Este 2016 es un año nietzscheano. En Patologías Culturales estamos aproximándonos a la obra de Friedrich Nietzsche, un modo de repensar todos los problemas que están metidos en su filosofía. También, por qué no, de poner en tela de juicio muchas de las interpretaciones que de su pensamiento se realizaron a lo largo del siglo XX. (¡Siglo nietzscheano!)
La tesis que proponemos es que Nietzsche es un pensador atravesado por tensiones que no resuelve. Ahí radica lo más interesante de su pensamiento. En el capítulo 6 (ver acá) habíamos hablado de su ruptura con Wagner y de una nueva etapa en su obra, a partir de tres libros en los que empieza a escribir mediante aforismos: Humano demasiado humano, Aurora y La gaya ciencia. Etapa que él mismo denominó "la filosofía de la mañana".
Estos tres libros forman parte de una fase, pero no son exactamente lo mismo. La gaya ciencia va un poco más allá. A pesar de que lleva la palabra "ciencia" en su título -justamente, cierto abuso de una retórica cientificista caracteriza a esta etapa suya-, lo acompaña con la palabra "gaya" [Die fröhliche Wissenschaft en el original alemán, La gaya scienza en las traducciones a las lenguas romances], un término que podríamos usar como sinónimo de "jovial" o "alegre". O sea, una ciencia jovial, algo que excede el tinte cientificista que le atribuíamos a este período: Nietzsche piensa a la ciencia acompañada de un temperamento, un temple, una tonalidad. Entonces, no se trata de una posición de neutralidad afectiva; esta ciencia tiene así un pathos, una emoción.
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Capítulo VII
El perspectivismo. Ese es uno de los aportes decisivos de Nietzsche al pensamiento contemporáneo. Hay una pregunta que la filosofía se viene haciendo desde siempre: la pregunta por la verdad. Mientras la filosofía moderna pone al sujeto (el yo, la conciencia) como fundamento de la verdad, Nietzsche afirma que solo hay perspectivas, no existe una Verdad con mayúsculas. Sólo pueden existir verdades desde un punto de vista que es siempre singular. Pero esta noción del perspectivismo es oscilante. No se termina de decidir si esta perspectiva es una invención del singular. Él le da un peso enorme a la idea de invención: el lenguaje se inventa, los ideales se inventan, el conocimiento se inventa. Si la verdad es una simple invención, entonces es una falsificación. Si depende de mi invención, es arbitraria. Pero, por otro lado, existe la posibilidad de interpretar la perspectiva como algo necesario, es decir: vos no te podés salir de la historia y mirar a la humanidad desde arriba para encontrar una verdad que esté más allá de los puntos de vista singulares. Vos podés dar cuenta de un proceso de veracidad desde tu posición, pero entonces no se trata de una ficción que vos proponés, sino que respondés a esa posición en la que estás ubicado, una posición que vos no inventás y ni siquiera elegís, sino que más bien se te impone. ¿La perspectiva es invención o fatalidad? A veces parece que Nietzsche se inclina por una posibilidad, a veces por la otra.
La invención. En las interpretaciones de Nietzsche que se desencadenan a partir de la década del 60 en Francia -las que podríamos denominar "lecturas postmodernas"- hay un exceso de entusiasmo con la idea de invención. Es una palabra que él usa. Pero las interpretaciones postmodernas abusan de esta ocurrencia de Nietzsche.
La jovialidad. En La gaya ciencia están anticipados todos lo temas que van a caracterizar al Nietzsche maduro. Aparece Zaratustra como personaje en un parágrafo que anticipa el comienzo de Así habló Zaratustra, también aparece el tema del eterno retorno y la muerte de Dios, que son los principales temas que va a desarrollar de ahí en más. La gaya ciencia es claramente un libro de transición.
La muerte de Dios. Cuando él dice "Dios ha muerto" se refiere a un acontecimiento terrible -"una larga serie de demoliciones, de ruinas y derrumbamientos", "una lógica del terror", "un entenebrecimiento tal como no hubo nada similar en la tierra"- cuyas consecuencias van a durar varios siglos (ahora, en el siglo xxi, estaríamos atravesando esa etapa). Se puede sucumbir ante lo terrible o, por el contrario, adoptar una posición de jovialidad frente a eso. Nietzsche está pensando esta jovialidad en contraste con un acontecimiento capaz de hacer temblar: la muerte de Dios, el desierto que crece.¿Qué sucede cuando muere ese Dios que sostiene históricamente a toda una civilización? es la pregunta. Es un acontecimiento catastrófico. La jovialidad va en contrapartida a la catástrofe que él anuncia a fines del siglo xix.
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Capítulo VIII
La gaya ciencia coincide con un momento de salud muy complicado para Nietzsche. Nos aproximamos a 1880 y a su última década de vida filosófica. Síntomas que hasta el momento eran molestos se acentúan y empiezan a agravar su estado: dolores de cabeza insoportables, una ceguera progresiva y problemas gástricos. Siempre se queja de la alimentación, de la humedad, del viento. Comienza lo que se denominan sus años errantes; se va moviendo por el centro de Europa: norte de Italia, Suiza, Alemania. ¿Qué busca? El clima que le haga soportable la vida.
Las interpretaciones de Foucault, Deleuze, Vattimo hacen hincapié en una lectura de la jovialidad nietzscheana vinculada a la liberación del peso de la verdad. Una vez que el hombre descubre que la verdad es una invención propia, deja de ponerla por encima de sí mismo y la trata como algo que depende de él. Estos autores se entusiasman con esa lectura. Así se producen desplazamientos de sentido. Se toma un fragmento, se lo aísla, se lo quita del flujo del pensamiento nietzscheano, se lo resalta como la clave excluyente. A la ciencia jovial se le quita su densidad, porque la muerte de la verdad, o la muerte de Dios, no es un acontecimiento meramente jocoso, sino que se manifiesta como una catástrofe que va a minar a la civilización occidental. Nietzsche llama a este proceso "el advenimiento del nihilismo". Uno podría pensar lo que hoy está pasando en el mundo como la consumación del nihilismo. Es una clave posible para comprender esta época. La muerte de la verdad significa que no tenemos de dónde sostenernos. Lo que impera es una especie de imperio de la técnica y del triunfo del más fuerte. Es lo que está pasando en el mundo y en el país [ahora que volvimos al mundo].
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Capítulo IX
En el comienzo de Así habló Zaratustra, más precisamente en el capítulo "De las tres transformaciones", Nietzsche relata una mutación en tres etapas, que pueden entenderse como su autobiografía espiritual. Las tres transformaciones son:
1- El camello: el animal agobiado por el peso de Dios, de los valores ideales, de lo que él llama con desdén "el trasmundo".
2- El león: el animal feroz que se libera de esa carga. Es la etapa del espíritu libre de la "filosofía de la mañana".
3- El niño: que a diferencia del león, ya se ha liberado de la carga y juega. Es libre para jugar. "Libre de..." y "libre para..." son las inflexiones de sentido que diferencian al león y al niño.
Así él resume con eficacia una interpretación de la evolución de su propio pensamiento. Uno la puede tener en cuenta, pero no necesariamente debe adscribir a esa interpretación. La cuestión es que esa interpretación tiene mucho éxito y muchos van directo al niño sin haber pasado por el camello o el león. Se habla entonces de la pura afirmación de la vida. Deleuze usa esa idea de una afirmación pura para oponerla al concepto de negatividad que opera en la dialéctica hegeliana. Y en un proceso de adelgazamiento cada vez mayor, muchos repiten lo de la pura afirmación sin captar el conflicto que esa expresión porta: un niño que no pasó por ser camello y luego león, una jovialidad que no tiene ante sus ojos el nihilismo. Hasta llegar a Tomás Abraham, Alejandro Rozitchner y los talleres de entusiasmo de la Fundación Pensar. Ahí ya Nietzsche es degradado a macri.
Mejor leamos el parágrafo 125 de La gaya ciencia:
'¿No oyeron hablar de aquel loco que, con una linterna encendida en pleno día, corría por la plaza y gritaba sin cesar: "¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!"? -Y como precisamente se habían juntado ahí muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron risas. ¿Se te perdió?, dijo uno. ¿Se extravió como un niño?, dijo otro. ¿No estará escondido en algún sitio? ¿Nos tiene miedo? ¿Se ha embarcado? ¿Emigró? -así gritaban y se reían a coro. El loco los encaró, les clavó la mirada y exclamó: '¿Dónde está Dios? ¡Se los voy a decir! ¡Lo matamos - ustedes y yo! ¡Todos somos sus asesinos! Pero ¿cómo lo hemos hecho? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar completamente el horizonte? ¿Qué hemos hecho para desencadenar a esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde rueda ahora? ¿Dónde nos lleva su movimiento? ¿Lejos de todo sol? ¿No nos precipitamos en una constante caída, hacia atrás, de costado, hacia adelante, en todas las direcciones? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No sentimos el aliento del vacío? ¿No hace ya frío? ¿No anochece continuamente y se hace cada vez más oscuro? ¿No hay que encender las linternas desde la mañana? ¿No seguimos oyendo el ruido de los sepultureros que enterraron a Dios? ¿No seguimos oliendo la putrefacción divina? -¡los dioses también se descomponen! ¡Dios ha muerto! ¡Dios está muerto! ¡Y lo matamos nosotros! ¿Cómo vamos a consolarnos nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo ha teñido con su sangre nuestros cuchillos -¿quién nos quitará esta sangre de las manos? ¿Qué agua podrá purificarnos? ¿Qué solemnes expiaciones, qué juegos sagrados habremos de inventar? ¿No es demasiado grande para nosotros la magnitud de este acto? ¿No tendríamos que convertirnos en dioses para resultar dignos de semejante acción? Nunca hubo una acción más grandiosa -¡y todo el que nazca después de nosotros pertenecerá, a causa de esta acción, a una historia más elevada que lo que la historia fue hasta ahora!' Al llegar a este punto, el loco se calló y mró de nuevo a sus oyentes: ellos también se habían callado y lo miraban sin entender. Por último, tiró la linterna al suelo, que se rompió y se apagó. 'Vine demasiado pronto -dijo él entonces-, mi tiempo no ha llegado aún. Este formidable acontecimiento está todavía en camino, avanza, pero aún no ha llegado a los oídos de los hombres. Necesitan tiempo el relámpago y el trueno y la luz de los astros para ser vistos. También necesitan tiempo los actos después de su realización. Esta acción es para ellos más lejana que los astros más lejanos -¡y sin embargo son ellos los que lo ejecutaron!' Cuentan también que ese mismo día el loco entró en varias iglesias en las que entonó su Requiem aeternam Deo. Cuando lo echaban de ellas y le preguntaban por qué lo hacía, él no dejaba de repetir: '¿Qué son estas iglesias, sino los sepulcros y los monumentos funerarios de Dios?'"
En este pasaje aparece por primera vez en Nietzsche la muerte de Dios. No se trata simplemente de dejar de creer en Dios o apenas que "Dios no existe". Es algo más denso. Nietzsche la asocia al acontecimeitno de un derrumbe civilizatorio. La idea de Dios aparece como el sostén del sentido de toda una civilización. Cuando se cae el sentido, el desplome te puede tirar abajo a vos y terminar aplastado entre los escombros.
¿Qué pasa después de la muerte de Dios? Hoy a la tarde, a partir de las 17:00, por FM La Tribu. www.fmlatribu.com, el capítulo 10.