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La ciénaga

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Pasan muchas cosas en el país y a la vez no pasa nada. Desde cierta perspectiva todo está igual que en enero de 2016 cuando Milagro Sala se convirtió en la primera presa política del régimen, mediante maniobras escandalosamente irregulares coordinadas entre el poder político, los empresarios, el poder judicial y los grandes medios de comunicación. Argentina ya había caído entonces en una ciénaga. Un solo caso universaliza la caída de las garantías jurídicas. Lo que elun estado criminal puede hacer con una, lo sigue haciendo con cualquiera.

En diciembre de 2015 Prat Gay había consumado la llamada "salida del cepo" y el pago a los buitres,  la base material del actual desquicio macroeconómico y de los millones de indigentes que hoy padecen por una responsabilidad colectiva.

Las diferencias entre enero de 2016 y marzo de 2019 son solamente cuantitativas: gran parte de la población está advirtiendo ahora todo lo que había perdido ya entonces, aún cuando no se hagan cargo del mal que infligieron a otros. Y amplios sectores ni siquiera eso, siguen sin asumir su parte de responsabilidad política. Las psicopáticas mentiras de macri, que hoy ya repugnan a muchos, fueron sostenidas por la complacencia frente al engaño de gran parte de la población.

Desde aquel momento lo que el macrismo hizo fue agrandar el abismo social que ya había abierto entonces.

Algo más: un sector del establishment cultural sabía bien la gravedad de lo que entonces se había consumado: la violación de los derechos humanos empieza por unos pocos y después sigue. En eso no hay diferencias con la dictadura. Hoy vivimos en un régimen de intimidación estatal y paraestatal en la que la función de los grupos de tareas que en el 77 salían de la ESMA hoy salen de Comodoro Py. Los medios de comunicación, igual que entonces, crean el clima de acción psicológica que embota la percepción ética y política de la población. Agentes sociales con cierto grado de sofisticación, como Beatriz Sarlo, Ernesto Tenembaum, María O'Donnell o José Natanson -para situar estas posiciones con ejemplos concretos-, tuvieron una indesmentible capacidad para advertir desde el principio el terror jurídico, la impiedad y la devastación material que se llevó adelante de manera sistemática desde diciembre de 2015 y solo recién ahora algunos de ellos empiezan a hablar del "fracaso" del macrismo. Su complicidad es rotunda. El grado de influencia de cada uno de ellos tomados por separado es acotado, pero su patrón de conductas, como miembros de un sector de formadores de opinión contribuyó a posibilitar el desastre que hoy vivimos. Algunos están recalculando su complicidad a medida que advierten la dimensión del desastre, pero al principio se acomodaron a lo que suponían un nuevo orden consolidado. Naturalizaron la violencia social ya evidente: "hay cosas que no están tan bien, pero no es tan grave". Su conformismo inclaudicable les empieza a indicar distanciarse. "No sabía nada", otra vez.

El desastre se hizo inocultable. No falta mucho para que esta época sea recordada por su infamia. Los sectores del poder permanente que pusieron en sus lugares a las lacras que nos gobiernan hoy se debaten ahora entre diversas alternativas, ninguna de las cuales renuncia a imponer un orden violento de manera más eficaz. La apuesta por la violencia de estos sectores no está descartada en el futuro inmediato. Su fracaso político es mayúsculo, tanto como sus beneficios materiales y los daños al pueblo, pero estos no están acostumbrados a pagar nunca los costos. El sistema neoliberal  mata con desdén y su poder de daño no cesaría ni con la caída, hoy probable, de macri.

Aparte de todo esto, hay un sector de la población que fue efectivamente engañada y atraviesa hoy su proceso de derrumbe subjetivo, entre la depresión, la denegación y la ira. No falta tampoco una burguesía siempre cómoda que ve esta debacle como si fuera una serie de Netflix y va adecuando su doxa a los climas cambiantes.

Hubo y sigue habiendo un fuerte núcleo social resistente a la naturalización de la infamia que será el hueso duro de roer para naturalizar la vida de derecha. Este núcleo vio facilitada la tarea por la inaudita rusticidad política de la derecha y su cretinismo cultural.

El país que viene, cualquiera que sea la fuerza que prevalezca en lo inmediato, va a ser difícil. Cada uno, según lo que haya hecho en estos años infames, tendrá o carecerá de los recursos éticos y existenciales para afrontarlo.

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