Be brave
Un programa para descargar. 23 de julio de 2012. Clickeando acá.
por Oscar Cuervo
A eso de la 1:55 de la madrugada de este lunes, cuando al programa le quedaban apenas cinco minutos, Willy Villalobos se refirió en un tono inusualmente crítico hacia Diego Maradona y su participación en TVR de anteayer: "Si un amigo mío está en una situación así, yo le diría: 'estás diciendo boludeces'. (...) Está diciendo boludeces, habla de cualquier tema, lo aplauden, él se cree que está bien y queda como un boludo". Inusual porque Willy fue siempre uno de los acérrimos defensores de Maradona. Hay que decir que la crítica de Willy hacia Diego no concitó mayor adhesión en el resto del staff del programa, y apenas despuntó un principio de discusión cuando el programa se terminó. Yo vi a Maradona en el programa del sábado y no me pareció para nada que Willy tuviera razón. Pero no quiero seguir acá la polémica que en el programa no pudimos dar por falta de tiempo.
Un programa para descargar. 23 de julio de 2012. Clickeando acá.
por Oscar Cuervo
A eso de la 1:55 de la madrugada de este lunes, cuando al programa le quedaban apenas cinco minutos, Willy Villalobos se refirió en un tono inusualmente crítico hacia Diego Maradona y su participación en TVR de anteayer: "Si un amigo mío está en una situación así, yo le diría: 'estás diciendo boludeces'. (...) Está diciendo boludeces, habla de cualquier tema, lo aplauden, él se cree que está bien y queda como un boludo". Inusual porque Willy fue siempre uno de los acérrimos defensores de Maradona. Hay que decir que la crítica de Willy hacia Diego no concitó mayor adhesión en el resto del staff del programa, y apenas despuntó un principio de discusión cuando el programa se terminó. Yo vi a Maradona en el programa del sábado y no me pareció para nada que Willy tuviera razón. Pero no quiero seguir acá la polémica que en el programa no pudimos dar por falta de tiempo.
Antes que eso, La otra.-radio había hecho un recorrido por una serie insólitamente amplia de temas, con especial lucimiento de nuestras dos protagonistas musicales: Bat for Lashes (nombre artístico de la cantante británica Natasha Khan) y My Brightest Diamond (así se hace llamar la cantautora norteamericana Shara Worden).
Y comentamos largamente el extraordinario interés que ofrecen algunas ediciones fascimilares de revistas culturales de los años 70 que está editando la Biblioteca Nacional. Más precisamente, la colección completa de Los Libros (1969/1976, 4 tomos de más de 400 páginas cada uno) y de Literal (1973/1977, dirigida por Germán García, Osvaldo Lamborghini y Luis Guzmán).
Los Libros fue fundada en 1969 por Héctor Schmucler; por su prodigioso staff pasaron Ricardo Piglia, Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo, Ernesto Laclau, Jorge Rivera, Enrique Pezzoni, Nicolás Rosa, Oscar Masota, Germán García, Edgardo Cozarisnky, Oscar Steimberg... Empezó siendo una revista que se proponía reseñar todos los libros aparecidos durante cada mes en Argentina. Los subtítulos de la revista, a lo largo de su existencia, fueron marcando las sucesivas mutaciones de este notable proyecto editorial. Desde el número 1 se subtituló: "Un mes de publicaciones en Argentina y el mundo". En el número 8 el subtítulo pasó a ser "Un mes de publicaciones en América Latina"; en el n° 22 (agosto del 71) "Para una crítica política de la cultura"; en el número 27 una polémica interna acerca del Gran Acuerdo Nacional que proponía la dictadura de Lanusse precipita la renuncia de Schmucler y Germán García. La revista queda a cargo de Sarlo, Altamirano y Piglia, quienes por entonces adherían al marxismo maoísta. En el número 40 el triángulo se fractura cuando Sarlo y Altamirano, alineados con el PCR, llaman a apoyar al gobierno de Isabel Perón contra el golpismo de lo que ellos caracterizan como sectores del "imperialismo soviético", cosa que a Piglia le parece insostenible. A partir de la ida de Piglia, el subtítulo de Los Libros pasa a ser "Una política en la cultura". La revista sigue saliendo hasta febrero de 1976. En marzo, cuando los militares dan el golpe, allanan la redacción y clausuran la revista.
Recorrer las más de 1600 páginas de esta edición fascimilar es un ejercicio apasionante, que permite apreciar la riqueza de los debates políticos y culturales de esa época, que presentan una densidad y una variedad que muchas veces los que hablan de esos años con desconocimiento reducen a caricatura. Para dar un ejemplo de esta riqueza, tan solo en el primer número (julio de 1969), pueden leerse artículos como "El enigma Sade" (Oscar del Barco), "Los Nacionalistas" (Ernesto Laclau), "El Vandorismo" (una reseña de Aníbal Ford del libro de Rodolfo Walsh ¿Quién mató a Rosendo?), "Sábato, custodio de las letras" (Jorge Rivera), "Nueva novela latinoamericana" (Nicolás Rosa). En casi cualquier número de Los Libros pueden encontrarse varios artículos de similar interés (que, ciertamente, al final decae, cuando Sarlo y Altamirano extreman su posición maoísta hasta el sectarismo y el disparate).
En el prólogo a la edición fascimilar se recogen declaraciones de varios de los involucrados en el proyecto (no de Sarlo), entre las que se destacan las que hace Germán García: "Contrariamente a lo que puede parecer, éramos muy tolerantes en ese momento. Porque el peronismo obligaba al marxista a ser más blando, o más confuso... Y eso se ve en las consignas de la Juventud Peronista de izquierda, que eran: 'Mao y Perón, un solo corazón'. Te das cuenta que había una cierta confusión. Yo simpatizaba con el peronismo porque el peronismo no te exigía que tuvieras que hacer doctrina con su discurso. Paradójicamente, con su adherencia al líder, el peronismo dejaba una gran libertad discursiva, porque se podía ser peronista y espiritista, peronista y lacaniano, peronista y cualquier cosa. No tenías obligación de adecuar tu discurso a una exigencia doctrinaria. Creo que algo así también pasaba con los marxistas que vinieron del Partido Comunista, como Schmucler, que salió de ahí: los marxistas de la llamada 'nueva izquierda' en la Argentina eran muy flexibles en ese sentido, y no podían ser muy dogmáticos, porque además había problemas internos: unos eran althusserianos; otros, maoístas, y otros no sé qué. O sea que había un clima que permitía cierta convivencia. Por suerte eso no era una doctrina oficial que había que obedecer, no era estalinismo. La solidaridad entre escritores, periodistas y algunos críticos dibujaba un espacio de autonomía que soportaba las presiones, cuando no las calumnias del proceso de politización. Pero pronto habría una rápida escalada a los extremos, como diría Clausewitz". (Los libros, Tomo 1, pág. 15).
La atmósfera político-cultural que García pinta en este párrafo me hizo pensar en la mirada obtusa y ñoña que Huili Raffo (de Trabajos Prácticos) mostró tener hacia la militancia de los años 70 en un breve intercambio de mails que tuvimos en diciembre de 2008 y que repite casi sin variantes en su columna de Perfil de cada domingo. Si se tomara a Raffo como exponente intelectual de esta época y se lo confrontara con cualquiera de los integrantes del staff de Los Libros, daría la impresión de que en algún momento de estas últimas décadas ocurrió alguna catástrofe humanitaria que hizo que se perdiera la inquietud intelectual, la gracia, la sensibilidad y la lucidez política, para terminar desembocando en un cualunquismo de cacerolera de Barrio Norte, que es lo que Raffo más bien encarna. Afortunadamente él no es un exponente intelectual de esta época, sino un elemento residual del neoconservadurismo de los años 80, que ahora se manifiesta resentido al darse cuenta de que su tiempo pasó de manera irreparable.
De Raffo no hablamos en el programa de ayer. Pero sí de Bruce Springsteen, Nanni Moretti, Rodolfo Walsh, Román Riquelme, Osvaldo Lamborghini, Luis Guzmán, Augusto T. Vandor, Rosendo García, Azucena Villaflor, Sui Generis, Jorge Alvarez, Manal, Nicolás Prividera, Syd Barret, Beck. Y, claro, de Maradona, Sarlo, Lamborghini, My Brightest Diamond, Bat for Lashes...
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