por Oscar Cuervo
Ayer, ante la perspectiva de una segunda vuelta para elegir al próximo gobierno porteño, competencia de la que el Frente para la Victoria quedó afuera, yo decía que ahora el kirchnerismo porteño tiene que dedicarse a sumar más votos para su lista de diputados nacionales. Mientras tanto, una incógnita interesante es qué van a hacer los votantes de Recalde en la segunda vuelta. Lo más probable es que no todos hagan lo mismo (pese a los temores de Morales S). Una parte importante (entre los que me incluyo) votará en blanco, pero ya pueden leerse algunos debates en las redes sociales en los que muchos kirchneristas manifiestas su intención de votar a Lousteau para dañar al PRO. Es posible que una porción se ausente. Los votantes no esperan una indicación de la dirigencia para decidir su posición, y hacen bien: el Frente para la Victoria debería dejar en libertad de acción a su electorado, en una elección en la que nada puede ganar ya que es una interna que solo complica al Círculo.
En estas últimas 24 horas, el debate entre kirchneristas porteños acerca de qué hacer con el voto del ballotage se intensificó. Un núcleo duro (que se intersecta fuertemente con los que hace poco aseguraban que Randazzo era "el candidato de Cristina") sale a proclamar su apoyo a Lousteau, en lo que llaman "voto táctico" o "voto estratégico" (evidentemente desconocen la enorme diferencia semántica entre esos dos conceptos, pero probablemente se deba a que para ellos no existe la noción de estrategia). Si gana Lousteau, razonan, la ciudad de Buenos Aires se libra del macrismo. Como si la responsabilidad política de los 8 años de macrismo no estuviera compartida entre la indiferencia con que el kirchnerismo siempre postergó las necesidades específicas de este electorado, la complacencia con que los bloques FPV respaldaron proyectos macristas en la legislatura y, finalmente pero lo más importante, la decisión de dos de cada tres porteños de sostener 8 años al Ingeniero en el rol de Jefe de Gobierno. Ninguno de estos factores decisivos para la hegemonía PRO en la ciudad se borran de un plumazo si gana Lousteau.
El agravante es que estos kirchneristas "tácticos" están votando a un ex-ministro del gobierno que:
1) se comportó como un renegado desde que abandonó las filas del kirchnerismo y se alió con el gorilismo más recalcitrante;
2) es bancado por la mafia nosiglista de la UBA que vació el Hospital de Clínicas de la UBA, que desde mañana deja de practicar cirugías por falta de insumos;
3) forma parte de un acuerdo electoral con el mismísimo PRO, y admitió, por una pregunta de Mariano Reclade, que en las nacionales votaría a Mauricio Macri;
4) la campaña del FPV en la ciudad se basó en remarcar que Larreta y Lousteau son lo mismo.
Este kirchnerismo atolondrado, que ahora se apresta a integrar y así robustecer la legitimidad política de una interna entre dos fracciones del Círculo Rojo que seguirían gobernando la ciudad contra los intereses populares y se alinearían en Nación detrás del partido de la restauración neoliberal, se transforma irónicamente en el ala K del macrismo.
Así nace Kambiemos, que el la interna neocon porteña vota a la variante cool sobre la más rústica variante amarilla.
Uno de los argumentos que usan estos kirchneristas de Kambiemos es que hay que impedir el triunfo del macrismo para que se caiga definitivamente su proyecto nacional. Ya está refutado por el hecho de que la otra fracción forma parte del mismo frente. Pero además, se alega que "hay que comprometerse en la decisión", como si el voto en blanco no fuera un fuerte compromiso político. Se afirma, falazmente, que votar en blanco es votar por Larreta. Falso y falaz: en la segunda vuelta, gana el contendiente que tenga un voto más que su rival, no importa cuántos ciudadanos hayan asisitido a votar ni cuántos hayan votado en blanco. Ninguna ecuación porcentual es necesaria para determinar quién gana una segunda vuelta: lo hace el que tiene un solo voto más que el otro. Con lo cual, los votos en blanco no se computan ni para uno ni para el otro. Justamente significan con elocuencia política que no se elige a ninguno de los dos.
A las críticas a estas posturas abstencionistas (no votar o votar en blanco), se le agrega un mito desmentido por la historia: que votar en blanco es no participar o implica una opción antidemocrática o no combativa. Falso. Al respecto me acota con justicia Carlos Balmaceda:
"Abstención revolucionaria del radicalismo, voto en blanco que superó al de Illía, ordenado por Perón, voto a Frondizi pero después de hacer acuerdos, y, al no cumplirse, quitarle la base de sustentación. Nunca fueron opciones antipolìticas, ni una expresìón que se confundiera con darle el triunfo sin ningún tipo de compromiso al primero. Una cosa es la extorsión estadística, "si votás en blanco, votás a Larreta" y otra es la expresión de ese voto en blanco. Que habrá quien lo llene de antipolìtica, no es mi caso. Todos los votos del FPV en blanco expresarían claramente una posición de repudio a las dos opciones, y, en el mar de las "tendencias" y el mercadeo, un bloque definido que dijo "no". ¿Votar a Lousteau para "debilitar" al PRO? Es una versión descafeinada de la misma derecha, con la posibilidad, sobre la imagen de un candidato cool, canchero, joven, màs decontractè, de hipnotizar un poco más al electorado porteño. Sacarse al PRO de la ciudad es terminar con su política de recolección de basura, con los negociados de obra pública, etc., etc, etc., cosa que no va a ocurrir con Lousteau.".
El FPV aún no se pronunció públicamente acerca de la actitud de voto que promueve en segunda vuelta, pero las especulaciones sobre un eventual apoyo a Lousteau se derrumban ante estas declaraciones de quien a partir de ayer se constituyó en el principal candidato kirchnerista porteño, de cara a agosto y octubre: Axel Kicillof dice:
"No puedo dar una respuesta tajante [sobre la decisión que tomará el kirchnerismo de cara a la segunda vuelta] porque todavía no lo hemos charlado, pero no vamos a hacer ninguna aventura extraña. Macri apoyó fervientemente al neoliberalismo desde el golpe de Estado hacia adelante con Menem, Cavallo y toda esa troupe. Mientras que Lousteau fue un fracaso durante su gestión como ministro de Economía durante el primer gobierno de Cristina. Lousteau se enfrenta a su viejo maestro, que es Larreta, ya que con él empezó en la política".
Semejantes declaraciones de Kicillof no parecen consistentes con el entusiasmo lousteausista de Kambiemos. Por lo que los kirchneristas que ahora miran con buenos ojos al ahijado de Nosiglia se irían alejando no tan imperceptiblemente del kirchnerismo para acomodarse en el difuso espacio del "progresismo porteño", ala izquierda del Círculo Rojo.