por Marc Perilli
El silencio es un cuerpo que cae es la primera película de Agustina Comedi, nacida en la provincia de Córdoba en 1986. Está dedicada a su padre, Jaime, y especialmente a la persona que él fue antes del nacimiento de ella.
Después de su muerte en 1999, un amigo del padre le dijo que “una parte de Jaime se había ido para siempre cuando ella nació”, lo que despierta en Agustina el deseo de ir reconstruyendo esa parte que le fue oculta por decisión de su propio padre.
Para eso, la autora se vale del testimonio de los amigos de las épocas juveniles de Jaime quienes, además de contarle que había estado en pareja con un hombre durante once años antes de casarse con su madre, le dicen que había sido militante de Vanguardia Comunista en los años ’70. Épocas en las que que no había lugar para las personas LGTB y ni siquiera se reconocían como colectivo. Los amigos cuentan cómo llevaban sus vidas en una sociedad que los enjuiciaba por sus deseos -incluso hasta las propias organizaciones políticas de izquierda en las que ellos militaban.
En los ’80 Jaime pudo viajar con amigos y amigas homosexuales a distintos lugares del mundo y conocieron otras realidades del colectivo LGTB, donde no se los perseguía sino que se los atraía como parte de una explotación turística para estas minorías. Hasta que finalmente la aparición del HIV acabó con esa algarabía.
Agustina Comedi va armando esa imagen de Jaime mientras observa los propios registros que él hizo con una cámara VHS que compró en ocasión de su nacimiento, como testigo infatigable de la decisión que tomó al ser padre y como fin de una vida a la que también amó. Las imágenes registradas por Jaime constituyen gran parte de la película. Esto permite hacer aparecer a través de la mirada deseante del padre todo lo que no podía ser dicho. Se crea una tensión entre la voz de la narradora y la subjetiva del padre, cuyo enigma crece en el fuera de campo. Esa mirada dentro de otra mirada genera una distancia especial que diferencia El silencio es un cuerpo que cae de otras películas familiares narradas en primera persona.
La película es un claro homenaje al hombre que silenció más que su cuerpo cuando fue padre. Su hija toma esa bandera vanguardista poniendo de relieve el orgullo de ser homosexual aún en tiempos de dictadura y a pesar de los silencios familiares. A la vez reconstruye el amor que tuvo por otro hombre con honestidad y cariño.
El género de películas familiares narradas en primera persona es muy típico de estas últimas décadas y a veces parece a punto de agotarse, pero con exponentes de esta sensibilidad y emoción da la sensación de que en realidad podría ser inagotable.