La otra.-radio: Una conversación con Emilio Bernini, director de la revista Kilómetro 111. Se escucha clickeandoacá.
por Oscar Cuervo
En el último programa de La otra.-radio se produjo un cruce interesante. Por un lado, fue nuestra primera emisión como opositores. Hasta el domingo anterior toda la historia de La otra.-radio (así como toda la historia de revista La otra, que empezó a salir en julio de 2003, o de este blog, que se inició el último día de enero de 2008) había transcurrido bajo gobiernos kirchneristas. Desde el principio, La otra en sus diversas versiones apoyó a estos gobiernos. Primer programa como opositores, entonces. Un aprendizaje, empezar a colocarnos frente a un Estado adverso, que encarna un modelo político contra el cual nos ponemos desde la hora cero del jueves 10 de diciembre.
Hay que aprender a pararse ante una situación nueva, que no se parece a ninguna otra que hayamos conocido. Lo inédito: el triunfo de la derecha se produjo mediante elecciones libres y no por un golpe de estado o una crisis de ingobernabilidad. Además, culminó un período en el que un proyecto popular sufrió el desgaste propio de 12 años de gobierno (el período de estabilidad más extenso de la Argentina contemporánea) y tuvo los problemas que produjeron diversos errores, insuficiencias y contradicciones propias del kirchnerismo. No obstante todo eso, la presidenta saliente terminó su mandato ejerciendo el poder hasta el último día, con un apoyo popular y una capacidad de movilización que nunca antes un gobierno había logrado. Todos los gobiernos precedentes habían sufrido un deterioro político, incluso situaciones de disgregación económica y social, que el kirchnerismo no vivió. El acto con el que Cristina se despidió de la presidencia es uno de los más multitudinarios que haya albergado la Plaza de Mayo, lo que manifiesta un capital político que podría recuperarse en un futuro mediato. La asunción de Macri, pocas horas después, mostró una cara de la Argentina que parecía emerger de un pasado remoto: el consevadurismo más rancio, pintado con un barniz de post-modernidad.
Empezamos a decodificar los signos desplegados por el macrismo en sus primeros días en el poder. El domingo pasado, cuando hicimos el programa, ni siquiera había un relato consolidado, porque casi no había habido actos de gobierno, sino solo ceremonias protocolares. Los actos de gobierno recién empezaron a mostrarse con fuerza brusca el lunes a la noche, con el intento de designar a dos miembros de la Corte Suprema mediante un decreto, un atropello inédito a las normas institucionales, llamativo para un partido que en su campaña electoral alardeó de defender valores republicanos. Pero la fundación del macrismo gobernante vendría un par de días después, con el anuncio de una transferencia de riquezas brutal desde la clase trabajadora hacia los sectores más ricos de la sociedad, lo que el relato macrista en construcción denomina "levantamiento del cepo" y "sinceramiento de la economía", cuando en verdad se trata de una burda exacción que goza de la ventaja de no haber mostrado todavía sus duras consecuencias.
El domingo pasado todo eso aún no había ocurrido, aunque lo sabíamos inminente.
Traigo a colación este dato contextual para comprender mejor el sentido del programa. Nuestro invitado fue Emilio Bernini, director de la revista Kilómetro 111 - Ensayos sobre cine. Bernini vino a presentar su número más reciente, el 13, que lleva el título genérico "Registros del acontecimiento político". De acontecimientos políticos, entonces, hablamos, y de sus registros.
Lo interesante es cómo se produjo la intersección de dos medios de una periodicidad muy distinta: la revista-libro dirigida por Bernini sale aproximadamente una vez por año; nuestro programa semanal se deja empujar por la emergencia de los acontecimientos recientes: los vamos procesando en tiempo real. Incluso con una simultaneidad dura, como las noches de escrutinio en las que tenemos que salir al ruedo mientras los resultados se van conociendo. Y eso, a pesar de que elegimos salir al aire en un intersticio temporal, esa zona de nadie que es la medianoche que queda entre el domingo al lunes.
En el caso de Kilómetro 111 es notorio que a lo largo de sus 13 números la revista vino desplegando con persistencia una meditación sobre el cine, la historia y la contemporaneidad. Su vínculo con el presente es amplio: el presente de Kilómetro 111 es la época. El de La otra.-radio es el de esa semana, y a veces el de esa noche.
La primera frase del editorial del número 13 de Kilómetro 111 es "El acontecimiento político no tiene, por sí mismo, imagen propia, como no tiene tampoco discurso verbal; por el contrario, se constituye en ellos, con ellos". El tema que atraviesa los articulos de la revista es la capacidad específica del cine para constituir una imagen a partir del registro, su diferencia con la presunta inmediatez de internet y la televisión en directo, que aparentan ser mero registro. El acontecimiento político requiere visibilidad para ser, y el cine, en una relación tensa con esa presunta inmediatez, funciona como un sujeto de configuración de esa visibilidad.
Distintos modos de conjugar el presente: el de una revista de ensayos largos elaborados a través de meses alrededor de un concepto organizador, por un lado; y por el otro el tiempo de los sucesos que nos impelen cada domingo a la medianoche. Cuando el número 13 de la revista fue concebido no podía preverse que iría aparecer entre las últimas semanas del gobierno kirchnerista y los primeros pasos del macrismo. Leerla ahora le confiere a esta serie de textos una connotación no prevista en la instancia de su escritura. En cambio, hacer el programa radial cuando Macri acaba de asumir y apenas empieza a afinar la tonalidad con la que pretende gobernarnos nos tienta a capturar los escasos signos que el nuevo gobierno ha emitido y a decodificarlos con el auxilio de experiencias ya vividas, sin saber cómo realmente va a ser la cosa. Una revista libro está pensada para ser leída con detenimiento, para guardarse y releerse con la perspectiva de un presente en sentido extenso. Un programa de radio parece evaporarse ni bien se emite. Aunque el recurso de la grabación permite que se lo guarde, se lo suba a la red, se lo descargue y se lo escuche clickeando acá, en el momento en el que el lector de este blog lo disponga. De la intersección de estos dos modos de conjugación del presente salió este programa, particularmente significativo para quienes lo hacemos.
Entre otras cuestiones, además del momento político que atravesamos, en el programa hablamos de una película argentina reciente que se vincula con acontecimientos vividos en diciembre de 2013. La cineasta Natalia Ferreyra hizo el mediometraje La hora del lobo, basado en la noche en que la policía cordobesa, en un acto sedicioso, dejó a la ciudad liberada mientras promovía supuestos saqueos con un propósito claramente desestabilizador. Sin embargo, la película no trata directamente de la sedición policial ni de los saqueos sino de la reacción de la comunidad que reside en el barrio Nueva Córdoba, estudiantes universitarios que esa noche decidieron salir a ejercer el control territorial con la violencia de una horda primitiva. Jóvenes ilustrados, capaces de citar al filósofo Levinas, transformados por su miedo a los pobres en una manada de lobos. Los registros en los que se basa La hora del lobo fueron extraídos de youtube: son actos filmados por los propios ejecutores, con sus celulares o sus cámaras digitales. En su noche de furia salieron a cazar a otros muchachos que pasaban por el barrio en motos, cuyo aspecto físico y vestimenta los inscribía en el estereotipo que antes los medios habían delineado como "motochorros". No se trataba de defenderse de delitos efectivos, sino de atacar preventivamente a supuestos delincuentes, sospechosos por el color de su piel o por sus medios de locomoción. Pequeñoburgueses asustados por sus propios fantasmas de clase, cazando negritos. Los jóvenes universitarios los rodeaban, los tiraban y los golpeaban salvajemente, mientras filmaban su propia ira y festejaban su salvajismo. Lucha de clases en su punto más reaccionario.
La realizadora Natalia Ferreyra intercala esas imágenes horrendas con entrevistas a estos mismos estudiantes, quienes tiempo después, ya en calma, hablan sobre su devenir fascistas. No lo dicen en estos términos, claro. Tampoco los nomina así la película. Así es como yo los veo. Un acontecimento político, su registro y la posterior construcción de un discurso fílmico, eso es La hora del lobo. Visto en perspectiva, no deja de ser sintomático que ese evento micropolítico ocurriera en el epicentro de la provincia donde el macrismo sacó los porcentajes más altos de todo el país.
Clickeando acá se escucha el programa con Bernini donde hablamos de estos temas.
Acá abajo pueden ver completa La hora del lobo.
Hoy a las 17:00 en Patologías Culturales entrevistamos a Natalia Ferreyra, la directora de La hora del lobo. FM La Tribu.