por Martha Silva
Ante el estreno de esta digna película, tenemos presente haber cubierto, desde otros medios, temas relativos a lo sucedido durante la Dictadura Militar que siempre pueden iluminar el presente. Recuerdo: “Los testigos literarios del Proceso”, escritores como Humberto Costantini y Julio Cortazar que pudieron comentar con solvencia este terrible período; films como Montoneros, una historia de Andrés Di Tella, Botín de Guerra de David Blaustein -primera referencia cinematográfica a las Abuelas de Plaza de Mayo–, P4R+ Operación Walsh de Gustavo Gordillo (año 2000), Yo, Sor Alice sobre las monjas francesas desaparecidas; y los dignos cortos Aluap y Líneas telefónicas.Otras películas fueron: La amiga (la historia ficcional de una hipotética Madre de la Plaza, con Liv Ullman), Los pasos perdidos, Historias cotidianas (la trayectoria de los hijos rescatados); también el costado de los represores tal como aparece en Garage Olimpo y Potestad.
Con Verdades verdaderas. La vida de Estela, biografía ficcionada de Estela de Carlotto, a la que Susú Pecoraro da vida, se rescata ahora la historia de la agrupación Abuelas de Plaza de Mayo y se refiere además a los nietos que esa agrupación ha recuperado. Se pinta la vida familiar de Estela, de sus hijos y de su esposo. A ellos se les comunica personalmente la muerte de la hija, con datos falseados acerca de un presunto enfrentamiento. Con gran dolor, ella escucha que su hija murió y que podrá enterrarla dignamente. Pero luego se enterará de que hay un niño de por medio, un nieto que se llama Abel, y que es el que Estela aún hoy busca.
El personaje que encarna Susú Pecoraro de modo notable fue trabajado minuciosamente, con la ayuda de la propia Estela y de su director Nicolás Gil Lavedra.
Es una buena película dedicada a un tema noble, expuesto con idoneidad. Resulta conmovedora la fe inconmovible de Carlotto por encontrar a su nieto. El film rescata esas imágenes que le son destinadas.