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Las villas siguen marchando durante toda la noche y llegan al mediodía al Obelisco

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Largaron ayer al mediodía y llegan al obelisco hoy a las 12 para confluir con el acto de ATE



Marcha por la urbanización:

9 HORAS DE MARCHA

De Zavaleta a cualquier rincón del planeta, la garganta de Vanesa Orieta trae a Luciano, así como Angelica invoca a Kiki Lezcano y así como Alejandra expresa su sentimiento hecho grito, para volver a sentir el aliento de Luisito, que nos empuja a luchar por él, en esta ruta compartida con Pablo Pimentel. Por todos ellos, estás escuchando a la villa que grita. Y también por ellos, acá está marchando Norita: “Mi hijo Gustavo, que militaba en la 31, ya luchaba por la urbanización en ese entonces, hace más de 40 años, como si fuera difícil entender que un techo digno resulta elemental para el desarrollo del ser humano”.


12 HORAS DE MARCHA


¿Y? ¿Urbanizamos los núcleos habitacionales”? ¿O tenemos anteojos bifocales? Ojo, las malas ideas también son inmortales. Murieron muchos genocidas, pero no sus ideales, que todavía revolotean en las instituciones que cascotean el pensamiento y el sentido común que nos arrastra como el viento. Por eso, porque no alcanza con Etchecolatz preso, nosotros volvemos a pedir pista a grito pelado, con nuestra gente y con nuestra voz, contra la lista del supermercado que preparó Martínez de Hoz. Desde ese legado atroz, cada 24, sin escapatoria, volvemos a desandar nuestra memoria y nuestra identidad, para echarle claridad a esos informes escritos bajo la luz de nuestros fueguitos, entre cloacas rebalsadas de resistencia y desobediencia que, por algún curioso motivo, no se destapan en ningún archivo. Pues todos esos grupos de tareas que invadían las aulas y las asambleas en cualquier secundario, en cualquier local partidario o en cualquier entidad gremial, avanzaron con total impunidad sobre la militancia barrial, montados en sus temores y sus topadoras, para borrar las huellas de nuestros luchadores y luchadoras. Pero no, no pudieron con la resistencia villera, ni con la primavera que sobrevivió a esos tormentos y despojos, ni con la madera que dejaron los violentos desalojos… A casi 40 años, ni olvido, ni perdón, ni prohibido, ni resignación, ni un carro servil cargando a la villa: renaceremos 30 mil, de otro barro y otra costilla.




15 HORAS DE MARCHA:

Y qué linda se pondría esta rebeldía hecha movilización, si ahora pudiéramos hablar de teoría, en vez de hablar de Gastón. Qué maravilla sería tenerlo acá sentado, como si la villa no fuera dinámica de lo impensado, dinámica de lo que no quisieron prever, dinámica de lo que debimos hacer ayer. Hoy, en cualquier segundo que arde, nos vuelve a cambiar el mundo de la mañana a la tarde, por el terrorismo del oficinismo. Y por ese egoísmo que, sin ismo, se llama ego, como ése que dejó caer a Gasti en un pozo ciego, partiendo a su hogar como si fuera un trueno, porque le tocó nacer en la Rodrigo Bueno. Le tocó ser negro y villero. Le tocó la espalda de Puerto Madero. ¿Pero quién tiene jurisprudencia? ¿No habrán atacado al Servicio de Emergencia? ¿Culpa de la Ciudad o culpa de la Nación? Culpa de cada inconsciente que piensa este renglón, porque este sistema de mierda nos quiere puteando al técnico que pierda, pero ya pudimos advertir hace rato que todos juntos estamos perdiendo el campeonato. Pues la seguridad de ninguna persona se resuelve con palos y balas de goma. Ni con gases, ni “haciendo las paces”. Ahí, el núcleo del meollo: hace falta discutir la seguridad en Desarrollo, para abordar la desigualdad, sin fuerza bruta, sin misterio, sin politiquería. Y para que algún puto día, la inseguridad se discuta en el Ministerio de Economía.


18 HORAS DE MARCHA

A conciencia, seguimos copando las calles como un gran sacrilegio a la somnolencia, pero no para competir por un plan, ni por el privilegio de la supervivencia. Somos lo que hicimos para cambiar lo que otros querían que fuéramos. Y sí, somos los mismos negros que éramos, reclamando todo eso que nos prometió el derecho: un miserable techo y una letrina que no venga como propina para la paz, perfumada por la orina de todos los demás. Porque no, esas veces que cortamos los carriles de la invisibilización, no estábamos pidiendo dos chapas y un colchón, ni más lamparitas de bajo consumo. Estábamos pidiendo que dejaran de vender humo, tras el telón de la cana. ¿O por qué pedimos “integración urbana”? Kevin no hubiera perdido su infancia, de haber contado con una ambulancia en su barrio natal, la misma ambulancia que le negaron a Pascual en la Villa 31, por esa arrogancia que mató a Facundo en la 21. Asesinado por la negligencia y “un árbol que seguro se caía”, fue víctima de la indiferencia igual que María, muerta a los 5 también por villera, por haber nacido en la Costanera y por haber padecido un incendio de los habituales, en la tierra donde “está prohibido ingresar materiales”.

[Textos y fotos: La Garganta Poderosa]

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