es un artista de una potencia especial, no es cualquier cantante. Es un tipo áspero y tierno, de una consistencia que no es fácil encontrar en otros músicos de su generación o incluso más jóvenes. Gabo tiene ideas y esas ideas alimentan sus emociones, se enoja, se endurece, se pone severo, se feminiza, se leniniza. De pronto es un asceta que se abstiene de usar lo prescindible, de pronto en su voz habitan espíritus.

¿Qué es lo raro de Gabo?, me pregunto. Es un intempestivo. Su seriedad para con la palabra, su necesidad de vincular voz e historia, melodía y política, su extremismo, no son posiciones frecuentes hoy día. Hay en él una postura desafiante que impugna la época, una decisión de apartarse de cierta naturalidad liviana en el ambiente musical.

Gabo es un tipo que se cruzó con Spinetta, con Nebbia, con Palo Pandolfo: eso lo conecta con una edad heroica del rock y lo aleja de cierta complacencia que empezó a dominar la escena musical desde los 80 y cada vez más. "Hacete cargo de la palabra. Si vas a hablar, es porque tenés qué decir; si no, callate".



Se contó unas cuantas veces la historia: en los 90 Gabo era el cantante de una banda hardcore llamada Porco, una cierta noche, un show en el que había 15, 20 espectadores, Gabo se quedó sin voz; literalmente. No podía salir un sonido de su boca. Se bajó del escenario y se fue caminando por Callao. Abandonó la escena, se dedicó a estudiar Historia. Y después de varios años de silencio, volvió. Claramente el Gabo de hoy fue esculpido a partir de esa experiencia, ese fue su camino de Damasco.


Alguna de las cosas que Gabo dijo el sábado en Patologías:

La canción: "Con la canción, en los 80s, hubo esa cuestión que después en los 90s se reforzó: vamos a bailar y todo lo que no sea bailar es horrible, pelotudo, facho, no hay que pensar, a mover las piernas, a mover las patitas... y todos salieron a bailar. La verdad es que yo puedo bailar perfectamente y después puedo ponerme a pensar y a cantar. Aparte, no soy de los que creen que la música no debe -además- entretener. No veo al entretenimiento como una pelotudez, pero no veo como una cosa menor que también deba colocarte en un lugar crítico, en un lugar problematizado, en un lugar de revolución. Insisto con esto: uno no debería ser el mismo después de escuchar ciertas canciones, uno tendría que sentirse en algún lugar levemente modificado, más bueno. A mi hay canciones que me hacen sentir mejor persona. Y la ambición de uno como artista es poder aportar canciones e interpretaciones, y recitales y cosas para tratar de que de provocar en la gente, y todos juntos, no "el artista" y "su público", una revolución".

Su capacidad de mostrar los lados desagradables, odiosos, incómodos que otros artistas actuales prefieren esquivar: "Cuando uno tiene el repertorio de lo que somos. ¿Cuántas veces yo me he hecho cargo de personajes en las canciones que no tienen nada que ver conmigo? [Lo que dice la canción ] Voy a negar el mar es una repugnancia, un tipo que niega su contexto y se lo lleva puesto. Es un tema que me encanta hacer y que no tiene nada que ver conmigo. Todas esas miserias no se pueden cantar bellamente y todo tiene que ver con esa no belleza, con temas no tratados, con cuestiones no visitadas, porque la canción tiene que hablar de otra cosa y ahí es donde pienso en el lugar realmente crítico y revolucionario que debe tener la canción. Y no en términos de crisis y revolución a los 70. Estamos en este lugar del mundo y este momento histórico, la crisis y la revolución tienen que ser lo que somos y lo que debemos ser. Los artistas y cada uno desde su lugar tiene que intentar provocar esto".

Su vínculo con Palo Pandolfo y su experiencia compartida en Los Verbonautas: "Recién pensaba que con Palo trabajábamos de la misma manera, yo lo remplacé en Los Visitantes en una fiesta de la revista Revólver,  y hubo una fecha más que Karina se deba acordar bien. Fue después de Espiritango, Ariel Minimal en la guitarra y yo cantando. Fueron un par de fechas en que Palo se había roto una pierna. Con Ariel nos mirábamos porque estábamos ocupando el lugar de alguien a quien nosotros amábamos y amamos, y estaba cantando con esa banda que yo adoraba y fue muy lindo. Ese disco es maravilloso. Y con Los Verbonautas, fue muy lindo mientras duró. Yo me fui en el momento donde se empezó a poner todo muy producido, para mí fue el colofón cuando salió la cuestión de que el Rojas iba a publicar un libro de poesías de Los Verbonautas. Dije: 'Hasta acá. Si la idea original era ir por fuera... ¿Cómo es ahora? Si era un lustre no haber pasado por Puán, de repente ahora nos va editar un libro el rojas?'. Y me fui. Yo la pasaba bárbaro, me ha acompañado gente preciosa por su obra, por su don de gente y los quiero y lo atesoro".

Clickeando acá encontrarán el audio completo de la entrevista a Gabo, casi 90 minutos de charla sin desperdicio.


Siempre lo dije: El Resplandor (la película de Kubrick) es una verdadera cagada

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Y ahora veo que los mismísimos Stephen King y David Cronenberg piensan lo mismo










Stephen King vuelve a cargar contra 'El resplandor' de Stanley Kubrick


Bien conocido por todos es que a Stephen King no le gustó nada la versión que Stanley Kubrick presentó de su novela. Sin embargo, a punto de salir a la venta la secuela literaria de 'El resplandor', que llevará por título 'Doctor Sleep', el escritor ha debido creer que era un momento perfecto para recordar sus opiniones.

Hablando con la BBC (vía IndieWire), King repitió que le parece una película fría: "No soy un tipo frío.Creo que una de las cosas que la gente se relaciona con mis libros es la calidez, hay un acercamiento y un lenguaje con el lector, 'Quiero que formes parte de esto'. Con 'El resplandor' de Kubrick siento que era muy frío, muy 'Estamos mirando a esa gente, pero son como hormigas en un hormiguero, qué cosas más interesantes hacen estos pequeños insectos'" (Fuente acá)


Stephen King Says Wendy In Kubrick's 'The Shining' Is "One Of The Most Misogynistic Characters Ever Put On Film"

King cree que no hay suficiente misterio detrás de el personaje de Jack Torrance (encarnado por Nicholson) y el personaje no está perdiendo la cabeza. " Jack Torrance en la película, parece un loco desde el comienzo. 

Sin embargo, King reserva la peor crítica de "The Shining" contra el personaje de Wendy, la asediada esposa de Jack. "Shelley Duvall como Wendy es realmente uno de los personajes más misóginos jamás vistos en unaa película. Ella, básicamente, sólo está ahí para gritar y ser estúpida: esa no es la mujer sobre la que escribí",  afirmó el escritor. (Fuente: Indiewire)

Davis Cronenberg también cree que Kubrick hizo una mierda

La polémica volvió a atizarse hace unos días con un invitado sorpresa, el director canadiense David Cronenberg, que criticó la visión de Kubrick sin medias tintas. "No es una gran película. Creo que Kubrick no entendió el género de terror. Creo que no sabía lo que estaba haciendo". Cronenberg aseguró también que uno de los problemas de Kubrick es que estaba demasiado pendiente de hacer un producto "comercial". (Fuente: El confindencial)



Hasta aquí las noticias: solo digo que estoy contento de estar acompañado en mi desprecio hacia la machietta de Kubrick, nada menos que por dos voces autorizadas, la de los grandes King y Cronenberg, que me merecen mucho más respeto que el director infatuado de la insoportable y ridícula Ojos bien cerrados. No se trata del viejo problema que la película no fuera fiel al libro: supongamos que el libro no existiera: la película no dejería de ser obvia y enfática, resuelta de manera elemental, con personajes chatos y unidimensionales, carentes de la menor ambigüedad. Nicholson pone su peor cara de loco asesino de principio al fin, y solo un personaje concebido tan estúpidamente como el de Shelley Duvall puede no advertir que está casada con un psicótico. La película no trabaja con el punto de vista (algo que Kubrick no sabe que existe), por eso se dedica a aplanar los personajes y a lustrar el relato de King de pseudo prestigio anti cinematográfico: incapaz de captar el pathos de los relatos pueblerinos de Stepehn King. Y entonces hace películas ostentosas y vacías, donde cada plano solo puede auto inflarse: "mirá cómo muevo la cámara", "mirá que teleobjetivo uso", "mirá qué dirección de arte más exquisita", "mirá los tubos fluorescentes que pongo", "mirá qué cara de loco Nicholson", "mirá que boluda la jermu"... Es un pedante insoportable y uno de los culpables de que el cine contemporáneo vire hacia la imagen publicitaria.

Después de su muerte, y en gran parte por culpa de Spielberg, Kubrick ha recuperado el prestigio inmerecido de que gozó en cierto momento de su vida (debido al marketing de "director intransigente" que construyó con su propio personaje). La intransigencia de Kubrick se identifica con su capricho pueril y sus toques de snobismo extracinematográfico: músicas rimbombantes, fotógrafías pictóricas, crews y casts prestigiosos, proezas meramente técnicas, que nunca se subordinan a la necesidad del cine y se dedican a glorificar la megalomanía de su director.

De las adaptaciones de King siempre quedarán la calidez artesanal con look clase B de John Carpenter (La niebla, Christine), David Cronuenberg (La zona muerta) o Stand by me (Rob Reiner). Y no quisiera olvidarme la notable Carrie de De Palma.

Solo hay una posibilidad de concebir una versión peor de The shinning: si la hubiera dirigido Terrence Mallick, el discípulo más tarado de Kubrick.

Hijos de la guerra fría

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Marco Berger, Javier De Pietro, El Pájaro, Cine y política, Coldwar Kids, Antony, Irán/Amia, Lesa Humanidad en La otra.-radio de hoy a las 23 por La Tribu


En La otra.-radio de hoy a las 23:00 hs (nuevo horario) nos visitan Marvo Berger (director de Plan B, Ausente y Hawaii), Mateo Chiarino (protagonista de Hawaii), Javier De Pietro (protagonista de Ausente y de la próxima película de Marco). Vienen a hablar de cine y, también, de sus entusiasmos y compromisos con la política.

El Pájaro Salinas hará sus análisis políticos sobre el tema Amia-Irán y del freno a algunos juicios de Lesa Humanidad. Maxi Diomedi aportará lo suyo sobre la Causa contra La Nueva Provincia y la familia Massot.

Y escucharemos la música de Coldwarkids, Antony and the Johnsons, Elton John y algo más.





Y escucharemos...

Oh aeon
His arms are warm
Oh aeon was never born

Aeons eyes forlorn
He contains the storm
He's the pasture of my dawn...

23:00 hs - FM La Tribu - 88,7 - Online

Es inminente una tentativa de desalojo violento del restorán Ale Ale

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El restorán se halla manejado por los trabajadores después de que los dueños anteriores vaciaran la empresa mediante maniobras fraudulentas. El juez Martín Christello interviene en la causa aliado a los empresarios fraudulentos
Difundilo: 




La presencia de vecinos, legisladores y organizaciones políticas en el lugar es necesaria para evitar un accionar violento de la Policía



La otra.-radio cubrió el hecho en vivo y en directo, con la presencia en el lugar de Ricardo Romero y José Massón. Allí recogimos el testimonio directo de los trabajadores de Alé Alé. 


Hace un rato, en horas de la madrugada del lunes, la Policía Federal se hizo presente en el barrio de Villa Crespo con el fin de vallar la zona del restaurante Ale Ale (atendido actualmente por una cooperativa de trabajadores, despues de que sus dueños anteriores vaciaran la empresa). El vallado por parte de la Federal es ordenado por orden del juez Martín Christello que entiende en causa pero aún no se ha hecho presente en el lugar para garantizar que los procedimientos policiales se realicen respetando la ley. La Federal interviene cumpliendo un protocolo, pero se presume que la orden judicial se imparte con el fin de llevar a cabo un desalojo violento que quedará a cargo de la Policiía Metropolitana, caracterizada por una brutalidad que quedó a la vista en la represión en los talleres protegidos del Hospital Borda y en la Sala Alberdi, entre otros casos. El único acceso para peatones que quedaba hace un rato es por la calle Rocamora y Yatay, pero la Federal estaba a punto de cortar todos los accesos. Los trabajadores de Ale Ale están en asamblea permanente dentro dl local, con el fin de resistir el desalojo. Hace una hora, el vocero de la Asamblea de Trabajadores de Ale Ale declaró: "No queremos violencia, queremos defender nuestra fuente de trabajo".

Respetar esta decisión de la Asamblea es muy importante, porque es posible que algunos vecinos bienintencionados cometan el error de quemar un neumático o arrojar una piedra, o directamente los represores envíen a provocadores que intenten iniciar algún desmán que justifique la represión violenta.

Se espera que, después de haber vallado la zona para impedir la llegada de otras personas que pudieran ser testigos de la represión violenta, la Metropolitaa llegue a primera hora de la mañana del lunes a hacer el desalojo por la fuerza. La Asamblea de trabajadores convoca a los vecinos a acercarse al lugar a acompañar la resistencia pacífica, sin ceder a la tentación de los provocadores, pero llamando la atención de una represión que se cree inminente.

Hace unos días, Andrés Toledo, titular de la cooperativa, dijo en conferencia de prensa que "queremos establecer una negociación, un diálogo con los dueños del inmueble" para evitar el desalojo.

Toledo había explicado el miércoles último en conferencia de prensa que "la orden de desalojo es la misma que está firme desde hace más de un año, lo que nos preocupa es que pasó a manos de la Policía Metropolitana".

"No queremos llegar a una instancia en que la Metropolitana entre violentamente porque no estamos preparados para enfrentar a una fuerza pública y queremos dialogar", agregó.

Los trabajadores proponen "llegar a un acuerdo para poner fin a todo esto y lograr un contrato de alquiler por un tiempo razonable para conseguir el dinero y un nuevo inmueble", explicó Toledo.

"Pudimos mantener nuestros puestos laborales y sacar la empresa adelante porque mientras que en enero venían entre 3800 y 4000 personas por mes, ahora vienen entre 8500 y 9000, es decir, sostenemos los ingresos de 40 familias con el trabajo cooperativo", sostuvo Toledo.

La legisladora porteña por el Frente Progresista y Popular, María Elena Naddeo, aseguró que "nos ha sorprendido esta orden judicial" y consideró que la cooperativa Alé Alé "es un ejemplo de lucha, de organización social, de salir adelante en medio de la adversidad".

"Pensamos que la Justicia había interpretado que esta es una cooperativa de trabajadores que está sosteniendo una actividad productiva, una fuente de trabajo de una empresa que quebró de manera fraudulenta, hecho que está presentado en una denuncia penal, por lo que la Justicia por lo menos debería esperar a que concluya esta investigación", agregó.

"La Justicia piensa que la Policía Metropolitana, que está formada por (el jefe de gobierno porteño Mauricio) Macri con otro criterio represivo, va a ser más funcional a los intereses del desalojo, esta acción del juez nos alarma e indigna profundamente".

Por su parte, Aníbal Ibarra (Frente Progresista Popular) aseguró que "hay un proyecto desde los distintos bloques de la oposición para lograr una ley que garantice la ocupación temporaria y permita una salida a este conflicto".

"Lo que sucede es que el PRO está en contra de ese proyecto y de todos los proyectos que tienen que ver con la expropiación de fábricas recuperadas", precisó.

"Pedimos que la Justicia contribuya a darle una salida a esto, que no sea un desalojo violento abortando una experiencia que debe defenderse y promoverse, como es el rescate de las fuentes laborales a partir del compromiso de trabajadores y trabajadoras", dijo Ibarra.

Los trabajadores de Alé-Alé conformaron esta empresa social luego de que el grupo OJA, dueño de una cadena conformada por Los Chanchitos, Mangiatta, Don Battaglia y La Soleada, intentaran a fines del año pasado cerrar los restaurantes por presentar quiebra.

La misma actitud tomaron los empleados de los otros restaurantes, pero en Alé-Alé la situación se complicó debido a que los dueños de la propiedad dijeron no ser los mismos que los del fondo de comercio, situación que los trabajadores ponen en duda.

El 21 de mayo una orden judicial pretendió avanzar sobre el restaurante y desalojar, sin éxito, a los trabajadores y días después un grupo de legisladores presentó un proyecto de ley para expropiar el edificio y el mobiliario, pero la norma no avanzó.

De la conferencia de prensa del mércoles pasado participaron también los diputados porteños Juan Carlos Junio y Pablo Ferreyra, y el legislador nacional Juan Cruz Campagnolli.

Militantes de diversas agrupaciones - entre ellas Vatayón Militante- se hicieron presentes en el lugar esta noche para colaborar con la resistencia pacífica de los trabajadores. Se hallan sentados en el lugar.

El desalojo violento se podría frenar con la presencia de legisladores, funcionarios, militantes y vecinos que impidan la barbarie policial. Todavía es posible evitarlo.



Empieza a amanecer y el aguante continúa. Fotos: M.A.F.I.A, Vatayón Militante, MU y otros.

Alejandro Urdapilleta

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Anoche antes de empezar el programa, nos enteramos con tristeza del deceso del gran Alejandro Urdapilleta, uno de los mejores actores argentinos. El programa de anoche (de una duración inusual) estuvo dedicado a él.



Durante los años 80 asistí deslumbrado a las tertulias literarias que realizaban Batato Barea, Humberto Tortonese y Alejandro Urdapilleta. Iba todos los sábados. Y no podía parar de reir, a pesar de tantas veces que los vi. Fueron algunos de los momentos más felices que viví, presenciando espectáculos. de una ferocidad y una felicidad irrepetibles. Ahí aprendí a considerar a los actores cómicos como seres benditos.

Después Urdapilleta tuvo tiempo para mostrar su extraordinario talento como actor dramático. Participó de grandes puestas en teatros de repertorio clásico. Propongo recordar su maravillosa actuación como hermano de Mercedes Morán en La niña santa, de Lucrecia Martel. Todo lo contrario a su desborde dionisíaco del Parakultural, la actuación de Urdapilleta en esa película es un prodigio de sutileza y mesura.



Aquí pueden escuchar el fragmento de nuestro programa de ayer donde recordamos e hicimos la dedicatoria al grande Alejandro.Clickear acá.

Esta vez a Sietecase en el Trece no lo pudieron editar. Lanata se fue del escenario abucheado.

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"Una cosa es la crítica y otra es la operación políitca a medida de los sectores empresarios que me contratan" dijo Reynaldo por la pantalla del Trece sin que pudieran cortarlo porque iba en vivo.




"Yo hace meses escuché en este mismo lugar hablar de la preocupación que hay por la grieta que se está generando en la Argentina y yo comparto esa preocupación. Ahora me sorprende que los mismos colegas que están preocupados por la grieta se ocupan de ensancharla cada día más". Lanata escuchaba al borde de reventar desde su butaca. Y Sietecase seguía desenmascarándolo con clase: "Compañeros periodositas: contratan nuestra fuerza de trabajo, no nos compran ni nuestra opinión ni nuestras convicciones. Son cosas completamente diferentes. Hay una obligación ética que tiene que ver con el televidente, con el lector, con la gente que nos escucha en radio". Sietecase fue ovacionado al decir estas palabras.

Lanata también recibió un premio a su labor periodística. Al recibirlo se refirió despectivamente a "la chica gordita" del aviso del Banco de Galicia, a Pablo Echarri y a Mex Urtizberea. Lanata fue abucheado al decir estas palabras. El comentario de Julián Weich fue: "siempre lo chiflan...".

Intento de desalojo y resistencia

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Alé Alé
Fotografías: M.A.F.I.A.


Comunicado de Alé Alé Cooperativa

El apoyo se hizo escuchar. Finalmente se estableció un diálogo entre las partes y las expectativas son buenas. Nos da mucha esperanza y nos deja mirar para adelante. Gracias a todos, cada uno de ustedes se puede sentir parte de esto. 

NOTA DE LA OTRA: El lunes a la madrugada en La otra.-radio convocamos a defender Alé Alé, ante la amenaza de la irrupción de la Policía Metropolitana. Acá está el audio de la trasmisión en directo, cuando eran las 2:00. CLICKEAR.

El primer niño perfecto

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por Luana Esquenazi

El 18 de julio de 2013, los noticieros repitieron hasta el agotamiento que había nacido el primer niño perfecto, en Filadelfia, EEUU . Sus padres, después de mucho intentarlo, recurrieron a la fertilización asistida, para luego enterarse de que el problema estaba en los embriones. La noticia recorrió el mundo porque fue la primera vez que se realizó un análisis cromosómico y genético completo de todos embriones para luego elegir al embrión que tenía la cantidad de cromosomas correctos -motivo de la dificultad de embarazarse de la madre, dado que los embriones con composiciones genéticas defectuosas tienden a ser descartados por el propio organismo. El análisis llevado a cabo sobre los embriones fue una secuenciación completa de la totalidad de las cadenas genéticas: algo que antes era impensado, ahora puede hacerse de una forma relativamente rápida . Esta capacidad de lectura de las cadenas genéticas en su totalidad provocó entusiasmo en el mundo de la genética dado que abre la posibilidad de que en un futuro cercano, además de ver si el niño va a heredar una enfermedad concreta de los padres, se sepa qué riesgos puede tener de desarrollar otro tipo de enfermedades, como el Alzheimer o el cáncer. Esto es exactamente lo planteado en el mundo de la película Gattaca: los padres acuden al genetista local, quien con sus respectivos óvulos y esperma cultiva múltiples embriones en su laboratorio, a los que analiza eligiendo los especímenes más aptos. Pero hay algo más: además de la selección, pareciera entenderse en el filme que habría un segundo procedimiento que se lleva a cabo: la manipulación del embrión para obtener un determinado diseño de perfil genético específico:

“Me tomé la libertad de erradicar cualquier condición potencialmente perjudicial (…). Podrían concebir naturalmente un millón de veces y no obtener tales resultados.”

Esto último, aseguran los genetistas, aún está muy lejos de nuestras posibilidades técnicas. Con la secuenciación genética completa se puede aspirar a seleccionar el mejor embrión posible de los que naturalmente una pareja pudo “producir”. De todos modos está claro que estas posibilidades futuras ya se perciben, se palpitan, dado que la ciencia actual está poniendo esfuerzo en desarrollar técnicas para esta disciplina. El nacimiento del primer niño perfecto abrió en estos meses un debate sobre la consideración ética de qué hacer con los embriones descartados y cómo se los piensa: ¿se los tira? ¿se los congela? ¿son seres vivos? ¿se daña algún protocolo, alguna ley, descartándolos? Los límites por ahora parecen grises y el debate está en pleno esplendor, pero la Corte Interamericana de Derechos Humanos ya se expidió en 2012, asegurando que los embriones no implantados “no son personas”. Desde la comunidad científica de los EEUU y Europa se tendió a destacar el mérito del nacimiento de Connor, como lo llamaron sus padres; pero también se alertó acerca de la posibilidad de elegir embriones porque sí, sin legítimas razones de salud que justifiquen estos procedimientos. Algo como lo que sucede en la película, en la que los padres “ordenan” para sus hijos ojos azules, nada de calvicie y visión perfecta. Es interesante la forma de expresarse del médico, cargada de gran omnipotencia y de un sentimiento de control absoluto y superioridad por sobre el mundo natural. (Fragmento de Gattaca: un aporte a la reflexión sobre el avance de la genética y el conflicto social. Continuar leyendo acá).

Notas sobre las competencias en el Festival de Cine de Mar del Plata 2013

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por Guillermo Colantonio

I - Síndromes

Un festival de cine tiene sus tiempos muertos. Entre funciones, los pasillos se pueblan de comentarios, algunas frases lapidarias, encuentros, saludos y, principalmente, intercambio de impresiones, primeras impresiones. Rescato dos de ellas. Una reviste un carácter sintomático; la otra parece saludable. Sin embargo, ambas pueden estar destinadas a la obligada revisión que provoca la rapidez con que se mira un film tras otro en un lapso de ocho días.

“Las películas de las tres competencias son todas iguales”. Se sabe: las generalizaciones suelen ser peligrosas pero contienen un nervio que las dispara y si bien dentro de una ambiciosa programación existen diversos sectores (reposiciones, retrospectivas, lugares seguros con autores consagrados, homenajes), las secciones competitivas suelen trazar una cartografía del cine contemporáneo más afín al gusto de los programadores que a la heterogeneidad de propuestas existentes en el resto del mundo. Año tras año, los resultados varían; en esta edición se hizo evidente una recurrencia formal y temática preocupante, a tal punto que fueron pocos los títulos que podrían considerarse valiosos. Da la sensación de que las películas son susceptibles de ser comentadas en bloque, como una gran masa de signos comunes cuya presencia responde a determinados síndromes. Uno de ellos, tal vez el más notorio, es el de obedecer a una especie de manual del buen festivalero, esto es, sentir la obligación de cumplir con requisitos que supuestamente garantizan el éxito ante los ojos ávidos e inteligentes del establishment crítico. Las reglas de este instructivo virtual, implícito, son la prolijidad y el cálculo como mecanismos ineludibles, la elección de pocos personajes en espacios reducidos (en lo posible cerrados y asfixiantes) y la elementalidad pretendida como minimalismo. Películas como Little FeetThe Strange Little CatLa lagunaThe Eternal Return of Antonis Paraskevas The Bright Day, procedentes de latitudes y culturas distantes, son obsesivas para con sus recursos formales y funcionan como un relojito suizo en la manera de exponer sus trucos escénicos, precisión que juega en desmedro constante hacia las criaturas acartonadas que habitan sus historias. El descentramiento narrativo las lleva a repetir secuencias o a abrir aristas que no se cierran y se transforman en puntos de fuga perdidos en la sensación de que todas las propuestas hubieran estado mejor destinadas a un cortometraje o que los realizadores no supieron hallar un modo creíble de clausura. Además, los logros técnicos jamás disimulan que lo más interesante ocurre fuera de campo (la alienación urbana, las crisis políticas, la calle, en definitiva) mientras sus directores deciden no mostrarlo y nos invitan a metáforas un poco forzadas, las que gritan con alevosía que el adentro es un afuera.

Oliverio Girondo, extraordinario poeta, escribió ese “Poema 12” que dice:

Se miran, se presienten, se desean, 
se acarician, se besan, se desnudan, 
se respiran, se acuestan, se olfatean, 
se penetran, se chupan, se demudan, 
se adormecen, se despiertan, se iluminan, 
se codician, se palpan, se fascinan, 
se mastican, se gustan, se babean, 
se confunden, se acoplan, se disgregan, 
se aletargan, fallecen, se reintegran, 
se distienden, se enarcan, se menean, 
se retuercen, se estiran, se caldean, 
se estrangulan, se aprietan se estremecen, 
se tantean, se juntan, desfallecen, 
se repelen, se enervan, se apetecen, 
se acometen, se enlazan, se entrechocan, 
se agazapan, se apresan, se dislocan, 
se perforan, se incrustan, se acribillan, 
se remachan, se injertan, se atornillan, 
se desmayan, reviven, resplandecen, 
se contemplan, se inflaman, se enloquecen, 
se derriten, se sueldan, se calcinan, 
se desgarran, se muerden, se asesinan, 
resucitan, se buscan, se refriegan, 
se rehúyen, se evaden, y se entregan.

Estos versos me vinieron a la mente luego de ver seguidamente varios films en competencia, a los que bauticé con el síndrome anti-Girondo. Basta agregar un adverbio negativo (el lector sabrá elegir entre “no, nunca, jamás”) para obtener un perfil bastante similar al modelo de personaje que se vio en una cantidad considerable de películas. O soul nos meus olhos de las directoras brasileñas Flora Dias y Juruna Mallon, en la competencia latinoamericana, y El aire de Santiago Guidi, dentro de la competencia argentina, son dos casos paradigmáticos. La primera agota todos sus recursos en cinco minutos. Interior. Plano fijo de una cocina. Un joven entra, apoya unas bolsas, avisa que llegó pero su mujer no le contesta. Va al cuarto y la encuentra en el piso, muerta. Se para, mira el cuerpo y no se mueve, no dice ni manifiesta signo alguno que denote una emoción (ya empiezan los problemas de verosimilitud). Todo esto encuadrado a la perfección con una cámara ubicada detrás en altura media. La mete en una valija, sube al auto y empieza un periplo sin rumbo certero. Como era de suponer, hubo que explicar antes y después de la proyección algún sentido, lo que confirmó otro de los síndromes de este festival: el del comentario en off.

La película de Guidi carece de recursos en poco más de una hora. Dos chicos que se cruzan por azar en la noche de Buenos Aires y deambulan como zombies urbanos, con sus rostros inexpresivos Los ruidos exteriores complican el audio de los diálogos (o tal vez sean el símbolo de algo) que son un atentado a cualquier ley dramática. No tienen vida, para qué caminan tanto, qué hay de la ciudad, qué hay de sus vidas. Encima, hacia el final, llegan a un hotel, ponen una película condicionada y… ¡se duermen! (“No se miran, no se tocan, no se desean…”) ¿Otra película sobre el hastío juvenil y la alienación urbana? ¿Otra fotocopia color mal sacada de Antonioni? Ni siquiera eso. Personajes que no asumen identidad, sin presencia, sin decisiones, que son como la tabla rasa del filósofo John Locke, que balbucean, cuya aspiración al mejor diálogo puede transcurrir sin tapujos, en base a un intercambio de papas fritas o una banana (como ocurre en Drinking buddies, de Joe Swanberg, recomendada enfáticamente con su rótulo genérico de mumblecore. Alguna vez habrá que discutir estas marcas instaladas en circuitos que se suponen independientes).

El cine latinoamericano elegido este año hizo extrañar miradas como las de Julio Bressane, Sergio Bianchi y hasta la controversial figura de Carlos Reygadas. Un común denominador fue el conformismo que demostraron aquellas películas con planteos políticos extraviados en meros postulados o con visiones confusas de la alteridad. El verano de los peces voladores, de la chilena Marcela Said no escatima en el trazo grueso para oponer clases y dibujar un esquemático microuniverso social. El punto de vista está focalizado en una joven hija de terratenientes, llamada Manena, quien parece cruzar de vez en cuando la frontera del cerco que delimita su padre para tomar contacto con los “otros” (integrantes de la comunidad mapuche). Y este es el problema de la película, pretende sostener una postura políticamente correcta y lo hace desde el conformismo y el confort de su protagonista. Said se encarga de mostrarnos lo desagradable que son los ricachones propietarios de esa casa en la montaña, rodeada de un lago hermoso y cuán injustos son con los pueblos originarios. Su cámara se regodea en la belleza de la bruma, de los paisajes, crea climas y hasta persuade con un tratamiento espacial interesante en cuanto a su inconmensurable existencia. Sin embargo, y pese a mantener una tensión a punto de estallar, todo se reduce a un planteo liviano, sin ningún cuestionamiento que sacuda de verdad, es decir un regreso a la cómoda conciencia burguesa y estética; jamás se les da el lugar de enunciación a los otros. Peor aún es el caso de Esclavo de Dios, de Joel Novoa Schneider, esquemática y maniquea historia centrada en Ahmed, un libanés terrorista, y David, un israelita justiciero (ya se imaginarán quiénes son los buenos y quiénes los malos a pesar de vanos intentos por disfrazarlo) sobrevivientes a dos atentados que marcaron sus vidas desde la infancia, no resiste el mínimo análisis desde el punto de vista escogido y su factura técnica de colores bien diferentes según la ocasión recuerda a las más comunes y retrógradas historias de acción. Demasiado cotillón genérico gastado para una historia que hace ruido desde el título por su punto de vista tramposo y un peligroso objetivo, a saber, “humanizar” la figura del terrorista. Esta ficción con aires de thriller político basada en el contexto del atentado de la AMIA es engañosa por donde se la mire y comienza a mostrar las peores consecuencias del síndrome Ciudad de Dios de Fernando Meirelles, un mercado hecho para explotar la miserias con fachadas genéricas vendibles a los consumidores del norte. De este síndrome también padecen, en menor o mayor medida, la ganadora de la competencia internacional La jaula de oro de Diego Quemada-Diez, pese a la honestidad discursiva, y Pelo malo, de Mariana Rondón, cuyas opciones narrativas y estéticas no escapan a los esquemas industriales más convencionales. El gran antídoto contra todo este cine afectado estaba (en excelente copia) en las calles paralelas del festival: Los olvidados de Luis Buñuel, nunca tan ajena a las concesiones de un cine latinoamericano que acapara la atención en los festivales con aquellos que los otros (el mercado del norte) quieren ver.

Caben algunas menciones para pocos films que manifiestan búsquedas (la colombiana Mambo Cool de Chris Guide o la argentina Mujer conejo de Verónica Chen), pero la distinción no es sinónimo de solidez. Se trata de ejercicios que no logran conectarse con un punto de llegada y terminan en condición de retazos deshilachados o con problemas de resolución formal. También para otros que, pese a repetir esquemas de pocos personajes en espacios reducidos, tienen personajes más fuertes, más humanos, pero el temor por jugarse hacia las ideas que asoman los lleva a utilizar mecanismos afectivos reparadores. Los insólitos peces gato, de Claudia Sainte-Luce, confirma desde sus primeros minutos la pericia técnica de la directora para crear ambientes. Sin palabras y con una destacada edición de sonido, tenemos el universo cotidiano de Claudia, la joven protagonista, un tanto ominoso, oscuro y opresivo, producto de una rutina que la consume. Un ataque de apendicitis la lleva al hospital y allí entabla relación con Martha, quien padece una enfermedad irreversible, y sus hijos. Hay que decir que el encuentro es un poco forzado y que los resortes dramáticos que hacen avanzar la historia no están muy aceitados que digamos. A favor: pese al tema delicado, no hay estallidos emocionales ni golpes bajos. En contra: una secuencia final estirada que arruina lo anterior, donde se escucha la voz en off de la madre ya difunta con mensajes que ha dejado a sus seres queridos. Un recurso innecesario que abre una ventana para las tranquilas conciencias burguesas: hay miseria, exclusión y pobreza en las grandes capitales pero a no preocuparse: hay esperanza. Suena como un cantito de buenas noches. También Choele de Juan Sasiaín ofrece un engranaje reparador y se hace estimable a partir del seguimiento de tres personajes, padre separado, un niño simpático y la inquilina novia que viene a interferir entre ellos. La cámara capta momentos y transmite una vitalidad luminosa cuando mira a sus criaturas con un cariño que no puede disimular. Ahora bien, si las imágenes trasuntan humanidad, la innecesaria música omnipresente entorpece bastante ese acercamiento y se transforma en un mecanismo un tanto manipulador. El film es correcto pero parece muy calculado, como llevado de la mano por las necesidades de obedecer más a pautas industriales o manuales de escuela de cine que a riesgos personales. Todo aquello que funcionaba bien en el film anterior, por su espontaneidad, en este se diluye. La gracia y el humor pretenden ser naturales pero las pequeñas situaciones y líneas de diálogo que los promueven no logran ocultar su origen: puro cálculo. No está mal, es un buen antídoto frente a tanta historia argentina de “Palermo Hollywood”, pero resta.

Vuelvo sobre la idea de bloque y pienso: ¿el cine como arte está agotado o hay que saber buscar aún asumiendo riesgos con “el qué dirán” aquellos que conforman un campo intelectual de poder crítico y mediático, o integran el equipo de trabajo dentro de la misma institución del Festival? ¿A qué obedecen las omisiones hacia zonas ignotas de la cinematografía mundial en una competencia internacional que se caracteriza por su neutralidad de propuestas? No se debe ser injusto tampoco con la labor de los programadores, rica en otras zonas del catálogo, pero en lo personal hubiera preferido que se marque territorio no relegando un film como el de Serra (brillantemente analizado en La otra por José Miccio) a la sección “Estados Alterados”. ¿O se habrá temido un nuevo escándalo después de la bizarra proyección de Honor de cavallería en una edición anterior donde la gente enardecida sacudía sus manos en señal de desesperada protesta? En fin, tan solo interrogantes, pero se extrañan los líos.

II- Cuerpos

Segunda frase: “Nadie filma como Campusano”. Luego de ver Fantasmas de la ruta (no iba con demasiadas expectativas dada la naturaleza televisiva del proyecto original) pensé en cómo se conecta el contenido de la sentencia con cierta tradición del cine argentino, porque, sin desconocer ni deslegitimar la importancia de tantos buenos cineastas, en alguna oportunidad se dijo lo mismo de Armando Bo o de Leonardo Favio. ¿En qué se les une Campusano? Intuyo: en que hace visible un universo prácticamente inexplorado en la ficción argentina y con herramientas estéticas personales, de una honestidad brutal, que lo distinguen claramente del panorama descripto en el aparatado anterior de estas notas. También en la demanda de otros espectadores capaces de entregarse sin culpa frente a una idea de realismo diferente a la que establece el canon. La nueva historia que gira en torno al Vikingo está atravesada por una dimensión ética que ya se percibe desde los primeros minutos. Con tres o cuatro planos Campusano muestra toda la humanidad del personaje, de su ambiente y de los códigos que lo sostienen. Son pinceladas precisas que ponen el cuerpo como centro del plano, al que no se escamotea ni se desprecia. Los personajes de la película, en su mayoría, lanzan señales desde su misma naturaleza, a partir de las acciones, por más pequeñas y cotidianas que sean. Los hechos en este ambiente se muestran como son: se comparte un mate y se pide el “fierro” para arreglar un asunto; se toma una cerveza y si la situación se violenta, es porque es así. Es decir, se asumen identidades. No es un gesto menor dentro de un panorama visto en competencia donde se tiende a disolverlas o enmarcarlas dentro de una insatisfacción complaciente con cierta retórica “cool”. En todo caso, la compleja lógica narrativa a base de historias intercaladas (resuelta eficazmente gracias al notable montaje) es un complemento de la necesidad primordial de mostrar los cuerpos y la experiencia que se carga sobre los mismos. Si en Vikingo se advertía cierta tensión frente a la cámara, acá Rubén Beltrán ya está instalado como personaje. Cada intervención de este enorme motoquero es antológica; la fotogenia, tal como la pensaba Jean Epstein en La esencia del cine, funciona a la perfección: “el cinematógrafo permite victorias sobre la realidad secreta en la que todas las probabilidades tienen sus raíces aún no resueltas”. 

La victoria de Campusano es, en principio, devolver los cuerpos invisibles a un cine argentino con fórmulas agotadas. No es fácil adentrarse en el universo de Fantasmas de la ruta. Las primeras secuencias dialogadas a base de plano y contraplano no pueden evitar que se note la marca de un montaje que intenta disimular la condición no-actoral de los personajes, a tal punto que parece, por momentos, un ejercicio escolar. Sin embargo, a medida que transcurren los minutos, se comprende que el problema lo tiene uno como espectador habituado a consumir perfiles industriales, o a entender, más que a sentir lo que está en pantalla. Aquí surge nuevamente lo ético en tanto y en cuanto se releva (con actitud similar al Pasolini de Accatone, se podría decir) la energía de un grupo humano con sus rituales, en un mundo al que varios hacen la vista gorda o se resisten a ver por incomodidad, y lo más interesante es que se ejerce desde una óptica no contaminada por discursos sociológicos básicos. Los principios en el universo Campusano son: hacerse ver, hablar y ser. Y para ello hay que mostrar. Mostrar no solo cuerpos, sino ir al fondo con temas pesados, entre ellos, la trata de personas, sin concesiones. Campusano no juzga, muestra, y aquello que muestra en el grupo que retrata, incluye códigos establecidos en el imaginario como positivos (defender y alimentar a la familia, mantener los principios, bancar a los amigos) con otros ligados a la misoginia o la corrupción, sin pudor. No se trata de un cine contestatario ni que estiliza la violencia, sino que la acepta como tal. Se trata de asumir la identidad como director, de poner el cuerpo también, para que la película pueda ir más allá de la esfera de exhibición y se convierta en una prueba sólida, a fin de denunciar la complicidad de quienes sostienen este negocio infame. 

De todos modos, es justo reconocer que, más allá de esta dimensión ética, Fantasmas de la ruta se sostiene tranquilamente, con libertad, desde el punto de vista narrativo. Hay un momento donde uno cae y se interna en las historias que, con sus idas y vueltas, nunca se desbarrancan. Además, exceptuando la enorme presencia del Vikingo, hay otros hallazgos: el tío de Mauro, un tipo que está metido en el negocio y es un villano perfecto, y la joven Antonella, víctima de los integrantes de la red de trata, destinada a ser un rostro recordado durante mucho tiempo. Entonces, vuelvo sobre la sentencia inicial. “Nadie filma como Campusano”. Es cierto. Fue, sin duda alguna, la película distinta de la competencia internacional y probablemente (aún no vi P3ND3JO5 de Raúl Perrone), con Tierra de los padres de Nicolás Prividera, las que marquen un camino diferente en el cine argentino. Casualmente (o no) las dos involucran la palabra fantasmas.

La ultraderecha y los desesperados ponen todas sus expectativas en operetas, acuartelamientos policiales, saqueos, descontrol, desbordes represivos, muertos a granel. Quieren sangre, en suma. La ultraderecha defiende sus intereses.

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La desesperación es la enfermedad mortal


Obstáculos en los juicios de Lesa Humanidad / Acierto de Cristina en el Memorándum de Entendimiento con Irán

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La columna del Pájaro Salinas en el más reciente programa de La otra.-radio, para escuchar clickeando acá




En el pasado programa de La otra, el Pájaro Salinas analizó dos cuestiones, en su habitual columna de análisis político de temas nacionales e internacionales:

- Memorándum de Entendimiento con Irán por la Causa AMIA: Dice el Pájaro que el Memorándum ha sido una gran pegada de Cristina. Ella conoce el tema porque fue miembro de la Comisión Bicameral que investigó los dos atentados, el de la Embajada y el de la AMIA, primero como senadora y después como diputada. Cristina en los últimos tiempos se enteró o intuyó que era inminente un acuerdo entre EEUU e Irán, acuerdo que dejó pedaleando a la camarilla que gobierna Israel, con Netanyahu a la cabeza, a Arabia Saudita, gran rival de Irán en el mundo musulmán, y a Francia, que bajo la gestión de Hollande está a la derecha de todo. En este cuadro de situación ha salido fortalecida Rusia, en su rol de tender un puente entre las actuales autoridades iraníes y Occidente. Y también juega el Papa, que recibe a Putin y de ese modo impulsa la gestión de paz, contrariando los deseos bélicos de las derechas israelí y norteamericana. Cristina parece haber leído bien y antes de que fuera evidente esta nueva configuración internacional. El Memorandum de entendimiento con Irán ya no puede ser presentado por la derecha vernácula y el establishment sionista local como una negociación con un país terrorista, sin caer en el más absoluto ridículo, cuando los propios EEUU negocian con Irán.

- Los juicios de Lesa Humanidad en las provincias venían frenándose, entre otras razones porque el Poder Judicial no les liquidan en tiempo y forma los viáticos a los miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense, a los jueces y a los testigos. Esto se da en el marco de un claro enfrentamiento entre la procuradora Alejandra Gils Carbó y el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti. En los últimos días se produjo el desplazamiento del director de la unidad del área del Consejo de la Magistratura, Pablo Vassel. Él se encargaba hasta ahora de encontrar lugares físicos para los juicios de lesa humanidad y viene impulsando el juicio a Navajas Artaza en Corrientes, y en Jujuy a Carlos Pedro Blaquier, principal accionista del ingenio Ledesma. Los organismos de DDH manifestaron su preocupación por el desplazamiento de Vassel, quien se venia desempeñando muy bien. (Más información acá)

La otra.-radio va los domingos a las 23 en FM La Tribu. La columna del Pájaro se escucha acá.

El Príncipe: esto pasa en La Tribu

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Escuchar acá


Esto de que cada uno tiene algo que hacer en la vida, tiene que descubrirlo, yendo contra la sociedad, contra sí mismo y hacerlo. Y creo que él fue eso, un tipo que hizo lo que tenía que hacer. Y lo que pensaba yo es que durante estos últimos 9 años la figura del Príncipe creció notablemente y su música hoy está mucho más viva que cuando él estaba vivo. [Lo dijo Willy Villalobos; domingos a las 23:00 hs en FM La Tribu].

Entre los desamparados un alma se puso a bailar

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Discos nuevos en La otra.-radio - FM La Tribu - Domingo a las 23

Los Espíritus - Los Espíritus (2013)

Entre los desamparados

un alma se puso a bailar
bajo la luna de verano
la cárcel encontró su luz.
Los desamparados by Los Espíritus on Grooveshark

La Luna hueca - Skay Beilinson (2013)

  La Nube, El Globo y El Rio by Skay on Grooveshark

Dear Mrs. Lonelyhearts - Cold Ward Kids (2913)

  Fear & Trembling by Cold War Kids on Grooveshark

Las luces en la ciudad - Fito Paez

  Las Luces en la Ciudad by Fito Páez on Grooveshark

Marco Berger en Clarín: "El heterosexual que está con otro hombre, siempre que lo haga público, queda estigmatizado y su sexualidad quedará en duda para siempre"

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Programa del domingo pasado acá
Programa del domingo que viene: FM La Tribu, 88,7, online, 23:00.

Mateo Chiarino en Hawaii, de Marco Berger

Marco Berger (director de Plan B, Ausente y Hawaii) Mateo Chiarino (protagonista de Hawaii) y Javier De Pietro (protagonista de Ausente) estuvieron el domingo pasado en La otra.-radio. Los tres ya vinieron al programa varias veces. El motivo de invitarlos era doble: cuando posteo algo en el blog sobre las películas de Berger, se transforma en un hit instantáneo. El último post sobre Hawaii (película aún no estrenada) es para La otra un fenómeno arrollador, que lo llevó a ubicarse en pocas semanas entre las cinco notas más leídas de toda la historia del blog. Creo que en poco tiempo llega al podio, a juzgar por el ritmo de entradas diarias. Lo que habla de la expectativa que despierta la película y de algo más: del lugar silencioso pero muy significativo que ocupa el cine de Berger en este tiempo.

El segundo motivo por el que se me ocurrió invitar al cineasta y sus actores es que veo con mucho interés la manera en que los tres se involucran en discusiones sobre política nacional. No son militantes en sentido estricto, pero sí pibes muy interesados por la política y por intervenir de algún modo en ella. Tienen entre veintipico y treinta y pico, es decir: forman parte de una generación que creció bajo el paradigma neoliberal, que buscó durante un cierto tiempo ubicarse en ese páramo desolador, hasta que se sintieron interpelados por la politización que trajo el kirchnerismo. Marco postea en su facebook provocativos párrafos de encendida defensa del gobierno de Cristina, que generan discusiones con cientos de comentarios. Creo que le encanta hacerlo (postea sobre esto casi más que sobre cine). Así que los invité a que hablaran en radio de su mirada sobre la política. Vinieron el domingo y el programa lo pueden escuchar acá:


Al terminar la entrevista, Marco me comentó que le habían encargado para una sección del diario Clarín, Mundos Íntimos, que escribiera un texto. Y que ese pedido disparó en él ciertos dilemas ideológicos, dado su apoyo al kirchnerismo. Pero que había aceptado escribir. Hoy salió la nota en Clarín. Se llama:

Mucha gente aún cree que uno es gay porque algo le anda mal

Les dejo un párrafo de la nota, para que después la lean toda... en, ejem... Clarín:

...Tengo dieciséis años, soy el soldado heterosexual más firme. En la primaria fui novio de todas. La primera heterosexualidad fue la mejor. Te ponés de novio y ya está. Es una especie de contrato de común acuerdo en donde vos y una nenita se convierten en pareja. No hay contacto físico, pero hay amor a borbotones, cartas y escenas de celos de otras compañeritas. La segunda heterosexualidad es más compleja. Acá las mujeres, que ya no son nenitas, quieren besos y el fantasma del sexo persigue a los como yo , como el fantasma de la B a los antes bautizados putos. No sé si quiero eso. Un año antes, a los quince, había tenido mi primera novia formal, por así decirlo, y transábamos por horas en las esquinas, aunque ella tenía trece y el fantasma andaba lejos. El tener novia iluminaba mi heterosexualidad que seguía mentirosa sobre ruedas, sin nada por lo que preocuparme. Para los que no saben mucho de cine, los plot point son quiebres en la historia que desvían el curso natural de las cosas, o al menos así recuerdo haberlo aprendido. El segundo plot point de mi película acababa de cambiarse de colegio y entraba en mi vida. Yo desde los trece estaba obsesionado, en secreto, con los pelos de las piernas, las axilas, la barba, las nucas rapadas, la ropa deportiva y, más que nada, los bultos, la aglomeración de sexo escondida en los pantalones de compañeros, amigos, primos y vecinos. El deseo estaba orientado solo a lo carnal. Este nuevo personaje me despertaba un plus, cosa no muy menor, eso que no entendemos pero llamamos amor. No solo me calientan sino que también me enamoran.
Ahora sí sé que soy gay, adentro mío no hay ninguna duda.
Nunca voy a ser puto. La promesa sigue firme pero algo cambia y me carcome.
...Tengo dieciocho años, desde que me enamoré de ese compañero a hoy hubo mucha reflexión en soledad, muchas preguntas, muchos cuestionamientos y muchos futuros posibles. Sigo virgen. Las mujeres habían quedado en el pasado, pero la fama de heterosexual quedó instalada.... (Completo acá)

Mañana vuelve Marco a La otra.-radio, va a habalr del tema de fondo de la nota, pero además de los dilemas que le produjo escribir para Clarín. OJO: viene ni bien empieza el programa, a las 23:00. Así que el que sintoniza tarde se lo pierde. 23:00 hs. FM La Tribu. Online.

Rosario: ciudad del boom, ciudad del bang

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El documental Ciudad del Boom Ciudad del Bang de Martín Céspedes, se puede ver completo acá.

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