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Peronistas sin Cristina: el sueño húmedo de la derecha gobernante

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El peronismo aceptable y el kirchnerismo inaceptable: hoy a medianoche en La otra.-radio


por Willy Villalobos

La despedida de la Presidenta fue extraña. Cientos de miles de personas acompañamos, luego de una impensada derrota, a la mejor conductora del movimiento peronista -versión siglo XXI- que habíamos conocido. Habían sido 12 años en los que recuperamos la esperanza, ni más ni menos, y además podíamos fundamentar el por qué de nuestra alegría. Néstor antes y Cristina después habían conseguido que los parásitos de siempre, los que viven a costa del esfuerzo ajeno, se pusieran nerviosos. Con los Kirchner habían vuelto al gobierno los que ponían en duda la continuidad del saqueo a nuestra querida Argentina. Había vuelto el mejor peronismo, acompañado por miles de jóvenes que retomaron las banderas de los 30 mil de la mano de las Madres y Abuelas. Para ellas la pelea era el camino. En poco tiempo y gracias a la audacia de Néstor nos fuimos haciendo kirchneristas, porque vimos que el flaco era un zarpado que no medía las consecuencias cuando creía que era justo lo que iba a hacer.

Poco a poco, los argentos pudimos elegir de qué lado estar. Poco a poco, fuimos recuperando la historia. Poco a poco, lo que había desaparecido volvía a tener cuerpo.

Este peronismo K logró lo que había conseguido Eva: el odio de los chupasangres, el mismo odio de los que tienen miedo que les reclamen la que se robaron y que los juzguen por haber sido los responsables de los crímenes de lesa humanidad a lo largo de toda nuestra historia. Antes fusilaron en José León Suarez y después tiraban a los compañeros de los aviones al río. Y todo por guita.

Néstor, y todavía más Cristina, cometieron un pecado mortal: que el pueblo se pusiera de pie nuevamente y cuestionara lo establecido. Eso se paga caro y creo que ninguno de los dirigentes que formaron parte del peronismo K se hubiera animado a tanto. Ninguno.

Después de doce años de peronismo K el país estaba mejor. Es por eso que cientos de miles fuimos a la Plaza a agradecer y a renovar nuestro compromiso.

Habíamos perdido con la derecha en elecciones y lo único que quedaba era retomar la voluntad de Néstor cuando dijo: "perdimos por poquito". Obviamente, todos sabemos que se cometieron errores y que la responsabilidad mayor la tienen los que conducen.

Para mí, el peronismo y el kirchnerismo son casi lo mismo. Digo "casi" porque hay una diferencia que encuentro: si bien se puede admitir que los dos movimientos están marcados por las época en que les tocó ejercer el poder, creo que el peronismo K cuidó mejor a la militancia que el peronismo que yo conocí en los 70. Con Néstor y Cristina yo me sentía seguro, con el Perón de los 70 no.

Estoy convencido de que esos 40 años que tardó el movimiento en volver fueron de aprendizaje, a los golpes, pero lo principal se entendió. Las Madres y Abuelas fueron fundamentales para que la vuelta fuera con esperanza y sin venganza.

En el medio, tuvimos que sufrir la mayor derrota de nuestra historia, cuando millones de peronistas votaron en varias oportunidades a un candidato que vendió el país. Ese peronismo domesticado, el gran anhelo de las clases dominantes, consentía el saqueo una y otra vez.. El mundo se venía abajo. Tardamos mucho en revertir tanta derrota, pero lo conseguimos. El peronismo volvió a ser el hecho maldito.

Pero, luego de 12 años inolvidables e inesperados, perdimos. Los medios de comunicación habían logrado convencer a gran parte de la población para que votara en contra de sus propios intereses. La campaña contra Cristina, antes y ahora, es feroz, simplemente porque ella, antes y ahora, sigue siendo la única dirigente política que enfrenta el poder real. Los otros se subordinan.

Los errores propios son muchos y todos los estamos pensando, pero lo que no se puede discutir es que Cristina es la que se enfrenta con los que nadie quiere enfrentarse.

Este verano vino a visitarme un compañero que acompañó al peronismo K durante los doce años y que hoy trabaja en ANSES. Estaba preocupado, como todos, por el avance de este gobierno cuya tarea es destruir todo lo que se consiguió recuperar y cambiar futuro por pasado, como dice claramente la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires. ¿Y qué significa cambiar futuro por pasado? Que los ricos vuelvan a gobernar, que los trabajadores acaten y no rompan las bolas, y que los desocupados revuelvan la basura, agarren cualquier changa, salgan a chorear o a vender falopa. Pero más que nada cambiar futuro por pasado implica que nos convenzamos de que no hay otra manera de vivir que la que ellos dicen.

Todas estas calamidades que ya se veían venir las comentamos con este amigo que vi en el verano durante un largo rato, hasta que yo le pregunté qué es lo que pensaba del futuro de nuestro movimiento. Y, con un poco de verguenza, me dijo que hay que hablar con Massa. Yo le di mi opinión, para mí el de Tigre no es un compañero, aunque no soy tan bobo como para no darme cuenta de que hay compañeros confundidos que lo votaron. Esta conversación fue la primera vez que registré que la cosa iba a ser difícil y que muchos iban a buscar acomodarse lejos de Cristina y cerca del peronismo clásico, ya que ella se había convertido, según los medios que le comen la cabeza a la gente, en un virus contagioso. Para el poder político se puede ser cualquier cosa menos cristinista. Ellos saben perfectamente quiénes los cuestionan a fondo y quiénes chamuyan.

Pasó el tiempo, los DNU, los despidos, el tarifazo, la devaluación, el intento de detención de Cristina, que se mantiene a full, y en el peronismo K se sigue discutiendo cómo enfrentar esta política inhumana que representa el millonario que no tiene plata afuera pero tiene. Destruyeron mucho en pocos meses, mucho. La persecución política es impresionante, te revisan las cuentas de facebook y si sos K te despiden. Y el apriete es acompañado por dirigentes sindicales que habían apoyado al macrismo, porque compartían el mismo enemigo. Barrionuevo llegó a decir que en realidad no había tantos despidos, porque eran ñoquis los que quedaban en la calle.

Pero el saqueo y nuestra memoria nos permitieron generar varios hechos políticos impresionantes: el 24 de marzo los movimientos de DDHH en la Plaza, el 13 de abril el acompañamiento a Cristina en Comodoro Py, el 29 de abril cientos de miles de trabajadores en Paseo Colón, el 12 de mayo otros cientos de miles de estudiantes y profesores en defensa de la educación pública, el 2 de junio la movilización de las CTAs a la Plaza, y el 3 el imponente #NiUnaMenos. Y miles de pequeños combates a lo largo y a lo ancho de nuestro país que nos llenan de esperanza. 

Nadie se hubiera imaginado que el 13 de abril cientos de miles de personas se iban a autoconvocar a las 8 de la mañana, un día laborable, bajo una lluvia intensa que duró cinco horas, para hacerle el aguante a Cristina. Después, el acto de las centrales sindicales unidas fue resultado del atropello del gobierno de los ricos más que del acuerdo de las cúpulas. Ahí miles de trabajadores mostraron su bronca y su voluntad para tratar de que no triunfe nuevamente el neoliberalismo. La contundencia de esa marcha forzó una ley antidespidos que ni siquiera Massa, el opositor que más le gusta a Macri y a Clarín, pudo eludir. Pero a la semana el presidente de los ricos vetó la ley y nuevamente se rompió el acuerdo de las cúpulas sindicales. Los dirigentes que el año pasado paraban el país por el impuesto a las ganancias no creen que doscientos mil compañeros en la calle sean suficientes como para llamar a un paro general y los de las CTA solos no tienen fuerza para lograrlo. La cosa sigue y ahora lo que se reparte es comida para parar la olla o para frenar la explosión social.

Lo que no cambia es el odio a la Presidenta y a todo lo que huela a peronismo K. Ese es el límite de los poderosos.

Lo que también sigue en discusión es cómo y con quién armar un frente que nos permita poner un límite a tanto saqueo. Hay algunos que creen que el frente tiene que ser tan amplio como para contener a los que trabajaron abiertamente para Macri. Ni Moyano, más preocupado por la AFA que por los despedidos, ni Randazzo, que corría a Scioli por izquierda, ni Gioja, ni Massa, ni Bossio, ni Pichetto, ni Scioli quieren frenar el saqueo que están haciendo las clases dominantes. Y ninguno de ellos quiere a Cristina adentro, porque ella los pone en evidencia.

Hay compañeros que ignoran o dan por terminada la experiencia del peronismo K y se repliegan hacia un peronismo histórico idealizado, que conocen más por mentas que por su propia experiencia. Creo que no tomar en cuenta la experiencia de estos doce años es desconocer lo mejor de nuestra historia política. Siempre les pregunto a los que critican al peronismo K si conocieron algo mejor y todos -todos- me dicen que fueron los mejores momentos de su vida, como decían allá por los 70 los que habían conocido el gobierno de Perón y Evita. Hoy ser peronista K es tan riesgoso como antes ser peronista. El peronismo sin Cristina de hoy se parece mucho al peronismo sin Perón de los 60 .

Los enemigos son los mismos y el riesgo por no aceptar ser domesticados también.

El miércoles pasado fui invitado al programa Terapia de grupo, en Radio Gráfica, para debatir este asunto del peronismo y/o el kirchnersimo, de la unidad con quién y para qué, de ahora en más. Fue una linda charla que pueden escuchar clickeando acá. Hoy a la medianoche en La otra.-radio lo vamos a seguir conversando. En Radio Gráfica, 89,3, online acá: http://www.radiografica.org.ar/aire

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