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La devastación de la dignidad

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Traficantes de personas y Grecia


por Lidia Ferrari

Cuando uno llega a Buenos Aires se encuentra en el aeropuerto de Ezeiza con fotos de personas de todo el mundo y las razones por las que viven en Argentina y quieren a Argentina. Es decir, una exposición de la bienvenida a los extranjeros, que está inscripta en nuestra Constitución. ¡Qué diferencia con Europa y su resistencia a recibir a los extranjeros! Ya desde hace varios años existe una verdadera crisis migratoria, producto en varios casos de las intervenciones de Occidente, como el caso más reciente en Libia. El proselitismo de derecha, como el de Marine Le Pen en Francia o el de la Lega Nord de Italia, es anti inmigrante y encuentra eco en las personas que quieren ver en los inmigrantes la raíz de sus problemas, para no ver otras causas que los conducirían a tener una actitud crítica frente a su realidad.

Los africanos que se lanzan al mediterráneo como sea, lo hacen mayormente hacia Italia. El peso del problema, entonces, lo tienen los países a los que arriban los inmigrantes, pues los otros países europeos les intentan cerrar las fronteras. Desde el año 2000, más de 20 mil inmigrantes murieron en el Mediterráneo. Europa pregona elocuencia humanitaria pero no toma medidas concretas. Digamos que Europa no se hace cargo de los problemas que ella misma genera.

Pero hay otra cara de esta crisis humanitaria de la inmigración y es que los inmigrantes también son un negocio. Por un lado el negocio gigantesco para los traficantes de personas. La agencia europea Frontex estima que cada trayecto en estos barcos de la muerte reporta al armador ingresos de entre uno y cuatro millones de euros [ver acá].

El otro negocio es que Europa provee de fondos para afrontar esta crisis humanitaria. Entonces políticos y mafia encuentran un formidable negocio en ocuparse de los inmigrantes. Le dan alojamiento y migajas y se embolsan la mayor parte del dinero. Así lo dice un mafioso de Roma que en connivencia con los políticos fue registrado en escuchas telefónicas diciendo que el dinero de la inmigración era más rentable que el de la droga.


Otro de los grandes problemas de Europa es la crisis económica y financiera (que por cierto no es sólo europea). El síntoma más evidente es el problema de Grecia. Un diario alemán muy popular, que en 2010 ya había propuesto que los griegos debían vender la Acrópolis, hizo la lista de las islas de propiedad estatal que podrían ser vendidas para recaudar efectivo *. Lo que está claro es que han querido humillar a Grecia y no se trata sino de una operación a escala internacional de eso que saben hacer los financistas. Grandes fortunas se han hecho comprando terrenos devaluados por una campaña previa. Esto ahora cobra una escala planetaria. Pueden derrumbar un país para comprárselo por migajas y hacer lo que quieren. Es lo que pasa con Grecia, a la que no le han dado ni una mínima posibilidad de modificar este plan de rapiña y saqueo. Esto significa una guerra sin tregua de los poderes económicos financieros con una voluntad de supremacía sobre los países del sur de Europa que a muchos recuerda al del bigotito. De todos modos, no sin perplejidades se observan estos planes que, más que destruir a Grecia, parecieran un suicidio de la misma Europa, al menos tal como ha sido concebida hasta ahora. ¿Será que sus proyectos son apropiarse del Partenón en Grecia o del Coliseo en Roma, gratis? 

Lo cierto es que no hay demasiada conciencia de la gravedad del problema en la gente. Todavía en Europa la gente está adormecida. También una gran diferencia con Argentina. En un bar de Buenos Aires, como por doquier, se escuchan acaloradas discusiones políticas. Ocuparse de la política conduce a tomar conciencia de que el enemigo es poderosísimo, que no ceja en tratar de someter, que lo hace con el más poderoso aparato mediático de la historia humana, que miente, que ha llegado a niveles de cinismo y mentira formidables, lo que obliga a estar atentos y críticos frente a la realidad que muestran.

Un traficante de personas confiesa en un libro: “En Libia, los clientes son demasiados, no tienen alternativa más que poner su vida en la manos de los traficantes” [ver acá]. Muy diferente al negocio que hacía en una época donde debía preocuparse de que las personas llegaran sanas y salvas para que su negocio prosperara. Ya no ocurre eso. Dice: “Ahora los traficantes pueden bajar la calidad del servicio. No tienen por qué preocuparse de su reputación. Es cuestión de mercados; mientras haya demanda, puedes hacer lo que quieras”.

Es la misma lógica que hace que Europa humille a Grecia, la arrodille para luego hacer de ella lo que quiere. Es la lógica que está avanzando en el mundo. Los poderosos se ocupan de reducir a un estado tal a las personas que luego ellas no podrán defender sus derechos. Es la lógica contraria a la voluntad política que se ha instaurado en Argentina desde el 2003 que, no sólo ha hecho crecer la economía y darle dignidad trabajadores y personas con innumerables acciones concretas, sino que ha hecho que el país también recuperara dignidad frente a los otros países. Sería lo opuesto de un sistema como el que se está implementando en Europa donde lo que prima es la rapiña y el saqueo, es decir doblegar la voluntad de los más débiles, similar a la lógica del traficante de personas. Es crucial defender estas políticas que han llevado adelante algunos países de América Latina para devolver a sus ciudadanos y a su soberanía un lugar de dignidad, la mejor posible para poder tener instrumentos de defensa frente a estos voraces depredadores de la raza humana que lo único que quieren es doblegar a la mayor cantidad de personas, pueblos y naciones para poder saquearlas a su gusto. La lógica del traficante, para quienes las personas son sólo cuerpos sin valor (el único valor son los Euros que pagan previamente para el viaje) se intercepta con la inermidad de aquellos que no tienen nada que perder. Es la lógica que se quiere imponer en todo el planeta. Sólo los que aún pueden tener dignidad y algo que defender les podrán hacer frente.


* Parece una provocación que en Alemania un diario muy popular diga que "Los griegos deben vender las islas para pagar los préstamos".

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