El macrismo no tiene otra política que un ajuste ortodoxo: baja de salarios por desocupación y baja de inflación por recesión. Para lo demás, apuesta a la complicidad de senadores, diputados y burócratas sindicales comprables. La ecuación no cierra. La lluvia de inversiones y el derrame es un relato conocido y probadamente falso.
La unidad de las centrales sindicales es una buena noticia para resistir el ajuste. Aunque hay que prestar atención a que esa unidad no sea operada por Moyano para conseguir prebendas empresariales. Algo parecido sucede con Massa en el armado parlamentario: sus margen de vaivenes se angosta a medida que el ajuste avanza.
Los Pichetto y Bossio tienen la siguiente duración en la política: lo que dure sus actuales bancas. Cuando este esquema de sociedad brutalmente desigual se caiga, se los lleva puestos a todos los que lo hayan propiciado, sea del partido que fueran.
Como decía Artemio: Néstor logró que la clase política pudiera volver a salir a la calle sin ser linchada. Lo que los Bossio y Pichetto lograron en estos días es algo mucho peor que contribuir al comienzo de otro ciclo de endeudamiento: es vaciar la legitimidad del sistema representativo. Su defección contribuye mucho más que cualquier medida del gobierno a la posición antipolítica "son todos iguales". Ese cualunquismo es un pilar del esquema político neoliberal.
Por lo pronto, después de este inmenso fraude al voto popular que llevó a cabo la mitad del FPV muchos ya no votaremos ninguna lista sábana. El daño es de largo alcance y hiere nuestra voluntad política íntima. El pichettismo también hace caer cualquier distinción entre peronistas y antiperonistas. Esa línea caducó. Lo que no quiere decir que no sea un o una peronista quien en lo mediato se haga cargo de reparar el daño. Pero decir "peronista" ya no alcanza (en realidad hace rato que no alcanza, pero ahora es una evidencia dolorosamente inapelable). Solo digo que quienes como Manolo Barge leen la política argentina con el eje P/ no P tienen que cerrar los ojos a la evidencia de que hoy muchos P están cogobernando el ajuste y la represión.
Después de la anomalía kirchnerista, asoma en el horizonte la crisis política que ya se había manifestado en 2001. Ojalá dentro de un tiempo no tengamos que salir a cantar: "que se vayan todos, que no quede ni uno solo".