por Oscar Cuervo
No deja de ser curioso que el trabajo sucio de la derecha, en esta fase de su contraataque tras haber sido derrotada en las urnas en agosto y octubre pasados, sea conducido por Jorge Lanata. Es un recurso desesperado, una táctica puramente destructiva, ya desentendidos de la posibilidad de construir una alternativa que derrote al kirchnerismo con políticas superadoras.
Los blancos que el aparato mediático de la derecha atacó en los últimos meses trascienden a la figura de los Kirchner y apuntan a demoler la potencia de las formas de organización social que quedarán en pie aún el día que Cristina deje el poder: Los ataques dirigidos selectivamente a Hebe de Bonafini, la Campora, Vatayón Militante, y ahora a la Tupac Amaru siguen una secuencia lógica. Los liderazgos personales tienen un ciclo vital relativamente corto, pero la organización es capaz, en ciertas ocasiones, de trascenderlos. Una salida por derecha de los años kircheristas no puede limitarse a derrotar en las urnas a Cristina: hay que pensar en desmantelar estas organizaciones que son depositarias de la experiencia política de esta década.
Lo que a través de los últimos movimientos de Lanata puede verse es que burlarse de "la Yegua" o maldecirla ya no les basta, porque la fortaleza del gobierno no está en los discursos de Cristina sino en sus políticas sociales inclusivas y en la consiguiente organización que resulta de estas políticas. La operación Shoklender apuntó a destruir la posibilidad de que la experiencia de Madres trascienda el reclamo de juicio a genocidas y se transfiera a una organización social que sobreviva más allá de la generación de Hebe. El ataque a Vatayón va en un mismo sentido que el que desde hace años vienen dirigiendo contra la Campora, porque, se sabe, lo más peligroso para la derecha es una juventud militante.
Además, se ataca a una política carcelaria de inclusión social: la nota de hoy de Mariano Obarrio en La Nación (Los presos que trabajan ganan más que una jubilación mínima), busca escandalizar al lector derechista de La Nación, "denunciando" una política que en realidad puede enorgullecer al kirchnerismo: que los presos trabajen en las cárceles, que reciban un salario por ello, que con ese trabajo se mantengan y ayuden a sus familias, que con un porcentaje paguen una indeminización por los daños y perjuicios causados por el delito, y que además aporten a un fondo que se les habilitará cuando salgan de la cárcel. Los presos que eligen trabajar reciben un salario mínimo, vital y móvil, tal como lo dijo la Presidenta en su discurso de ayer. Es difícil imaginar una política más imprescindible que esta si se quiere resocializar a los que van a parar a la cárcel. Pero Obarrio describe esta política con el fin de indignar a los lectores fachos que solo quieren que las personas privadas de su libertad "se pudran en la cárcel" (en el mejor de los casos, cuando no piden lisa y llanamente su muerte). El ataque al director del SPF, Víctor Hortel, la campaña de satanización que se hace contra él al mostrarlo participando en murgas compartidas con los reclusos, tienen por objetivo no principalmente destruir a Hortel o a Vatayón, sino minar las políticas que ellos están llevando a cabo. Una patética columna de Laura Di Marco de ayer, también en La Nación, intenta ensuciar simultáneamente (con una ensalada de datos de público conocimiento y otros inventados o distorsionados) a funcionarios, militantes y blogueros integrando un Eje del Mal y dibujando un perfil del abominable enemigo K a destruir. Es la fase de estigmatización que precede a una eventual persecusión posterior.
Además, se ataca a una política carcelaria de inclusión social: la nota de hoy de Mariano Obarrio en La Nación (Los presos que trabajan ganan más que una jubilación mínima), busca escandalizar al lector derechista de La Nación, "denunciando" una política que en realidad puede enorgullecer al kirchnerismo: que los presos trabajen en las cárceles, que reciban un salario por ello, que con ese trabajo se mantengan y ayuden a sus familias, que con un porcentaje paguen una indeminización por los daños y perjuicios causados por el delito, y que además aporten a un fondo que se les habilitará cuando salgan de la cárcel. Los presos que eligen trabajar reciben un salario mínimo, vital y móvil, tal como lo dijo la Presidenta en su discurso de ayer. Es difícil imaginar una política más imprescindible que esta si se quiere resocializar a los que van a parar a la cárcel. Pero Obarrio describe esta política con el fin de indignar a los lectores fachos que solo quieren que las personas privadas de su libertad "se pudran en la cárcel" (en el mejor de los casos, cuando no piden lisa y llanamente su muerte). El ataque al director del SPF, Víctor Hortel, la campaña de satanización que se hace contra él al mostrarlo participando en murgas compartidas con los reclusos, tienen por objetivo no principalmente destruir a Hortel o a Vatayón, sino minar las políticas que ellos están llevando a cabo. Una patética columna de Laura Di Marco de ayer, también en La Nación, intenta ensuciar simultáneamente (con una ensalada de datos de público conocimiento y otros inventados o distorsionados) a funcionarios, militantes y blogueros integrando un Eje del Mal y dibujando un perfil del abominable enemigo K a destruir. Es la fase de estigmatización que precede a una eventual persecusión posterior.
La derecha aborrece de las organizaciones sociales, los militantes, las juventudes y los organismos de DDHH por buenas razones, porque cualquier política regresiva debería desmantelar estas construcciones: por eso vienen demonizándolos desde hace unos de años. Su trabajo sistemático, que en estos últimos tiempos comanda el propio Lanata, es transformar a "Hebe", "las Madres", "la Campora" "la Tupac" "Vatayón" en malas palabras, en estigmas. De cada una de estas notables experiencias populares están buscando una fisura desde la cual proceder a su destrucción simbólica. Sostengo que hay que tener en cuenta que esta es su lógica para la fase actual. Creo por eso mismo que hay que proteger estas experiencias como nuestros bienes más preciados, aún cuando reconozcamos los posibles errores de su puesta en práctica.
Esta semana le toca a la Tupac: la macabra cosecha del showman de los domingos a la noche consiste en tratar de ir ensuciando a cada uno de estos emergentes. Acá reproduzco una información aparecida hace horas en La Voz de Jujuy, en la que la Tupac se anticipa y responde a la operación que Lanata prepara para mañana domingo. Esto es lo que dice la Tupac:
1).- El viernes 3 de agosto, un equipo de periodistas de la producción de Jorge Lanata (del grupo Clarín), denunció una presunta agresión por parte de miembros de la Organización Barrial Tupac Amaru, en el barrio Alto Comedero. El barrio de la Tupac tiene 5.000 viviendas donde habitan unas 30.000 personas de diferentes opiniones, ideología y condiciones de origen, muchas de las cuales no pertenecen a la organización.
2).- Oportunamente, hemos denunciado (con solicitadas y comunicados de prensa, el dia viernes 20 de julio de 2012) que en distintas oportunidades, se detectaron individuos que, portando camisas y remeras que identifican a la Organización Barrial Tupac Amaru –seguramente adquiridas en su local de ventas de Senador Perez esquina Alvear-, están realizando actos de violencia contra particulares, montando una ruidosa campaña que tiene el claro objetivo de desprestigiar políticamente a nuestra entidad.
3).- Es más, entre otros, un periodista del diario La Nacion de Buenos Aires, estuvo el 1° y el 2 de agosto de este año en el barrio de la Tupac, sin ningun inconveniente. Hace un tiempo el señor Jorge Fontevechia, de Perfil, visitó el barrio sin problemas; un periodista de Clarin hizo lo mismo y se sabe que estos tres medios son críticos al gobierno nacional.
4).- La Organización está segura de que tal denuncia se enmarca dentro de la campaña mencionada anteriormente, justo cuando la Tupac y la Red de Organizaciones Sociales están apoyando a los compañeros de las organizaciones de los DDHH en los juicios de Lesa Humanidad, y en particular, la causa de la la Noche del Apagón en Calilegua en la cual será indagado el presidente de la empresa Ledesma, Carlos Pedro Blaquier. Por otra parte, es sabido que la Tupac ha decidido presentar un partido político para competir en las futuras elecciones, cosa que ha desagradado profundamente a los opositores del gobierno nacional.
5).- Toda vez que nuestra Organización ha reivindicado algún derecho o alguna conquista social, lo hizo con sus dirigentes a la cabeza, a cara descubierta y el acompañamiento disciplinado de miles de compañeros y nunca en acciones individuales o de grupos minúsculos.
6).- Finalmente, cualquier acto que atente contra la libertad de expresión y la democracia, tienen el total repudio de la Organización.
Firmantes: Organización Barrial Tupac Amaru - Red de Organizaciones Sociales