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Familiares y amigos de Erich Priebke repudiaron el intento de vincular su figura con la de Soledad Acuña

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El título de este post es autoría del periodista Ricardo Ragendorfer, que compartió la ocurrencia en sus redes sociales, acompañada del comentario: "Ya se sabe que lo más atroz de la tragedia argentina es su estructura de chiste". Además de ser un gran periodista, Ragendorfer ejerce un humor agudo que le permite deshacer las marañas discursivas en las que cae constantemente la vida política nacional y logra hacer emerger entre tanta hojarasca una verdad concisa. 

Ragendorfer se anticipó unas horas a la publicación de la tapa de Página 12 que provocó una conmoción política este domingo.


En la noche del sábado, Ragendorfer había compartido en las redes esta foto con su correspondiente epígrafe.


DOCUMENTO EXCLUSIVO: SOLEDAD ACUÑA Y ERICH PRIEBKE
La alumna del círculo es la actual ministra porteña de Educación, Soledad Acuña. En el extremo derecho (como no podía ser de otro modo), el criminal de guerra nazi Erich Priebke. En 1944 ejecutó la Masacre de las Fosas Ardeatinas (335 italianos asesinados en represalia por una acción de la Resistencia). Por ello fue extraditado a Roma en 1995 y condenado a perpetua. Acuña lo consideraba "un buen hombre". La foto fue tomada en el Instituto Primo Capraro, de Bariloche, a fines de 1992.

Y después de todo un día en el que los dirigentes macristas salieron en masa a repudiar "la persecución política" que sufre la pobre Soledad por parte de Ultrakirchnerismo, Ragendorfer cierra la jornada con este tuit.

Durante todo el domingo Página 12 fue trending topic en Twitter, ya que la dirigencia derechista no pudo soportar la tapa que informaba un hecho innegable: la ministra de educación del gobierno porteño encabezado por Horacio Rodríguez Larreta se formó en una institución educativa dirigida por el oficial SS Erich Priebke. Los que ahora se desgarran las vestiduras por esa información son los mismos que naturalizaron y compartieron durante años centenares de tapas injuriantes contra Cristina Fenández de Kirchner por parte de la prensa corporativa. Las infamias dirigidas contra Cristina representan un ejercicio de "periodismo indpendiente", pero una verdad biográfica de Soledad Acuña fácilmente constatable se transforma en una persecución política vergonzosa. 

El dato tiene relevancia porque Acuña entre los años 2011 al 2015 tuvo a su cargo la Subsecretaría de Equidad Educativa en el Ministerio de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (bajo el mandato de macri) y desde 2015 se desempeña como Ministra de Educación e Innovación de Larreta. La semana pasada Acuña provocó una ola de repudio entre los docentes por su discurso discriminatorio. Refiriéndose a los estudiantes de las carreras docentes, la discípula de Priebke dijo:

"Empiezan a estudiar la carrera docente, y esto es igual en todo el país, porque se refleja también en las encuestas el Ministerio de Educación de la Nación, son personas cada vez más grandes de edad, que eligen la carrera docente como tercera o cuarta opción, luego de haber fracasado en otras carreras. Si uno mira en términos de capital cultural y de experiencias enriquecedoras al momento de aportar en el aula, la verdad que son de los sectores cada vez más bajos socioeconómicos los que eligen estudiar la carrera docente. (...) La izquierda ha tomado una fuerza muy grande, donde además el perfil de los estudiantes cada vez va teniendo un sesgo más claro”.

No es una opinión como la de cualquier otro, es la responsable de ejecutar las políticas educativas en la ciudad más rica del país la que desprecia en términos clasistas e ideológicos la carrera docente. Su opinión gravita sobre las decisiones que se toman en la políticas públicas. Descalifica a los docentes por su edad, los llama fracasados, los estigmatiza por provenir de sectores sociales pobres y los persigue por izquierdistas. ¿No calzan estas ideas a la perfección con el perfil de quien se formó en una escuela dirigida por un nazi? ¿No es un dato relevante saber de dónde proviene esta mujer que denuncia que los docentes "adoctrinan" a los chicos en las clases? ¿No es portadora ella misma de una doctrina? ¿No es vinculable  esta posición con el hecho de haber sido formada en un colegio del ultraderecha?

El caso Acuña reaviva el paso del criminal de guerra nazi Erich Priebke por la historia argentina. Ingresó al país en 1948 con pasaporte falso provisto por el Vaticano y se insertó rápidamente en la comunidad alemana de Bariloche. Primero fue jefe de maîtres de un hotel, luego instaló una fiambrería y fue escalando en una comunidad que todos los 20 de abril festejaba el cumpleaños de Hitler, hasta llegar a presidir la Comisión Directiva del Colegio Primo Capraro durante todo el período en el que Acuña hizo su educación primaria y secundaria. El arraigo de los nazis en Bariloche es conocido y Priebke vivió durante casi medio siglo en una sociedad que, lejos de ignorar su pasado, lo admiraba por eso mismo. Hasta que por pedido de la justicia italiana es extraditado, juzgado y condenado por la masacre de 335 personas en las Fosas Ardeatinas.

Al respecto, es notable el documental Pacto de silencio (2006) del realizador Carlos Echeverría. A esta altura, Echeverría es un cineasta secreto y a la vez esencial del cine argentino. Como nadie más, él mostró la trama civil del terrorismo de estado en tiempo real y en planos enteros. Su película Juan, como si nada hubiera sucedido fue filmada durante el gobierno de Alfonsín y narra la historia del único desaparecido de Bariloche en momentos en que el gobierno radical negociaba la impunidad de los crímenes del terrorismo de estado y aprobaba la Ley de Obediencia Debida. Precisamente acudiendo a la obediencia debida es que en Pacto de silencio Priebke aparece ensayando una justificación para sus crímenes aberrantes cuando es inquirido por periodistas extranjeros que le piden las explicaciones que los barilochenses siempre le ahorraron en silencio. El valor a la vez político y artístico del cine de Echeverría es hacer aparecer la red de complicidades civiles que hacen posible el terrorismo de estado. Las fuerzas vivas hablan a cámara y se involucran en los crímenes que simulan ignorar. Algunos integrantes de la primera generación de argentinos descendientes de los nazis que vinieron a la Argentina, con naturalidad pasmosa, reivindican la figura del genocida y lo ponen en el lugar de víctima de una persecusión de "los judíos" que no quieren dejarlos vivir en paz. Tienen el nazismo tan integrado a su estructura subjetiva que ni siquiera parecen conscientes de que cada palabra que dicen se hunden más en su complicidad. Echeverría adopta un tono sereno, casi frío, y formula las preguntas precisas, sin adjetivaciones, ante cada uno de sus interlocutores. Maneja cierta impasibilidad ante el horror del ciudadano cualunque y el burócrata curtido que muestran lo que de verdad son. Sin estridencias, su obra permite comprender que alrededor de cada genocida se extiende un pacto colectivo que posibilita la persistencia del crimen. La misma serenidad con que encara esas conversaciones se trasmite a la forma de sus películas, que exhiben la atrocidad en sus escalas macro y micropolíticas con un tempo reflexivo y sin énfasis. A fuerza de haber estado donde había que estar y filmar sin que su pulso temblara, el cine de Echeverría a la larga se va a volver imprescindible para comprender la ciénaga de la que la sociedad argentina no termina nunca de salir. Yo que Acuña propondría pasar sus películas en todas las escuelas porteñas.

Pacto de silencio

Juan, como si nada hubiera sucedido


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