por Livio Fortunato
(Verano de 2010) Terminé de leer El contorno del abismo, la excelente biografía de Leopoldo María Panero (LMP) que escribió J. B. Fernandez, y tengo la certeza de no saber casi nada del poeta. En eso me doy cuenta de que la biografía es buena: queda de manifiesto el misterio. Cuántas veces uno cree saberse de memoria a las personas: tanto las más cercanas como las otras; pero eso es sólo una ilusión que tenemos para no reconocer que a duras penas sabemos algo de nosotros mismos.
“Porque no hay otro secreto que la luz. Y la luz no es nuestra. Por lo que un hombre acaba de mendigo de borracho o de monstruo, es por la luz. Y la luz no es nuestra.” (LMP)
Podríamos decir que LMP es un poeta nacido en España, hijo de Felicidad Blanc y del poeta Leopoldo Panero. Hermano de Michi y Juan Luis Panero, también escritores y, aún así, diríamos muy poco. Podríamos decir, como tantas veces se dijo, que LMP es alcohólico, drogadicto, bisexual y loco, y, aún así, no estaríamos ni rozando la verdad de su ser.
“No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra sagrada.” (Éxodo 3:5)
Mendigo. Borracho. Monstruo. Luz.
Entonces volvemos a su poesía. Pero su poesía no es suya. Por eso, tanto premiar como lapidar a un poeta es absurdo. Contra ese absurdo parece rebelarse LMP cuando protesta por la vejación de la que ha sido víctima: “Pero no son sólo los militares los que me usaron; en España me ha usado hasta el portero…” dice en el poema llamado “El fin de la psiquiatría” (de Poemas del manicomio de Mondragón). Sabemos que desde joven ha pasado primero por la cárcel de Zamora y luego por todos o, si no todos, gran parte de los hospitales neuropsiquiátricos de España. Ha sido el conejillo de Indias de todo policía mental que se le ha topado… Y sabiendo esto, aún no sabríamos nada de Leopoldo María Panero.
Entonces volvemos a la poesía. La poesía sin más. Y que dice más de lo que el lector (el cómodo lector) quisiera que dijese.
“Soy una mujer barbuda
soy la cabellera del poema
el cofre azul en que guardo un susurro
junto a los dientes de Berenice
y tú mañana, lector
profanarás esta tumba.
(de Teoría del miedo)
Entonces cualquier cosa que nos suena a sagrado o a blasfemo nos horrorizará. Como se horrorizaron en el Sanedrín.
El miedo a los locos.
El miedo a la locura.
El miedo al miedo…
Entonces leeremos poesía con el ojo del Sanedrín, o sea, como los Críticos, ese sanedrín moderno, pero mil veces más estúpido y cobarde.
(Fragmento de la nota "Y la luz no es nuestra" que se puede leer completa en el blog UN LARGO)