Partes del problema y partes de la solución
Ilustración: Carmen Cuervo
Los pibes de los secundarios porteños dan una batalla grandiosa contra el avance totalitario neoliberal. Los medios oficiales los demonizan.
Los pibes de los secundarios porteños dan una batalla grandiosa contra el avance totalitario neoliberal. Los medios oficiales los demonizan.
El proyecto "Secundario del futuro" con trabajo basura, desjerarquización docente, flexibilización laboral, es un globo de ensayo ceofascista.
Los centros de estudiantes lo vienen advirtiendo. La toma de escuelas es un reto serio a la prepotencia macrista.
La firmeza de los estudiantes, el estado creciente de movilización los saca de quicio.
Desde los editoriales de La Nación hasta los paneles pedorros de Pamela David y sus freaks descerebrados repiten la línea que baja marquito.
Pibes de 16, 17, con una formación, una conciencia, un compromiso y una vitalidad que más quisiéramos encontrar en políticos y gremialistas.
En cada móvil que los estudiantes toman la palabra dejan pagando a los panelistas, como a viejos carcamanes que no saben en qué mundo viven.
La batalla que le están presentando al macrismo no se deja disciplinar por las campañas de los programas dirigidos a doñas empastilladas.
Los focus groups no hacen mella en lo pibes, ni los hashtags, ni las bajezas que sueltan desde el piso los carcamanes y las vedetongas.
Pamela David o Amalia Granatta, que se ganaron su lugar en la cultura argentina sorbiendo, les quieren enseñar civismo y seriedad.
Los estudiantes tienen clara conciencia de que la reforma impulsada por Larrata y defendida por Granata y Lanata es un paso hacia la degradación del tejido social.
La "Secundaria del Futuro" de Larrata quiere convertir a jóvenes cultos, jugados, vitales en mano de obra esclava. Y a la sociedad en zombie.
Desde hace varios días está claro que desde jefatura de gabinete baja la orden para que los programas de las succionadoras "debatan" las tomas.
Las escuelas tomadas son cada vez más. Y los dirigentes que salen de los centros son cada vez mejores, más lúcidos y menos manipulables.
Si alguien no se da cuenta de que en estos estudiantes está el presente y el futuro de nuestra sociedad, está listo.
La obsesión de la derecha confirma el peligro que para ellos representa que aparezcan pibes brillantes por todos lados.
Esta reforma que el macrismo porteño intenta imponer de apuro no está disociada de la flexibilización labora que Triacca negocia por sector con los gremialistas amarillos que gestionan sus sindicatos como empresas familiares. La diferencia es que acá hay una generación de pibes que se le para de mano a los mismos que los gordos burócratas se les hincan por mantener sus prebendas o por miedo a un carpetazo. Treinta, cuarenta, cincuenta años atornillados al sillón de un sindicato, los tipos que en los 90 traicionaron a Ubaldini y le allanaron el camino a aquel gran ajuste liberal ahora van por la segunda parte de su histórica entrega.
Pero desde una lectura peroncha lineal, este conflicto no existe. Están calculando qué va a hacer Uñac o Cavalieri en 2019. Los pibes, que vienen resistiendo hace semanas al apriete macrista y al maltrato mediático que precede a la excusa para salir a reprimir, no se les pasa por la cabeza el escudo justicialista ni la unidad con el Gallego De La Sota. Pelean por aprender y aprenden peleando.
Quizás en conflictos como este es donde mejor se vea la trampa de los que, en nombre de íconos y sellos cristalizados, quieren conducirnos a una encerrona de alternancia en la ciénaga ceofascista.
NOTA: Feinmann era un payasito marginal del sistema de medios: hoy su discurso estigmatizador fue asumido por los funcionarios y voceros oficiales del régimen. La construcción sistemática del estereotipo no es solo figurativa: precede a una ofensiva represiva.