Martín Piqué en La otra.-radio, para escuchar clickeando acá
Ilustración: Carmen Cuervo
Martín Piqué conduce Vayan a laburar de lunes a viernes a las 2:00 de la madrugada en AM 750. En cierta forma se trata de un proyecto radial hermano de La otra.-radio. Por su vocación noctámbula, bohemia y coloquial. Nos gusta la música y las historias que se tejen alrededor de las canciones, el cine, pensar los modos de comunicación a través de los medios, nos preocupa el país y el movimiento popular, nos dejamos llevar por recuerdos minúsculos e intensos.
Será por eso que ya nos visitamos un par de veces mutuamente: el domingo pasado Martín vino a la Gráfica y las dos horas se nos pasaron volando. En un mismo tramo de la conversación podíamos arrancar hablando del retaceo oportunista que hace el diario La Nación de la información de los Paradise Papers que comprometen a altos funcionarios del régimen y el tipo de proyecto desarticulador que encarna el neoliberalismo gobernante y terminar analizando los lados entre frívolos y mordaces de las letras de Virus en los primeros años 80; del timbre para algunos insoportable de Vicentico -lo que no le impidió tener una discografía solista interesantísima-, hasta analizar los riesgos simétricos de la confianza excesiva -y despolitizante- de que el neoliberalismo se vaya a caer solo, o el borde de cinismo con que algunos sectores del periodismo socialdemócrata describen y admiran la destreza de la "derecha democrática" para imponer sus políticas; desde la necesidad que tenía el rock durante la dictadura de apelar a alusiones un tanto crípticas para referirse a la represión hasta la sensualidad de las fiestas populares del kirchnerismo; desde el potente movimiento negro norteamericano de principios de los 70 -un interesantísimo exponente de esa potencia es el proto-rap "The revolution will be not televised" del músico militante Gil Scott-Heron, que Martín trajo el domingo para que escuchemos juntos- hasta las diversas vertientes del punk inglés que surgen durante el thatcherismo -la derecha Oi!, la izquierda de The Clash o el nihilismo autodestructivo de tantos otros grupos... Nada de lo que íbamos a conversar estaba pautado de antemano, pero ni bien arrancó el programa empezamos a tirar de un hilo de conversación que se desenrollando rápido y cuando nos quisimos acordar las dos horas de La otra se habían volado. Un placer y pronto iremos los de La otra a jugar de visitantes a la 750.
¿Por qué su programa se llama así? También lo contó Martín durante la conversación:
Tiene toda una historia el nombre que aparte resume el clima de época, porque una vez, mientras estaba subocupado -en el ámbito de los periodistas la verdad que se está haciendo moneda corriente quedarse sin trabajo, ahora está por cerrar la agencia DYN-, y, bueno, íbamos caminando hacia finales de 2015 o principios de 2016 hacia el ministerio de trabajo para hacer una manifestación, para pedir justamente por trabajo, y una señora grande nos gritó: "¡vayan a laburar!". Y yo me paré y le dije: "sí, señora, efectivamente, es eso lo que queremos, ir a trabajar". Después los que iniciamos el programa en la 750 dijimos: "che, ¿no sería un buen nombre 'Vayan a laburar'?". Es un nombre de época.
Así casi empezó nuestra conversación. Y casi terminó cuando Martín leyó un texto escrito hace unos días sobre la fiesta popular kirchnerista:
"Venía en el auto y en la radio sonaba La Franela ("Hacer un puente"). Sensación de iluminación y deja vu. Cerré los ojos. Busqué concentrarme. ¿Adónde me llevaba esa canción? ¿Qué era lo que extrañaba? ¿Adónde me llevaba ese sonido ingenuo y feliz, de temporada de verano que recién empieza? Vi una ciudad llena de gente. La calle. Hacía calor. Se oía música. Voces que reían, gritaban, ofrecían comida. Cantaban. Preguntaban el precio de una remera. Saludaban a los gritos. Tiendas improvisadas. Alguien buscaba a alguien. El demorado apuraba el paso, levantaba el cuello: quería alcanzar a los suyos. La ciudad se mostraba alegre, sucia, atravesada por visitas que miraban con esos ojos ávidos de la primera vez. Los pibes pedían. Los padres compraban. Querían dar los gustos. Había banderas, globos, humo de paty y chori, pan relleno, chicas, chicos, miradas que prometían algo. Pantallas gigantes que reproducían la historia o que se ilusionaban con adelantar el futuro. Las familias paseaban. Disfrutaban. Consumían. Festejaban que tenían un poco más. Era una alegría serena, sin exageraciones: la placidez tranquila de un domingo azul de verano. Aquello que imaginé, que vi con los ojos abiertos de la memoria, que recordé, era la Argentina imperfecta de Néstor y Cristina, un recuerdo que ahora se aleja como un parpadeo cegado por el sol".
El programa todo con esto y algo más, las canciones que trajo Piqué y las que llevamos nosotros, se escucha clickeando acá.
El programa todo con esto y algo más, las canciones que trajo Piqué y las que llevamos nosotros, se escucha clickeando acá.