por Gonzalo Aloras *
No hay otros ejemplos entre los músicos populares argentinos de su generación que dediquen tanta pasión a la producción y le den tanta importancia a la experimentación, a la tímbrica, a las sonoridades, a la instrumentación de cada uno de los versos, a la decisión en los materiales, al proceso mismo de grabación y mezcla; en otras palabras: al amor por el audio. Pues acaso si los hay entre aquellos cantantes que saben rodearse de profesionales y logran un refinado producto, no son artesanos en la concepción general del proyecto. Gustavo Cerati es un escultor: esculpe el audio de sus canciones en el aire (junto a su invalorable equipo de labor: técnicos y músicos). Este arduo trabajo sonoro que denota horas modelando arreglos, sonidos y efectos, sumado a los aciertos compositivos y líricos de al menos las cinco canciones que aquí se transcriben, hacen de este disco un techo, un umbral de la época pop argentina y un faro para aquellos que, fuera de todo prejuicio perceptivo, esperan siempre dar con algún registro intenso, alegre y renovador para sus oídos, sea cual fuere su autor, su procedencia.
* Fragmento de una nota publicada en el blog Un Largo. Para leerla completa, clickear acá.