que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos.
El tiempo esta después.
Fernando Cabrera
Texto y fotos de Willy VillalobosHay cosas de las que no se puede hablar y cuando uno lo intenta tiene una sensación de haber fracasado en el intento.
En eso pensaba cuando caminaba por el pasto de la plaza que queda enfrente de las estaciones de Retiro yendo para los tribunales de Comodoro Py a acompañar a Cristina hace pocos días. O sea, yo creo que sé por qué miles de compañeros estamos juntos haciendo el aguante, pero si lo explico seguro que me pierdo lo mejor.
Por eso desde que llegué miraba lo que iba sucediendo a mi alrededor y sólo se me ocurrían preguntas que trataré de recordar para compartirlas con los que sabemos que la política cuando se usa para mejorar la vida de las mayorías es una especie de varita mágica. Y aclaro que mejorar no sólo es una cuestión material, no, mejorar también es acompañar a los que pelean contra los egoístas sin preocuparse demasiado por el lugar adonde la vida te lleva. Uno puede estar preso o ser presidente, el tema es si deja las convicciones o las lleva con orgullo.
Pero volvamos a las preguntas que son una buena manera de explicar lo que parece inexplicable. Lo que sigue es eso, una larga lista de interrogantes que se me iban ocurriendo en esas tres o cuatro horas que duró la espera de la compañera que estaba declarando.
¿Cuál es el peligro que representamos esos 20 mil que fuimos a acompañar a Cristina -la última vez éramos 200 mil- para que desde los techos nos apunten francotiradores?
¿Por qué vallaron el lugar y convocaron a más de 600 polis con tanquetas?
¿Cuál es la razón de la alegría de los compañeros que no paraban de cantar canciones?
¿Qué peligro para el país representan los militantes de la Tupac encolumnados detrás de mujeres que llevan una bandera pidiendo la libertad de su líder, Milagro Sala?
¿Para qué nos filman todo el tiempo?
¿Por qué la gente llora de alegría y canta con más ganas cuando dicen que está por salir Cristina?
¿A quién jode el pibito con la camiseta de Néstor, el ama de casa con la de Cristina, los que tocan los bombos y platillos, los trompetistas?
¿Esto es el kirchnerismo que sale todos los días en la tapa de los diarios como el enemigo público número uno?
¿Este es el kirchnerismo que desaparece en cualquier momento?
¿Este grupo de cantores alegres bajo el sol que el líder Massa asegura que no van a volver, que el honesto Bossio necesita que no vuelva, al que los del Movimiento Evita le reclaman autocrítica siempre que les acercan el micrófono, que los PJ dejan en banda, que el triunvirato de la CGT repudia, que el senador Abal Medina acusa de no garantizar la gobernabilidad de los CEOS? ¿Por qué les preocupa tanto?
¿Por qué esos que antes sonreían desde el gobierno K hoy hacen buena letra para que la derecha los deje seguir participando siempre y cuando aíslen al kirchnerismo?
¿Son tan peligrosos estos apasionados que esperan ansiosos el reencuentro con su líder?
¿Cuál es el peligro que representan esos pibes de los que la mayoría de los medios gráficos, radios, la tele y cuanto político es iluminado por las luces del poder no paran de decir que son ladrones, que están armados, que hay que proscribirlos, que hay que hacer lo imposible para que su jefa no se presente el año que viene?
¿Cómo puede ser que este grupo que morfa choripanes en camiseta mientras espera que salga su jefa, acusada de todos los males que sufrió el país en los últimos doce años, sean una amenaza para los empresarios, la justicia, la policía, el gobierno, los Estados Unidos y que se yo cuantos más?
Es tan frágil lo que se ve que no se entiende cómo no tienen miedo, cómo pueden cantar con tanta alegría, rodeados de botones.
En este divague estaba cuando de pronto sale Cristina, la gente quiere acercarse para verla, para agradecerle, para tocarla, y el operativo de la gorra diseñado por la Pato criolla, comienza a amenazar y a golpear sin asco. En ese momento quedó claro que iban a reprimir, que esperaban la reacción de la gente para que se armara alto kilombo. Pero los ex choriplaneros son inteligentes y no respondieron más que con puteadas, y para colmo la jefa, Cristina, se bajó del auto, les dijo a los milicos que no sean cagones, que le peguen a ella y no a la gente, se metió entre nosotros y todo fue una fiesta.
Algo esta pasando que tanto poder junto no puede controlar eso que parece tan sencillo.