Sábado en Patologías Culturales y domingo en La otra.-radio: entrevista a Guilherme de Alencar Pinto, autor de la extraordinaria biografía de Mateo. FM La Tribu, 88,7
Guilherme de Alencar Pinto es autor de un libro imprescindible para terminar de comprender el genio anómalo del músico uruguayo Eduardo Mateo. El libro se llama Razones Locas y acaba de publicarse la cuarta edición, conjuntamente realizada por La Edad de Oro (Buenos Aires) y Perro Andaluz (Montevideo). Esta edición actualizada, a más de 20 años de la primera, permite revisar en perspectiva el sostenido crecimiento de la reputación que fue conquistando Mateo desde el momento de su muerte, ocurrida en 1990, y la actualidad. Alencar Pinto logró un libro extraordinario, que es la mejor presentación a la obra de un músico que aún desafía nuestra capacidad de escucha. Con motivo de esta nueva edición, Alencar vino a Buenos Aires y tuvimos oportunidad de entrevistarlo, junto con Máxi Diomedi.
Este fin de semana vamos a emitir la entrevista en dos entregas: hoy sábado a las 17:00 en Patologías Culturales y mañana domingo a la medianoche en La otra.-radio, por FM La Tribu.
En el pasaje de Razones locas que citamos a continuación, Alencar se pregunta por los motivos de la difícil recepción que tuvo una obra artística tan descomunal como la de Mateo, en el contexto de la cultura montevideana de la época de la dictadura militar y el Canto Popular uruguayo:
El caso de Mateo es apenas un extremo, no demasiado improbable, de una situación que es inherente al tamaño del mercado uruguayo, agravado por la orientación predominantemente mercadológica de la difusión musical. Pero el factor decisivo fue el sicológico, que llevó a que el propio Mateo boicoteara una buena parte de las oportunidades que le brindó el medio. Si uno tratara de establecer hasta qué punto contó un factor u otro, se podría pensar en un claro análogo primermundista, tan venerado como Mateo por sus congéneres: Charlie Parker. Tan autodestructivo e indisciplinado como Mateo, y habiendo vivido quince años menos, se encontró con una estructura preparada para dar mucha más consecuencia a sus brotes de calidad e inventiva, y logró dejar registrada una proporción de su obra de la que nadie se puede quejar.
Pero lo que más me importa destacar es un tercer favor: la reacción de la sociedad ante una figura como Mateo en un contexto política y socialmente más convulsionado y dramático que el vivido por Parker (sin querer disminuir lo que hay de dramático en el contexto en que vivió Bird). El momento, a muy grandes rasgos, podría ser definido bipolarmente como la oposición de las tendencias dictatoriales (el sistema, la situación) y la resistencia protagonizada por la izquierda política. Esta situación se inmiscuyó totalmente en el escenario musical uruguayo. Sin embargo parece no haber habido diferencias entre la elite intelectual, el sector social de izquierda y el cuerpo social más amplio, unidos todos en la postura normal de segregación del 'loco'.
La particular 'locura' de Mateo parece ideal para hacer de él un punto de referencia ideológico. Bastante impermeable a los estímulos sociales, Mateo respondía muy poco a opiniones ajenas. Las grabaciones de espectáculos de los años oscuros de Mateo demuestran que la evolución de la categoría de 'sombra lastimosa' a la de genio intocable se operó más en los observadores que en el observado. En todo caso, la actitud personal que culmina con una mendicidad apenas más notoria que la mantenida hasta sus últimos días, parece ser más bien una respuesta a una merma violenta de las posibilidades de trabajo que la causa de la misma. Y acá no se trata de establecer culpas individuales, ya que el cambio de enfoque ocurrió, más o menos pronunciado, en allegados a Mateo que con toda buena voluntad trataron de respaldarlo en los tiempos difíciles. Por si hace falta, el caso de Mateo viene al pelo para mostrar la incidencia de lo subjetivo, ideológicamente condicionado, en juicios que algunos tienen la absoluta seguridad de que son 'objetivos' y defendibles racionalmente. Si el diccionario de la Real Academia define 'locura' como 'privación del juicio, no sería un arrebato romántico decir que ese rasgo correspondió a los demás, en forma más pronunciada que a Mateo.
Mi intención no es hacer una defensa idealizante de la actitud de Mateo. En lo personal, deploro muchas de sus actitudes, y sufrí las consecuencias de su ética personal dudosa y su eventual egoísmo (que parecían convivir en él sin conflicto con lo mucho que tenía de querible y admirable). Lo grave es que las fuerzas progresistas del Uruguay, necesitadas de los aportes poderosos de esos talentos descomunales que aparecen cada tanto, hayan desperdiciado por tantos años (y justamente qué años) una prodigiosa fuente de ideas útiles. Es comprensible que los músicos resistentes no se subieran livianamente al carro de posibles delirios, pero es también decepcionante que no hubiera un intento -en una época en que se tendía a las teorizaciones, a la apología del rigor y del espíritu crítico- de derivar de Mateo y de su producción sus complejas y ricas implicancias estéticas y filosóficas, de hurgar en su gama de posibles sentidos, para entonces evaluar lo que de allí podría servir o no al 'hombre nuevo'. El contraste entre el comportamiento de Mateo y la normalidad social era lo que ponía en evidencia especial sus incoherencias, endebleces o sinsentidos -características que, si uno se pone especialmente crítico o autocrítico, va a encontrar en cualquier cuerpo social-. Y el cuerpo social -como es tendencia casi ecuménica- prefirió negar sentido a lo diferente antes que ponerse a buscarle nuevos sentidos (y así parcialmente desarmarse). En líneas generales, se reaccionó por un somero etiquetaje, permitiendo que la 'música de izquierda' quedara (falsamente) asociada a las cuadradeces que al poco tiempo estarían patentes en la izquierda misma.
(Razones locas, capítulo 26)
Más sobre Eduardo Mateo acá y acá.