por Eduardo Chinaski
Con 24 Passions (Gerard Courant): El film no deja de interrogarse lúcidamente que es el cine a cada momento, a cada imagen. El Vía Crucis de Cristo, filmado durante 24 años. Por eso, el verdadero tema del film es el tiempo, sustancia del cinematógrafo. 24 Passions a cada plano nos interpela sobre la naturaleza de lo que estamos viendo. Es una obra áspera, ruda pero a la vez poética, que no hace la menor concesión.
Cassandra, de Ines de Oliveira Cezar: el remoto mito clasico que parte hacia el impenetrable chaqueño y se pierde en la nada, salvo en su propia asfixia. Cine dentro del cine, periodismo dentro del periodismo, clasisismo dentro del clasisismo.El cine de Oliveira Cézar es una ratonera que gira eternamente dentro de un mismo punto ciego.
Nocturnos (Edgardo Cozarinski): Que lejos están los Bulevares de crepúsculo, La guerra de un solo hombre, Los fantasmas de Tánger...ahora, los fantasmas de Buenos Aires están viejos, apolillados, cansados...se desmaterializan antes de tiempo, antes que podamos atraparlos, filmarlos...una lastima. Preguntas: ¿Porqué no dejar que el arte suceda? ¿Porqué no esperar el amor, en vez de arrojarse en su búsqueda? ¿Porqué no dejar que la melancolía por lo perdido nos invada lentamente, en vez de abalanzarse sobre ella?¿Porqué no simplemente fluir, en vez de estancarse siempre en el mismo punto? ¿Porqué no mirar un poco aunque sea hacia adelante, en vez de atarse al pasado, que nos tiene atenazada la garganta con sus garras? Búsqueda fútil atrapar la noche siempre por los mismos caminos.Las realidades paralelas de la poesía están ahí, a la vuelta de tu esquina.
El signo internacional de la asfixia (Zach Weintraub); muchacho freak yanqui viene a guionar una película sobre Buenos Aires. Pero lo que podría ser un buen punto de partida para deslizarse sobre cierta deriva existencial queda arruinado por la insistencia del director en sacar de foco un personaje para poner en foco a otro dentro de un mismo plano, interponiéndose de esta manera a cada momento entre lo que es registrado y el espectador. Parece que Weintraub descubrió el panfocus y se entusiasmó. Amor líquido, relaciones líquidas, el director manipulando cada plano... demasiado posmodernismo para mí...paso.
Michael (Markus Schleinzer): retrato de un pedófilo. Schleinzer apuesta a la parquedad, al ascetismo extremo. A los mínimos ritos cotidianos. Una muy buena elección, porque el relato implota dentro de esa camisa de fuerza formal que le impone el director. Esa transparencia lleva a situaciones en las que se retiene el aliento y cuesta mirar.Inquietante, perturbadora.
Bestiarie (Denis Coté): Planos fijos de animales en todas las circunstancias posibles. En un zoológico, en un establo, hasta muertos en el taller del taxidermista. El error consistiría en creer que somos nosotros los que los miramos, pero es al revés, durante todo el film los animales nos miran a nosotros. Un film hipnótico.
Los cortos de Narcisa Hirsch: son un fluir antinarrativo, libre, musical. Son como sueños, con un sesgo aterrador y cálido a la vez. Imágenes sin anclaje, sin tranquilizadora seguridad. Se disfrutan como poemas, dejándose fluir hasta arribar a paisajes desconocidos.Una obra casi desconocida pero imprescindible de una gran creadora.
Les éclats (ma gueule, ma révolte, mon nom): poesía, contundencia, melancolía por lo que se dejó atrás. El film está trabajado en un excelso blanco y negro que casi puede tocarse. El frío del puerto de Calais, que cala los huesos. Y el frío de la falta de solidaridad y la indiferencia de los poderosos, que lastima más aún. Hombres fragmentados, sin patria y sin futuro. El desarraigo como un vacío infinito. Y el mundo, sordo a un grito desgarradoramente bello. Excelente film.