Lo mejor, hasta la tercera jornada
Imperdible I: Todo comenzó con el fin (Luis Ospina)
Imperdible II: Homeland (Iraq Year Zero)
Imperdible III: Informe General II - El nuevo rapto de Europa
Imperdible IV: Between Fences
Hay una inercia positiva que tiene el BAFICI que hace que el festival sea más inteligente que la gestión que lo maneja pero a la vez menos interesante que la sociedad que lo alberga.
Hay una tradición BAFICI que se fue construyendo en estos 18 años, que se conecta con el mejor cine que se produce en el mundo. Por eso, unas cuantas de las películas registran el pulso de la época con una inteligencia que supera con creces a la dirección política actual del festival. Darío Lopérfido, con sus muecas repugnantes, es quien puso el epígrafe a esta edición. Pero directores como Luis Ospina, Abbas Fadel, Pere Portabella o Avi Mograbi no merecen ser rozados por el caso Lopérfido. Menciono estos cuatro y seguramente podría agregar a esta lista varios más. Se trata de cineastas que forman parte de esta edición y de artistas que interpelan a la época y también al estado del cine. Hacen películas heridas por el mundo, estimulan nuestra experiencia para conectarnos con algo que de otra forma no aparecería.
Pero un festival es más que las películas. Poder acercarse a Luis Ospina al final de la proyección de la extraordinaria Todo comenzó con el fin es una oportunidad invaluable que solo se puede dar en el marco de un festival así. En ese momento uno puede olvidarse de que Buenos Aires tiene un ministro de cultura vergonzoso y que esta edición se desarrolla en su jurisdicción.
A la vez, noto que esas zonas densas del festival (las películas de Luis Ospina, Abbas Fadel, Pere Portabella o Avi Mograbi, por ejemplo) no encuentran una recepción a su altura: lo que puedo escuchar en los pasillos a la salida de las proyecciones de estas películas excepcionales, lo que puede leerse en el catálogo, los corrillos entre críticos o entre simple espectadores no se anima ante el estímulo potente de sus películas. Termina la proyección y lo que se ve es un desierto que crece. Es como algunas películas clamaran en ese desierto.
La cosa es más complicada: la sociedad argentina está viviendo un momento particularmente interesante: estamos atravesados por las tensiones de esta época histórica y en una semana suceden una cantidad de cosas que piden a gritos ser pensadas. También ser filmadas. Ninguna de esas tensiones vibra en el ambiente del festival, que se ha tornado un evento de cinefilia burocrática que, después de todo, puede tener también algunas grandes películas.
Todo comenzó con el fin (Ospina),
Homeland (Iraq Year Zero) (Fadel),
Informe General II - El nuevo rapto de Europa (Portabella)
Between Fences (Mograbi)
Son películas muy necesarias para pensar el mundo y el cine como arte del presente, atravesadas por el desgarro de la sociedad en las que han sido concebidas. Curiosamente no encuentro todavía películas argentinas que den cuenta de ese mismo desgarro. Mi afirmación no es taxativa. Pasaron solo tres días de esta edición y yo vi solo 8 películas, tuve suerte en la selección que hice en estas primeras jornadas, la mayoría de las que vi me parecen buenas o muy buenas, pero no vislumbro la película argentina que funcione como un sismógrafo que sí logran Ospina con la sociedad colombiana, Portabella con la española, Fadel con la iraquí o Mograbi con la israelí.
No digo que películas argentinas así no existan: vi en los últimos tiempos películas todavía inéditas que registran ese temblor; también en años anteriores aparecieron algunas, pocas, películas que se dejan herir por lo real. El caso de Perrone es especial, lo vengo pensando a través de varios textos y acá no quiero repetirlo. No puedo descartar, finalmente, que alguna sorpresa se agazape en algún rincón de este BAFICI.
Pero tengo la sensación de que en las calles argentinas, en una semana como la que termina, hay más drama, suspenso, erotismo e intrigas que en la sección argentina del BAFICI. Me parece que esto es digno de pensarse.