por Carlos Balmaceda
Son evangelistas.
Tienen al diablo: Lázaro Báez.
La puta de Babilonia: Cristina.
Alguien peor que Caín: Máximo, que directamente mató a su padre.
Les prometieron el cielo para el próximo semestre.
Y ellos lo esperan, confiados en su pastor.
Mientras, entregan el diezmo en deudas, retenciones y facturas de luz.
Entonando un rezo que es como un letargo: "sí, se puede, sí, se puede".
Saben que lo tienen que hacer porque una parte de su pueblo pactó con el diablo, copuló con la puta y se dio a placeres que estaban más allá de sus posibilidades.
Tienen su Sodoma, destruida y salvada: Tecnópolis.
Tienen hasta su propio Antipapa: Francisco.
Y su Señor camina sobre las aguas, o más bien, camina sobre lugares donde a veces sobra y a veces falta.
Tienen al diablo: Lázaro Báez.
La puta de Babilonia: Cristina.
Alguien peor que Caín: Máximo, que directamente mató a su padre.
Les prometieron el cielo para el próximo semestre.
Y ellos lo esperan, confiados en su pastor.
Mientras, entregan el diezmo en deudas, retenciones y facturas de luz.
Entonando un rezo que es como un letargo: "sí, se puede, sí, se puede".
Saben que lo tienen que hacer porque una parte de su pueblo pactó con el diablo, copuló con la puta y se dio a placeres que estaban más allá de sus posibilidades.
Tienen su Sodoma, destruida y salvada: Tecnópolis.
Tienen hasta su propio Antipapa: Francisco.
Y su Señor camina sobre las aguas, o más bien, camina sobre lugares donde a veces sobra y a veces falta.