Si el 31 de mayo pasado alguien me proponía que viera el programa Animales Sueltos con Sergio Massa como invitado, lo habría sacado volando. Ese día yo había puesto de manifiesto mi aversión por quien todavía no había decidido (o no había hecho público) alinearse con el Frente de Todos. Si hay algunos lectores permanentes a lo largo de los casi 12 años de existencia de este blog, deben haber leído muchos posteos en los que manifestaba mi rechazo y desconfianza hacia este dirigente político. Algunas cosas cambiaron muy rápidamente en Argentina desde aquel 31 de mayo hasta hoy, dos días después del gran triunfo del Frente de Todos que desalojará al macrismo de la Casa Rosada dentro de 42 días.
En el discurso de la noche del triunfo, con un gentío celebrando en la calle el fin del gobierno de macri, el tramo más significativo de lo que dijo Cristina al pueblo reunido es esta frase: “Les pido a los hombres y mujeres de las distintas vertientes del campo nacional, democrático y popular que nunca más rompan la unidad que se requiere para enfrentar a estos proyectos neoliberales que tanto dolor han causado”. Estaba hablando de cuidar la unidad de coalición triunfante, integrada básicamente por muy diversos sectores del peronismo, pero también por otras fuerzas valiosas del campo popular. Los peronismos coaligados son el núcleo de un frente de unidad que ya no se llama kirchnerismo, aunque lo contiene como una de sus partes más potentes. Esto los kirchneristas lo tenemos que entender: entramos en una nueva etapa que requiere despojarse de prejuicios consolidados en los últimos años. Si no nos hubiéramos logrado reconfigurar, el macrismo estaría encaminándose a gobernar por un segundo período. Nuestros enemigos necesitan reducir el proyecto triunfante que integramos a un "gobierno K" y empezar a meter cizaña en la interna del Frente de Todos.
Voy a citar a un colega bloguero con el que durante estos años no me llevé muy bien, o no supe entenderlo, pero que creo que hoy está en una misma sintonía respecto del valor de esta nueva unidad que nos llevó al triunfo: Manolo Barge. En su post más reciente, que recomiendo leer en su totalidad, interpreta muy bien el sentido de estas palabras de Cristina:
La “advertencia” de CFK en el palco del triunfo, “ojo con el sectarismo y la exclusión"; entronca y complementa con la “advertencia” del pampeano Verna en el 17 de Octubre.
Y la admonición de la Dama en Rojo, guiño a Bette Davis de Jezebel y Vivien Leigh de Lo que el viento se llevo, esto último solo para esquistos del análisis psicohistorico.
Repito la “admonición” no es para los Renovadores y el peronismo No K, sino para quienes se autodefinen como “suyos” de Unidad Ciudadana.
Fuera de la Galaxia peronista , en las actuales condiciones objetivas, es el Polo Sur en invierno.
Porque como sabe Cristina, y el resto de los Capo lista de FdT, la “apuesta” de los Factores de Poder y el Atlántico Norte es “acelerar” la “implosión” de la Coalición Ganadora.
E “impedir”, o como mínimo “retrasar”, el “disgregamiento” de la Coalición que será opositora a partir del 10 de Diciembre.
Con el peronismo “unido” y el antiperonismo “desunido” es prácticamente imposible “operar” en nuestro país.
Si expongo mi distancia previa con respecto a Massa y a Manolo, no es por un abuso de autorreferencialidad, sino para declarar mi necesidad de revisar algunos de los criterios que hasta hace poco me servían. Plasticidad es lo que necesita un proyecto popular para lograr eso que propone Cristina: que “las distintas vertientes del campo nacional, democrático y popular (...) nunca más rompan la u,nidad que se requiere para enfrentar a estos proyectos neoliberales que tanto dolor han causado”. Y concuerdo con Barge en esto que algunos kirchneristas -entre los que no está Cristina- son bastante reacios a entender, porque quieren aferrarse a una integridad "K" que ya no sirve, porque quien más necesita conservarla es el enemigo.
Por estas razones es que recomiendo que vean un programa que yo no hubiera aceptado cinco meses atrás: vean a Massa con los animales sueltos. El dirigente que apostó durante muchos años a construir una inviable "avenida del medio" es hoy un integrante imprescindible del Frente de Todos. Ante la mesa de operadores mediáticos que durante el tramo más oscuro del macrismo se encargaron de hacer el trabajo sucio que Marcos Peña les dictaba a través de sus celulares, Massa anoche la rompió. Desde el primer hasta el último minuto fue desactivando los intentos animales de imponer una agenda marcospeñista y dejó en evidencia la ridiculez anacrónica de ese zoológico en el que quien aparece más sensato es Rosendo Fraga.
Massa con concisión y claridad los dejó rápidamente descolocados e inermes, mostrándolos como una manga de torpes voceros de un libreto ya fracasado. Las caras de desazón de los animales eran muy elocuentes: Massa los sometió a un curso acelerado de realidad. Si un dirigente de aquellos con los que me siento más lejos entre los que integran el FdT puede expresar ideas a las que suscribo en gran medida, eso significa que estamos en un instante muy propicio. Si un día de estos Massa empieza a jugar de otra forma, la misma plasticidad me exigiría repensar mi posición actual.
Las identidades son siempre siempre problemáticas. Nunca es posible decirles adiós del todo, nunca nos abarcan totalmente. A veces una identidad puede llegar a sofocarnos. Pero no tener identidad es vivir en la desdicha. Se trata de un problema de política práctica, tanto lógico como ético y ontológico. La coherencia no es rigidez sino reconocimiento del valor de las tensiones inestables con las que el tiempo nos desafía. No se trata de ser nómades ni sedentarios, metáforas un tanto toscas por su abstracción, sino de reconocer que la complejidad de lo real nos necesita capaces de repensarnos siempre.
Palabras un poco pomposas para invitarlos a ver con atención una hora y media en la que Sergio Massa dejó a sus interlocutores como una manada de animales.