por Lidia Ferrari
Entramos en una nueva etapa donde no están Néstor ni Cristina, pero hay un proyecto de país. ¿Y qué hace el pueblo frente a un momento de pasaje crucial, frente a esta nueva realidad que se le presenta, donde ya no está su líder para defenderlo? Toma las riendas. Toma las riendas porque no le queda otra, claro. Lo que está claro en estos últimos días es que este pueblo, en el cual la fisonomía del líder aún no es clara y donde habrá un cambio, un inexorable cambio, ha tomado el toro por las astas, después del susto del 25 de octubre. Se ha ungido como pueblo y ha decidido pelear por eso que el kirchnerismo, desde el liderazgo político de Néstor y Cristina, le fue extendido. El pueblo ha decidido apropiarse de lo logrado, es decir de la historia de construcción política de estas últimas décadas. Pero este pueblo no es una ‘entelequia’ constituída. Son los miles “uno a uno” que se apropian de las herramientas que se fueron consolidando en esta década. Cristina dice: cuando voten piensen que en el voto están sus derechos, está haciendo extensiva una construcción de consciencia popular. Los programas llevados adelante por este gobierno, no son sólo programas que “benefician” a sus usuarios, sino que, a través de ellos, se ha vehiculizado un derecho que se adquiere.
Entonces se trata de la construcción de un pueblo, de la construcción colectiva que, como dije hace algunos días, se le debe agradecer al kirchnerismo pues “ha puesto a la sociedad a pensarse. Pensarse como sociedad no es algo que se hace colectivamente sin más, sino que requiere un compromiso subjetivo de cada uno”. Algo que se ha visto en estos días con la militancia “uno a uno” de aquellos que no son militantes, sino ciudadanos militando como ciudadanos con plenos derechos. Como dijo mi amigo Oscar Cuervo: “... esta práctica política tiene una cualidad que trasciende incluso el resultado de las elecciones. La experiencia subjetiva y a la vez colectiva de salir a la calle y poner en la calle a la política, de poner el cuerpo y la oreja, de tratar de comprender las razones del otro y responder esas razones con otras razones, es un fenómeno no previsto, no dirigido por ningún comando de campaña y lo contrario a cualquier estrategia de marketing. Ese hecho político es un fin en sí mismo y está destinado a persistir más allá del 22, sea tanto que gane Scioli como que gane Macri. Esta multitud de movilizados con un alto grado de involucramiento vamos a estar ahí sea cual fuera el resultado. “
Creo que de lo que se trata es que ha habido aquí una apropiación por parte del pueblo de lo que se construyó en estos años. En este sentido hoy diría, en lugar de esa duda del 2011 acerca de si nos merecíamos o no a Cristina, podría decir con precisión: nos merecimos a Cristina. El pueblo no sólo la ha merecido sino que ya puede ir más allá de ella y de Néstor, con lo que ellos han puesto. Se trata de una relación estrecha entre liderazgo y pueblo. Una construcción de pueblo, precisamente, como dice Laclau, como hecho contingente. Aquí está el pueblo construyéndose en el día a día y uno a uno, en la pelea por el 22 de noviembre.