Cuando llega la época del destete,
la madre ennegrece el seno,
porque conservar su atractivo sería perjudicial
para el niño que debe dejarlo.
De este modo cree que su madre ha cambiado;
pero el corazón de ella es siempre el mismo,
y su mirada está siempre llena de ternura y de amor.
¡Feliz aquel que no tiene que recurrir
a medios más terribles para destetar al niño!
Johannes de Silentio, Temor y temblor
por Marcos Perilli
Dos directores brasileños, Juliana Rojas y Marco Dutra, trajeron al Bafici 20 una película excepcional, desde mi punto de vista la mejor de esta edición. No es posible exagerar los elogios hacia As boas maneiras, porque contiene todos los condimentos que sazonan un cine exquisito. El planteo narrativo juega con el uso de varios géneros (terror, fábula, musical, drama, comedia, melodrama, dibujos) sin que de esto resulte un pastiche. El juego con los géneros está pasado por el filtro de una estilización que los transforma, ante la mirada del espectador, en otra cosa que lo que uno espera. Es notable la manera en que, para lograr esta depuración, los realizadores se valen de una dirección de arte que cuida hasta en los más mínimos detalles el color, la luz, los fondos pintados y la caracterización de los personajes. Los aciertos de casting empiezan por la elección de una protagonista, Clara, que desde la secuencia inicial de la película fascina por su belleza misteriosa, andrógina e inquietante; también es genial la actuación de Joel, el niño al que en este cuento de hadas contemporáneo le va a tocar ser el portador de la otredad.
Por medio del recurso de un mito popular que aquí no revelaremos, As boas maneiras nos cuenta una historia que transita por varias etapas y produce giros sorpresivos, cambios de tonalidad que los realizadores logran con una delicadeza asombrosa. A pesar de estas alteraciones, hay un hilo conductor que rige su unidad y lleva hacia la temática del amor al prójimo, desligado de todo cliché y encarnado en el personaje menos esperado. Los autores desechan todos los lugares comunes hacia los que podría derivar una película que, valiéndose de estas mitologías populares, les diera un tratamiento más convencional o cediera a las trampas del espectáculo, lo que podría terminar en resultados catastróficos.
Pero el amor que los autores exaltan en el funcionamiento del universo -humano y animal, poético y político- se materializa también en el cuidado amoroso de las formas cinematográficas usadas y en la apuesta por la sensibilidad de los espectadores.
Los directores también asumieron el desafío de exponer las diferencias sociales que subsisten en su país de una manera sutil, eligiendo como protagonistas a dos mujeres de diversa procedencia social, Ana, una chica burguesa que al principio espera un bebé, y Clara, una joven negra que se postula como su empleada doméstica. La acción transcurre entre las dos regiones de la enorme ciudad de San Pablo: la parte rica y la parte pobre. Hay un plano general que muestra el puente que une esas dos regiones, separadas a la vez por un abismo social y cultural, clases que en la película se van a encontrar sin conciliarse. Esta divergencia entre ambas escapa a la lógica convencional del melodrama primero y del cuento de horror después.
As boas maneiras rompe con todas las reglas y por eso es digna de ser considerada un ejemplo de creatividad a seguir por el cine latinoamericano.