Martín Rodríguez en La otra.-radio. Domingo medianoche FM La Tribu. 88,7. Online
Yo miro por el día que vendrá
hermoso como un sol en la ciudad
y si me escuchas bien
creo que entenderás
por qué yo esperé en vano
que me dieras tu mano
de mis huesos la humanidad
debes salvar.
Los magos, los acróbatas, los clowns
mueven los hilos con habilidad
pero no es el terror a la soledad
lo que hace a los payasos
uno rojo, otro blanco
y a los viejos romper la voz
para cantar:
Oye, hijo, las cosas están de este modo
una radio en mi cuarto me lo dice todo
no preguntes más
tenés sábados, hembras y televisores
tenés días para dar aún sin los pantalones
no preguntes más.
Siempre el mismo terror
a la soledad
me hizo esperar en vano
que me dieras tu mano
cuando el sol me viene a buscar
a llevar mis sueños al justo lugar.
Versión 17 de octubre de 2004
Ayer cumplió 63 años Charly y nuestro invitado del próximo domingo mañanó tuiteando:
De pie, señores. Cumple años el mejor argentino vivo: García. Acusado de blando, hizo el disco más importante del mundo: Instituciones.
— Martín Rodríguez (@Tintalimon) octubre 23, 2014
Entre 1972 y 1980 hizo las canciones más políticas y más inteligentes. A la vez. Fue nuestro Lennon y Dylan. Héroe de la clase media.
— Martín Rodríguez (@Tintalimon) octubre 23, 2014
¡Tuvimos un beatle, argentinos!
— Martín Rodríguez (@Tintalimon) octubre 23, 2014
Instituciones, un Manifiesto Comunista. El comunismo, la religión laica de los hijos de la clase odiada. García: OBRA CUMBRE.
— Martín Rodríguez (@Tintalimon) octubre 23, 2014
Si fueras neoyorquino sabrías mucho quién es Lou Reed, Prince, X, etc., como nosotros. Pero no sabrías quién es García. Gracias periferia.
— Martín Rodríguez (@Tintalimon) octubre 23, 2014
Bueno, fin. Pero con esta plaza: https://t.co/MudUFLO7tz
— Martín Rodríguez (@Tintalimon) octubre 23, 2014
Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (Sui Generis, 1974)
Charly logró, a sus 23 años (¿milagro? ¿evidencia de que hay generaciones más resueltas y dotadas que otras?) un disco que es foto de época, estado de la mente y clásico perenne. Los colchones de sintetizadores podrían haber fechado el sonido de manera irreparable, pero la estructura de las canciones es tan lograda y la producción artística tan precisa que sigue sonando fresco, inquietante, misterioso. Sus letras (intervenidas por la autocensura que no permitía decir las cosas de manera más directa, en la época de la triple A) logran un balance inmejorable entre la lírica y el testimonio. Un disco al que no se puede dejar de volver. Y volver.
20 años después, hacia La Hija de la Lágrima convergen todas las líneas, desde el angst juvenil de Canción para mi muerte y la desolación de Confesiones de invierno, atravesando el tenebrismo gótico de Tango en segunda y El show de los muertos, tan lleno de malos presagios.
Ecce Homo: hubo un tiempo en que Charly llegó a ser el que era. La Hija de la Lágrima tiene un argumento que nunca se entenderá, como una película de Lynch, con un oscuro pasadizo que conduce a una caverna. Las grandes canciones, las que Charly sabía hacer, emergen de un fondo ominoso y se van desmembrando. Un sonido espeso, un acorde de frecuencias ultra bajas atraviesa la noche. El alba agoniza en un finale que nos deja llenos de inquietud: Andan, la canción terminal: “Te vas / te vas / la víctima despierta / porque mi ángel se fue / tanto tiempo atrás…”.
El domingo en La otra.-radio hablamos con Martín Rodríguez de política, de kirchnerismo, de su libro Orden y Progresismo. Los años kirchneristas. Y de Charly.