(Artículo de un periodista italiano)
por Gennaro Carotenuto
Es notable que cuando la especulación afecta a Italia la culpa es de ... la especulación, mientras que si el peso argentino pierde valor, la culpa es del gobierno de Néstor Kirchner primero, y de Cristina Fernández ahora. No todo anda de maravillas en Argentina (¿por qué habría de ser así?) y los datos macroeconómicos (el cambio peso / dólar, con el primero que ha perdido 16 % de su valor en 48 horas, la inflación, la desaceleración del crecimiento del PBI, la dificultad para crear empleo formal, incluso con una tasa de desempleo por debajo del 7%) no son indiferentes para la fortaleza general de las políticas redistributivas puestas en acción en el continente desde principios de este siglo. En particular, la salud de Cristina, evidentemente delicada, se presta a interpretaciones malintencionadas y tendenciosas por aquellos que no ven la hora de poner fin a la “anomalía latinoamericana”. Sobre los problemas de salud de muchos líderes de América Latina que han dado vuelta una página después de la larga noche neoliberal (las muertes de Néstor y Hugo Chávez, las enfermedades de Lula , Lugo y Mujica ...) se podría abrir una comparación audaz con la enfermedad y la desaparición igualmente temprana de Lenin y confiar en que no haya una analogía posible.
Hay que recordar, sin embargo, dónde estamos, en Argentina, en América y en el mundo. La realidad es que a pesar de la desaceleración del crecimiento económico impetuoso de los últimos años, la Argentina y la Latinoamérica integrada continúan reduciendo la desigualdad, un dato que enoja a los expertos de siempre, reunidos en Davos, que ven en América Latina un testimonio vivo de la falacia y la injusticia del modelo. En comparación con el final de los años 90, probablemente el momento de mayor desigualdad en la historia del país, el índice Gini que mide la desigualdad está ahora casi en la mitad. Para el PBI y el valor del dólar, los únicos parámetros que tienen valor en el mercado mundial, la igualdad es un estorbo, un valor negativo que impide liberarse al espíritu animal del mercado y la creación de riqueza. Para tomar sólo un ejemplo, uno de los muchos programas del gobierno ha permitido la creación en 2013 de 85.000 empresas industriales. Otro programa concentra los esfuerzos (los críticos hablan de gasto público clientelista) en la inserción en el mundo laboral de los jóvenes de clase popular de entre 18 y 24 años, que no son sino el terror de las clases medias racistas de siempre.
Estos (manipulados por los medios monopólicos de comunicación ) continúan viendo a esos "cabecitas negras" que vienen de la periferia, como el nudo de sus temores por la seguridad, piden la mano dura, miran a la derecha y son inducidos a creer que la libertad más importante es comprar y poseer dólares. No es así, la principal libertad es la de la inclusión social, la igualdad y las políticas redistributivas. Y fuera de los países centrales (y aun en ellos...) , como se evidencia con los problemas similares que tiene la Venezuela bolivariana, la justicia social y un alto nivel de gasto público destinado a las políticas redistributivas son incompatibles con los indicadores macroeconómicos que el modelo neoliberal pretende imponer a cualquier costo, incluso el costo humano.
Las políticas públicas dirigidas a la creación de igualdad y seguridad son, de hecho, vistas por los mercados internacionales como una venda sobre los ojos, y la caída del peso es una pistola apuntada sobre el país. La última vez, con la dolarización, se escogió el camino del sacrificio humano, la destrucción del Estado, la hambruna inducida por el FMI con miles de muertes por inanición, la desindustrialización del país y su remate total. Con todos los defectos y debilidades, la Argentina ha vuelto a abrir escuelas y hospitales, ha reducido la desigualdad a la mitad, y el momento actual, aún si se tratara del fin de un ciclo, es mil veces mejor qu aquel.
Traducción: Lidia Ferrari