A la historia a veces se le antojan cosas. Por ejemplo, ayer a la tarde en la Plaza Congreso hubo un inmenso acto de los trabajadores, quizás el más grande que no haya sido convocado por la CGT. El triunvigato quedó atrapado en su matriz burócrata, macartista, alejado de las bases trabajadoras para siempre. La enorme multitud fue convocada por un frente sindical en cuyo núcleo se encuentra la Corriente Sindical Federal (Bancarios, Gráficos, Aceiteros) a la que se agregan las CGT Regionales, las dos CTAs, gremios docentes, los camioneros de Pablo Moyano, columnas de izquierda, organizaciones sociales como la CTEP y otros sindicatos más chicos cuya representación es detraída por el triunvigato.
Cientos de miles que desmienten que la mora de la CGT por convocar a un plan de lucha se deba a un estado de conciencia aletargado de los trabajadores. Durante los dos años de macri, la CGT nunca cumplió con el rol que la historia le asigna: ponerse al frente del movimiento obrero organizado. En cambio, escribió su verdadera historia: defraudar, claudicar, arrugar, burlar a los suyos y postrarse a las clases dominantes. Como ayer dijo Micheli, la CGT convocó en septiembre a un acto en Plaza de Mayo en el que deseaba que fueran pocos trabajadores y en cambio la multitud fue desbordante, así que el único orador, el opaco Schmid, lo terminó antes de empezar. La actual conducción de la CGT sufre de un extraño pánico escénico. La última vez que el triunvigato se juntó en un palco en la calle fue humillado por las bases que los putearon por no poner la fecha de un paro general y le tiraron abajo el atril, en otra imagen a recordar por años. Daer, Acuña y Schmid fugaron despavoridos, por miedo a sus representados. Evidentemente están más cómodos en el despacho del ministro Triacca, el liquidador de los derechos laborales, uno de los personajes más sinestros del actual régimen, pródigo en personajes siniestros.
Cientos de miles que desmienten que la mora de la CGT por convocar a un plan de lucha se deba a un estado de conciencia aletargado de los trabajadores. Durante los dos años de macri, la CGT nunca cumplió con el rol que la historia le asigna: ponerse al frente del movimiento obrero organizado. En cambio, escribió su verdadera historia: defraudar, claudicar, arrugar, burlar a los suyos y postrarse a las clases dominantes. Como ayer dijo Micheli, la CGT convocó en septiembre a un acto en Plaza de Mayo en el que deseaba que fueran pocos trabajadores y en cambio la multitud fue desbordante, así que el único orador, el opaco Schmid, lo terminó antes de empezar. La actual conducción de la CGT sufre de un extraño pánico escénico. La última vez que el triunvigato se juntó en un palco en la calle fue humillado por las bases que los putearon por no poner la fecha de un paro general y le tiraron abajo el atril, en otra imagen a recordar por años. Daer, Acuña y Schmid fugaron despavoridos, por miedo a sus representados. Evidentemente están más cómodos en el despacho del ministro Triacca, el liquidador de los derechos laborales, uno de los personajes más sinestros del actual régimen, pródigo en personajes siniestros.
Entonces la historia puede contarse desde dos puntos de vista: desde los que no fueron, los gordos burócratas atornillados a sus sillones desde hace décadas, lejos de sus bases y preocupados, como justifica el bloguero de la ortodoxia peronista Abel Fernández, por preservar sus organizaciones (no a sus representados).
Pero es mezquino contar la historia desde el punto de vista de los que ayer no fueron, aunque no deje de ser un dato de masiva gravitación para el futuro de los trabajadores. De hecho, si la conducción hubiera ido, quizás habría sentado las bases políticas para que a la noche el senado viejo, orquestado por Peceto, no pudiera darle media sanción a la infame ley que condena a la miseria a millones de jubilados. Ese es el precio de su ausencia.
Pero la clase trabajadora demostró que era falso que su estado de conciencia aún no da para convocar un plan de lucha contra el ajuste y la represión. El pueblo está disponible: los líderes convocantes ayer se legitimaron en la lucha y los ausentes se quedaron afuera por sus propias imposibilidades.
Por este motivo, esta Plaza es histórica, por su calidad y su cantidad. Estos miles son una parte de muchos otros que el régimen quiere dejar afuera. Con ver los medios de comunicación, preocupados por el suicidio de una modelo o por el no acontecimiento del no hallazgo del submarino extraviado, uno podía advertir cuáles son los sectores sociales que el actual régimen quiere excluir. No precisamente a los kirchneristas, no necesariamente a los mapuches, aunque el régimen sea capaz de exterminar a los mapuches y proscribir al kirchnerismo, lo que tiene que dejar afuera macri es el pueblo que ayer fue a la Plaza.
Bendita historia: unas horas después Peceto dejó dicho para los años que "nos toca la ingrata tarea de acompañar estos acuerdos porque creemos que los pactos deben cumplirse". ¿Qué pactos deben cumplirse, Peceto? ¿Cómo llegaste a esa banca? Claro que es ingrata tu tarea: no hay dios que te rescate de tu infierno y el de tu elenco de traidores del mandato popular que los puso en sus bancas. Ya te queda poco y lo estás despilfarrando mal, vas a ser recordado como uno de los gestores de la opresión: facho, desleal, corrupto, cretino, detrito de los políticos profesionales. La historia no te va a absolver nunca. Está bien que te haya tocado tu tarea ingrata el día en que se congregó ese montón tan cerca tuyo y tan lejos de vos. Aportaste como pocos a disipar el equívoco pelotudo y estéril del panperonismo. Mientras vos estés al comando del colaboracional-peronismo, queda expuesta la fractura de la imposibilidad de una unidad indeseable. No hay manera de juntarse con vos y tus secuaces, Peceto, en nombre de un peronismo fantasmal y paródico. La unidad se dio en la calle y con vos no cuenta. Ayer cerraste la puerta y tiraste la llave. Le regalaste la vida de los jubilados al régimen gorila y asesino de macri. Qué bien, Peceto, nos ahorraste tantos caracteres para explicar que la unidad no puede pasar ni va a pasar ya nunca más por el panperonismo. Tampoco por el antiperonismo para el que vos trabajás. Hay una unidad forjándose, esa unidad es necesaria y es inevitable: es la unidad del pueblo que te deja en la esquina para siempre, narigón del siglo.
Morales Solá en La Nación cuenta esta historia de modo jocoso: dice que el acto de ayer es la fractura del peronismo, porque durante todos estos meses trató de construir un objeto discursivo llamado peronismo deskirchnerizado, al igual que los massistas y otros apanameñados a la ilusión de una unidad peronista consistente. De un lado y de otro, de la ultraderecha neoliberal a la derecha colaboracional-peronista estuvieron pujando por deskirchnerizar la época. La marcha de ayer no fue kirchnerista, pero supone al kirchnerismo como pre-condición. El pueblo sale a defender lo que ganó en estos doce años, lo saben de sobra todos y quisieran escribirlo de otra manera, pónganle el nombre que quieran pero es así. El peronismo deskirchnerizado es la mueca dura de Peceto cuando ve entrar a Cristina senadora. La historia es caprichosa y quiso que la marcha se hiciera el día en que Cristina juró como senadora. Va a conducir un bloque minoritario en el senado en el que por menos de dos años todavía campeará Peceto. Pero Cristina es la que va a abrir la ventana de esa cámara para que entre el aire de la calle, lo que macri quiere dejar afuera. Basta comparar la sonrisa confiada de Cristina con el gesto del tipo amargado por su propia hiel, miren la foto. Él sabe que su legitimidad mengua en proporción directa a la fuerza de la voz de Cristina en el Congreso. Cristina convocó a sus militantes a sumarse a la marcha de los trabajadores, la más grande que se haya hecho sin la convocatoria de la conducción cegetista. La historia tiene caprichos.
La historia quiere que más o menos a la misma hora sean condenados a perpetua los genocidas de la ESMA, cuarenta años después de los vuelos de la muerte, ayer los malditos voladores fueron condenados. La historia tiene caprichos: condena a los genocidas de hace 40 años mientras el jefe de estado apaña a los asesinos de Santiago Maldonado y Rafita Nahuel. El terror de estado está volviendo: "Hay que volver a la época en que cuando la policía daba la voz de alto había que entregarse" dice el jefe de estado, habilitando todos los asesinatos que a la cana se le canten. La derecha hace política con la muerte, siempre Es lo que José Natanson llama una derecha moderna. A veces la historia es fea, pero siempre veraz. Verás.