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Las costillas de Scioli, Macri y Massa

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El mito de la sociedad corrida al centro


Las PASO resultaron radiografías que nos permiten contar las costillas de los candidatos presidenciales. Así, Scioli tiene 38 costillas, Macri tiene 24 y Massa 12. 

No es conveniente olvidarse de este conteo para pensar el sentido de esta sucesión que la derecha se entusiasma en denominar, desde hace 8 años, "fin de ciclo". El asunto es un poco distinto a eso. Un ciclo político no se termina por el mero paso del tiempo ni por una sucesión de períodos fijados por la Constitución. 

Un ciclo político se termina cuando da lugar a otro. 

El 10 de diciembre habrá otro presidente en la Rosada, pero nada indica que ahí comience un ciclo nuevo, que llevaría el nombre del futuro habitante de la casa de gobierno. 

El corrimiento hacia el centro, un lugar común con el que fatigan los analistas políticos grandes, medianos y pequeños en estos días, es una figura para hacernos creer que los conflictos de la sociedad se organizan en posiciones espaciales. Según este relato un poco zonzo, el kirchnerismo estuvo durante 12 años ocupando un extremo y ahora la sociedad quiere correrse hacia el centro. Pero el centro no significa absolutamente nada. El año que viene estarán las empresas a las que les interesa el país, estarán los fondos buitres como fuerza de choque del poder financiero trasnacional, estarán los agroexportadores hartos de estatismo que quieren el dolar recontra alto y cero retenciones. También estarán los trabajadores y sus paritarias, las dirigencias sindicales ávidas de revalidar su representación ante un escenario nuevo, ansiosos por decodificar el lenguaje del nuevo jefe de gobierno que les permita atornillarse en sus puestos de burócratas vitalicios, estarán los sectores postergados que no fueron beneficiarios de los veranitos del consumo, estarán los economistas que receten terminar con el déficit fiscal, las clases medias que no quieren compartir el espacio público con los negros pobres, y las clases dominantes que pateen el tablero del garantismo y le pidan a las fuerzas de seguridad que salgan a matar en defensa de la propiedad privada.

Nada de eso es el centro de nada. 

Ahí solo hay quilombos pendientes, los mismos quilombos de hoy. Hay que ver si quien encabece el estado argentino está dispuesto a volver a la normalidad prekirchnerista, es decir, a ponerse a las órdenes del poder económico y financiero trasnacional aliado a la oligarquía nativa. Ninguno de ellos es el centro, no están en el centro ni quieren el centro: quieren el goce propio y la sumisión ajena. Entonces el centro es un atributo de mercadeo electoral para sectores medios que se creen "la gente". Pero después se gobierna siempre en un extremo. Eso no tiene nada que ver con el tono de voz del presidente ni con las conferencias de prensa. El tardo-capitalismo nunca es céntrico, es desmesurado por naturaleza.

No hay lugar en el medio donde poder encontrarse todos. El centro es siempre el punto geométrico desde donde tironean fuerzas contrarias. Ningún fin de ciclo va a terminar con eso. Ninguna metáfora espacial puede borrar esas pujas.

Scioli no podrá ser centro, ni podrá ir al centro. Va a tener que mediar entre una fuerza y la otra de esta puja y hay que ver para qué lado se inclina nomás. La diferencia con Macri o Massa es que va a llegar con un mandato que no le pide ningún centro sino que siga en el rumbo en el que el país viene en los años descentrados del kirchnerismo. Será muy diferente si gana Macri, porque él llegaría con el impulso contrario. Sus votos le piden desandar el camino de populismo y volver a la naturalidad de dominadores y dominados. Macri no será ningún centro. La mentira de que son lo mismo está refutada por la diferencia de los sectores sociales que los votan.

La ventaja de Macri es que él llegaría con ese mandato; el problema de Scioli es que los votos que recibe le indican que siga avanzando en dirección a la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Los que van a ir a seducirlo o extorsionarlo le van a dar unos días de plazo para que rompa todo eso. El problema es que si él acepta, se va a minar sus propias bases. Podría terminar como Dilma ahora o como Alfonsín en el 88.

Si el ciclo de los Kirchner se mide por docena no es porque el matrimonio de Néstor y Cristina haya sido particularmente ávido de poder, sino porque pudo (no es lo mismo). Hay que ver qué puede el que venga después. Y Néstor y Cristina pudieron porque sus mandantes le han renovado la confianza hasta hoy. Y quizás más allá también. Habrá que ver si alguno de los que se postulan a sucederlos aprendieron esa lección.

Y ojo, que Cristina se queda. Hubieran querido borrarla pero no han podido.

Mientras tanto, un consejo a Scioli, que seguro no lee este blog ni tampoco tiene a alguien cercano que lo lea. Es decir, voy a hablarle al viento.

Pagni le aconseja a Scioli que se corra al centro, porque eso va a darle la confianza de los mercados y no sé cuántas cosas más; Pagni le aconseja a Scioli que vaya a la caza del mismo electorado que Macri, supuestamente el centro, que ya dijimos que no existe. Si Scioli le hace caso a Pagni, el columnista de La Nación quedará complacido y probablemente Scioli pierda, porque el 38% de ayer es una parte (ni siquiera todo) del kirchenrismo. Si Scioli se des-kirchneriza probablemente perderá votos, antes o después de octubre. Para ir hacia aquel lado, mejor Macri. 

Yo no le voy a pedir a Scioli que se kirchnerice. Eso es una pavada legendaria que instala la derecha en su avidez por los relatos. No me interesa que Scioli se muestre agradecido a Néstor y Cristina, ni que los nombre un par de veces en sus discursos. El sentimentalismo aplicado a la política es peligroso si no respalda una agenda de conflictos reales. En vez de expresar su cariño por Néstor y "nuestra querida presidenta" (también tiene cariño por Menem y por Duhalde), lo que tiene que hacer Scioli es proponer una agenda concreta, decirnos a los que estamos dispuestos a votarlo qué conflictos se propone encarar y cómo. Lo que falta hacer, eso para lo que el kirchnerismo resultó insuficiente. Si quiere renovar el aire después de 12 años intensos y estresantes, nos tiene que proponer otras luchas; superar en la crítica práctica al kirchnerismo haciendo lo que Néstor y Cristina no alcanzaron a hacer. Como ningún candidato dice nada de eso, si Scioli propone una agenda así, va a lograr diferenciarse del resto y tomar del aire algo que está flotando y nadie logró aún expresar.

Si no se anima a eso, Scioli va a ser el mal menor, la barrera que vamos a elegir para ganar tiempo y evitar que la derecha avance. En ese caso él va a quedar en medio del tironeo.

Después vemos.

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