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Cristina es la candidata

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Cristina será candidata a un cargo legislativo en las elecciones de medio término que se van a llevar a cabo entre agosto y octubre próximos. Ayer terminó de explicitarse. Esto era bastante evidente desde el 25 de mayo, cuando ella concedió una entrevista a tres periodistas de C5N. En ese momento expuso las condiciones de su participación: formando parte de una unidad transversal que se constituyera en base a un compromiso programático explícito ante el pueblo que frenara el feroz ajuste neoliberal en curso.

Sus palabras habían sido claras esa noche, salvo para los que buscan mensajes satánicos pasando la cinta al revés. La unidad que propuso construir no es la del pejotismo (aunque por supuesto no lo excluye), ni siquiera una unidad del kirchnerismo con otras variantes del peronismo (a la que tampoco renuncia), sino una unidad más amplia en sus identidades políticas pero que se comprometa con el electorado a oponerse desde el Poder Legislativo a las reformas cruentas que el macrismo prepara para después de octubre. Su condición nunca fue encabezar una lista, incluso se ofreció a colaborar con esa unidad autoexcluyéndose, si eso servía a esta estrategia.

Algunos sectores del pejotismo que durante más de un año y medio colaboraron servilmente con la primera fase del ajuste macrista (que ya logró un endeudamiento sideral y un retroceso de diez años en los niveles de empleo) creyeron que cuando ella manifestara su disposición a participar en este turno podrían enredarla durante 3 meses en un debate retardatario sobre el desgastante proceso interno de 2015. No sorprende su intención: Pichetto, Daer, Pérsico, el Chino Navarro, Alberto Fernández colaboraron desde sus posiciones con el actual gobierno y encontraron en Randazzo a un ejemplar tan obtuso como para que sirviera de mascarón de una presunta "autocrítica" a destiempo, funcional al mismo régimen. El jefe de los senadores colaboracionistas, el armador del opoficialismo massista, el artífice del congelamiento cegetista y los administradores del asistencialismo que prolonga la agonía de los damnificados del ajuste mostraron durante el primer tercio del gobierno macrista una subordinación dócil a las estrategias del macrismo. Nada podía indicar que llegado el momento de las PASO tuvieran interés en hacer su propia autocrítica como facilitadores. Su servicio terminal al gobierno, después de haber tratado de congelar el conflicto social, era sacar a Cristina de la cancha. Pero Cristina ayer entró en la cancha.

Cristina no tenía que ir a una interna con ellos: eso lo sostuvimos en este blog casi en soledad entre la bloguería compañera, obviando la hipócrita moralina republicana que, algo inédito en quienes se dicen peronistas, pone los instrumentos (las PASO) por delante de los fines (el bienestar del pueblo).


Durante un año y medio, la única dirigente de primera línea que no dejó un solo día de oponerse a las medidas de la derecha gobernante fue Cristina. En la oposición solo se mantuvieron los organismos de Derechos Humanos (que por su naturaleza no se plantean una vía electoral), una parte minoritaria pero significativa de la dirigencia sindical (docentes, CTA, bancarios, la Corriente Federal, algunas regionales de la CGT), y los bloques kirchneristas y de izquierda en los cuerpos legislativos. Cristina ocupó el lugar de máxima referente opositora con naturalidad, en coherencia con lo que fueron los 12 años de gobierno kirchnerista. En cambio, los diputados y senadores que entraron con la boleta del FPV y a la semana rompieron con los bloques para los que habían sido elegidos facilitaron la tarea del ajuste neoliberal dando cuorum, votaron leyes lesivas para el pueblo y propiciaron contradicciones secundarias para dejar avanzar al oficialismo.

Ayer a la tarde en Arsenal Cristina concretó su primer acto masivo de campaña, en el que ratificó la hoja de ruta que había empezado a desplegar el 13 de abril de 2016 frente a Comodoro Py, cuando lanzó lo que en aquel entonces llamó "Frente Ciudadano". La masividad del acto de ayer y las concisas y novedosas señales emitidas desbarataron las especulaciones y, sobre todo, los deseos de quienes querían sacarla de la cancha.

Lo que no es novedoso es la ratificación de su liderazgo: la convocatoria masiva, la cualidad emotiva y racional del vínculo popular con ella (incomparable con cualquier otro dirigente de la Argentina actual) y la expectativa que cada una de sus movidas despierta incluso (y sobre todo) en sus más apasionados adversarios alcanza para ponerla en el centro de la escena y muy por delante de cualquier otro dirigente que aspire a frenar al macrismo en su proyecto devastador. Además de su magnetismo y de su astuto manejo de los tiempos, lo que la hace más interesante es que entre sus adversarios más apasionados estén los sectores más poderosos y despiadados de la sociedad argentina y sus sirvientes más viles. ¿Cómo no querer a Cristina con los canallas que la detestan?

Lo novedoso es que ella y su equipo encontraron un estilo de comunicación que rescata lo mejor que tiene (su elocuencia, su gracia, su claridad estratégica) pero evita los rasgos que en este momento podrían ser inconvenientes (su exhuberancia discursiva, su inclinación a repasar con cifras e indicadores los logros de su gobierno, su tendencia a fijar su atención en los interlocutores que ya están convencidos de sus posiciones).

Cristina ayer hizo un acto sobrio, emotivo, serio -a la altura de las graves circunstancias que atraviesa el país. No lanzó la campaña apelando a los rituales más cristalizados del peronismo y ni siquiera los del kirchnerismo. “La agresión neoliberal supera a todos los partidos políticos. ¿Acaso cuando van al supermercado a alguno le hacen una rebaja porque es de un partido o de otro? Cuando despiden en la fábrica, las suspensiones y los despidos vienen con nombre y apellido de carne y hueso. De eso se trata Unidad Ciudadana", dijo con notable precisión comunicativa. La escena austera y su retórica concisa dejaron ver que no se dispone a disputar una interna justicialista sino una campaña electoral contra el macrismo y a favor de todos sus damnificados. Cristina no quiso cantar los hits del kirchnerismo, le habló a la sociedad dañada por este gobierno, en un discurso que atraviesa las políticas partidarias pero no las estrategias políticas, que resumió con sencillez: "Le han desorganizado la vida a la sociedad. Ha vuelto el fantasma del desempleo, la flexibilización laboral, tenemos precios y tarifas por las nubes".

Cristina ayer volvió mejorada: parecería que aprovechó el tiempo en el llano para pensar qué aristas de su personalidad pública no serían oportunas para este momento del proyecto político del que siempre estuvo convencida. Mostró que, dada la mediocridad de sus adversarios, su competencia más difícil es consigo misma.

Los que todavía tienen dudas de que va a ser candidata, así como los que siguen discutiendo la conveniencia de competir en unas PASO con un precandidato mudo, muestran que están mirando la partida con un retraso de al menos un mes. En pocas horas se va a saber qué lugar ocupará en las listas de la Unidad Ciudadana. También va a despejarse la incógnita de si algunos referentes descarriados en la aventura randazzista todavía guardan un reflejo de lucidez para arrepentirse de su mala lectura de la realidad. Los que inclinaron la balanza en favor de su actual protagonismo son varias decenas de intendentes de la región más densamente poblada del país. Algunos lo harán por convicciones y otros por conveniencias, al advertir la popularidad que ella mantiene entre sus poblaciones.

Ayer Cristina le propuso al pueblo empezar a desandar el camino catastrófico por el que nos está llevando el macrismo. Ojalá que logremos sumar a la mayor cantidad posible de compatriotas en este intento.

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