El macrismo intenta borrar de la memoria popular el 24 de marzo del 76
por Héctor Rodríguez
Primero declaran que la cifra de 30 mil desaparecidos es una mentira. El Presidente dice, suelto de cuerpo, que no sabe “si fueron 9 mil o 30 mil”, que “no tiene idea”, mientras echa al director del Archivo Nacional de la Memoria y se pasea con Obama en el Parque de la Memoria. Después, el Secretario de Derechos Humanos recibe en la ex ESMA a la defensora del terrorismo de Estado Cecilia Pando, junto a familiares de militares genocidas condenados, mientras la ministra Bullrich designa en su Gabinete a un exsocio del defensor de Galtieri y de represores en La Pampa.
Luego, en el festejo del Bicentenario desfilan en Tucumán represores del Operativo Independencia. Tras cartón, un golpista y líder carapintada se pasea en Palermo con uniforme militar. Más tarde es el presidente de la Juventud PRO quien incluye en una reunión de juventudes políticas en la Rosada a representantes del nazi Alejandro Biondini. En tanto, las prisiones domiciliarias a militares y policías condenados por delitos de lesa humanidad aumentan escandalosamente en este 2016, al tiempo que La Nación editorializa a favor de esos siniestros criminales.
En medio de este cinismo y retroceso espeluznante en la política oficial de derechos humanos, el Ejecutivo envía al Congreso un proyecto de ley que elimina los feriados puente. En una nueva e inequívoca provocación macrista, buscan establecer el 24 de marzo –Día Nacional de la Memoria– como feriado "movible", quitándole su actual estatus. Una burla lisa y llana. Un ninguneo oficial a la fecha en la que se conmemora la memoria de 30 mil detenidos-desaparecidos y se busca reclamar por mayor agilidad en los juicios a genocidas. Si no ocupamos las calles, si no resistimos, si no marchamos ante esta grave retracción, si no reclamamos a viva voz junto a todos los organismos de DDHH y movimientos sociales, corremos el riesgo de que Macri en persona, en el momento menos pensado, le ordene a un subordinado volver a colgar el cuadro de Videla en el Colegio Militar, mientras una claque mediática y judicial lo aplauda por “volver las cosas a su lugar”. Estos tipos son capaces de lo peor. Y van por todo.