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MACRI PRESIDENTE: ¡PERDIMOS!

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Una discusión en La otra.-radio para escuchar clickeando acá



Ganó Macri.

Perdimos.

Perdió nuestro candidato, Daniel Scioli, por dos puntos de diferencia.

Macri hizo bien su campaña, le ofertó un "cambio" abstracto al tercio despolitizado de la población que inclina la balanza para uno u otro lado. El contenido concreto del cambio lo iremos descubriendo muy pronto. Será un gran aprendizaje.

Se terminan 12 años de kirchnerismo, lo mejor que Argentina vivió en medio siglo.

Después de 12 años perdimos sacando 48,60%. Habría que hacer UN recuento de votos en Córdoba, donde en algunas mesas 1 + 1 = 3. Puede ser un poco más. Pero bueh, no vamos a ser como ellos. Perdimos.

Las causas de la derrota son múltiples. Atañen, en diversos grados, a muchos actores políticos. Empezando por la dirigencia máxima del FPV, Cristina y Scioli.

A cada cual lo suyo.

A los militantes y simpatizantes del gobierno nos cabe no haber sabido plantear críticas razonables al rumbo del gobierno en tiempo y forma. Al campo popular, integrando en esto a kirchneristas y no kirchneristas, el no haber dejado de lado mezquindades para presentar un frente unido y plural contra el adversario. Los kirchneristas fuimos soberbios con nuestro 54% de 2011 y no interpretamos correctamente el sentido de ese mandato. No era un cheque en blanco. Nos faltó acercarnos a hablar con otros sectores del pueblo no K, para lograr una unidad en la acción desde identidades diferenciadas. Estos sectores populares no K le retacearon el apoyo a las duras luchas contra el poder económico que el kirchnerismo dio en estos años. Le buscaron los peros a Néstor y Cristina en causas que eran en beneficio del conjunto. Sólo en las últimas semanas, sectores que jamás bancaron a Néstor y Cristina en la calle, ahora salieron a bancar a Scioli, ante la evidencia de que Macri nos llevaba puestos. Si hubiera habido menos mezquindad de ambos lados del campo popular, K y no K, quizás otro gallo cantaría.

Scioli le puso garra a la campaña. En el último tramo. Sólo después del magro resultado de la primera vuelta. Desaprovechó el capital político de las PASO, hizo la plancha, no estuvo donde tenía que estar durante las inundaciones (Por qué no crece Scioli), y el 22 de octubre empezó a pagar cara su indolencia. Si hubiera sido desde marzo como fue en estas últimas tres semanas, por ahí ganábamos.

La militancia K no le puso mucha onda a la campaña. Scioli no hizo mucho por conquistarla. Tampoco hizo algo por tener una militancia propia. No hay sciolismo. Como sí hay militancia macrista. Una ausencia inexplicable en una campaña que hizo eje en la defensa del salario y el empleo es la del movimiento obrero organizado. ¿Dónde estuvieron los sindicatos? ¿Les faltó convicción para encolumnarse detrás del candidato que prometía la defensa del poder adquisitivo del salario? ¿Tendría que haber partido del propio Scioli la iniciativa de armar un gran frente sindical? Antes de la primera vuelta se lo vio más interesado en organizar cenas con las cámaras empresariales que en alinear a todo el sindicalismo en defensa de su proyecto de desarrollo con inclusión social. Ahora que ganó el macrismo llegó la hora de que el sindicalismo se unifique para ponerle una barrera al ajuste. ¿O negociarán con el nuevo oficialismo conservador el manejo de los fondos de las obras sociales? Eso significaría que la columna vertebral del peronismo contraiga una artrosis terminal y su representatividad sea desplazada por agrupaciones de base más combativas. 

Cristina no dio señales claras a la militancia sobre el problema de la sucesión. Un problema inexorable. Ella se manejó con hermetismo y los cristinistas esperamos mucho tiempo una definición que sólo llegó por default. La precandidatura de Randazzo fue dañina y no se la pudo resolver provechosamente.

La presidenta manejó admirablemente la gobernabilidad y fue firme ante adversarios temibles como los buitres y sus aliados locales. Pero dejó resquebrajarse la construcción política territorial y la coalición social que la sostuvo. No interpretó las advertencias que el electorado le mandó en 2009 y 2013 (La patria es el otro). No reprocho su firmeza en el ejercicio de la autoridad democrática, la admiro. Pero lamento su rigidez para conquistar nuevos aliados.

Cristina deja un país desendeudado, con alto nivel de empleo, salarios altos en dólares, sin conflictos sociales graves. Termina con una imagen positiva que coincide con los votos de la segunda vuelta. Una proeza después de 12 años desgastantes de gobierno de un país indómito y con las corporaciones mediáticas insultándola e intentando mellar sistemáticamente su poder legítimo.

Pero, atención, si del otro lado tuviéramos demócratas de derecha podríamos esperar tranquilos estas tres semanas de transición. Con las fieras que tenemos del otro lado, podemos esperar todavía algún intento de embarrar la cancha a último momento, para quitarle al final el preciado atributo de la gobernabilidad. Vamos a ver cómo vota hoy la city y la maquinita remarcadora de los supermercados. Vamos a ver si no intentan corridas ni otras cositas sucias para desestabilizar las semanas que quedan. Si lo hacen, juegan con fuego, porque estos incendios se sabe cuándo empiezan pero no cuándo ni cómo terminan. Supongo que Cristina está preparada para esa posibilidad. La derecha necesita un escenario agitado para justificar el ajuste brutal que añora.

La Nación salió hoy mismo a marcarle la cancha a Macri: exige urgentes indultos para los genocidas y el cese de los procesamientos a jueces colaboradores de la dictadura. Macri es naturalmente apretable.

En el peronismo bonaerense hay una crisis muy seria que se viene anunciando desde 2009, se agravó en 2013 y nadie, ni Cristina ni Scioli, supieron advertir a tiempo. El mito de la invencibilidad del aparato conurbano se cayó a pedazos el 22 de octubre. No está más. ¿Qué es el peronismo territorial hoy? No se sabe. O más bien, se sabe que no se sabe qué es. Otacehé, Granados, Curto, el Barba, Darío Giustozzi,el Clan Galmarini y la mar en coche.

Como síntoma terminal de ese resquebrajamiento del peronismo bonaerense veamos la suciedad de la interna para definir el candidato a gobernador, con la oscurísima operación contra Aníbal que se hizo desde Clarín, el Servicio Penitenciario Bonaerense (o sea, gente que se supone que respondía políticamente a Scioli) y quizás algunos otros dirigentes peronistas. Terminó de la peor manera: con la derrota en la provincia que aún gobierna el candidato derrotado. Eso huele muy feo y Scioli no pudo o no quiso resolverlo. (La pregunta del millón). Yo todavía espero que algún día se aclare. Espero sentado por si acaso.

Para colmo de males, premió con cargos en su frustrado gabinete a algunos de los responsables de la traición. (Ver acá)

A favor: la conmovedora reacción espontánea de la militancia inorgánica que en pocos días se puso la campaña al hombro ante las señales confusas de los dirigentes (Cristina y Scioli). Esa militancia uno a uno sumó probablemente cinco, diez puntos al resultado final. Logró sacar esta foto de medio país dispuesto a resistir el ajuste y a defender lo logrado. Ese 48,6% no es puramente K ni peronista ni puramente nada. Es la sociedad civil alerta, hoy con mayor claridad que sus dirigentes. Lo mejor que tenemos (ver acá, acá y acá). Algo de las asambleas barriales de 2001 persiste, fortalecido por los avances de la experiencia kirchnerista. Esas fuerzas sociales de gran creatividad y cconciencia política esperan un liderazgo que las articule.

De todo eso estuvimos discutiendo anoche en La otra, en caliente, incluso sin ponernos de acuerdo. Fue un programa caliente y compañero. Alto rating tuvimos.

Escúchenlo acá, si quieren. La música, una cosa de locos (Eels, Albert Pla, Leo Masliah, Charly Fito, Sabina).

Ahora basta de lloriqueos y de mezquindades. A fortalecerse para vencer en la próxima oportunidad.  Que empieza hoy mismo.

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