Prividera, Cozarinsky, Loza, Crespo, Solanas
En esta emisión de Patologías Culturales hablamos con Maxi Diomedi de algunas de las películas que se vieron en el 35º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, cuya versión totalmente online todavía está en curso.
Se hizo el estreno mundial de Adiós a la memoria, la tercera película de Nicolás Prividera, de un gran interés artístico y político. Y nos resulta inevitable retomar algunas discusiones con el autor que empezaron hace más de una década, cuando se estrenó M. Discutir con Prividera es a esta altura un destino. Esto responde ante todo a su concepción de un cine que demanda ser discutido. Además, Adiós a la memoria forma parte de un conjunto de películas en las que una generación de cineastas se piensa ante sus padres y sus madres, filiaciones sanguíneas y simbólicas; también ante las marcas que la historia y el terrorismo de estado dejaron en sus memorias familiares tanto como en el cuerpo colectivo. Películas que, con posiciones divergentes y distintas entonaciones, dialogan sobre lo mismo: además de la propia M, Los rubios y Cuatreros (Albertina Carri), El silencio es un cuerpo que cae (Agustina Comedi), Papirosen (Gastón Solnicki), Fotografías, La televisión y yo, 327 Cuadernos, Hachazos, Ficción Privada (todas de Andrés Di Tella) son las se me ocurren inmediatamente. Cada escena de Adiós a la memoria puede ser puesta en discusión con algunas de las películas mencionadas. El cine de ficción argentino de las últimas décadas muchas pistas sobre el momento histórico en el que se filmó. En cambio, toda esta serie de documentales filmados desde el seno familiar plantean con insistencia la relación del presente con la historia. Hay una coincidencia seguramente involuntaria en Adiós a la memoria y Hachazos de Di Tella. Ambas retratan a personas cuyas vidas fueron atravesadas por el corte brutal de la dictadura. Ya escribí en 2011 sobre Hachazos acá. Curiosamente las dos películas recurren en un determinado momento a la misma canción de Manal, "Porque hoy nací", un tema fundacional del rock argentino compuesto en un contexto lejano, a fines de los 60, pero que adquiere en las dos películas una resonancia afín.
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En estos días de duelo nacional por la muerte de una de las figuras más populares de nuestra historia, por una contingencia absoluta nos toca conocer Nosotros nunca moriremos, que trata sobre el duelo por la muerte de un joven trabajador ajeno a toda notoriedad. La nueva película de Eduardo Crespo -cineasta crespense, este ya es todo un movimiento- asume un intimismo pudoroso, tímidamente lírico. Con su manejo refinado de la luz crepuscular, actuaciones de una tonalidad recatada y diálogos concisos en los que puede reconocerse la huella del co-guionista Santiago Loza, Nosotros nunca moriremos muestra una dimensión del duelo muy distinta a la estridencia que atraviesa a la Argentina por estos días.
Santiago Loza también se hace presente en el capítulo 2 de la película de episodios Edición ilimitada. Parecería que ningún formato ni soporte le impide a Loza desplegar su genio versátil y prolífico: obras teatrales, programas de televisión, novelas, largometrajes documentales o de ficción, y cortos como este -creo que le falta el radioteatro, pero capaz ya lo hizo y no me enteré. El vínculo difícil entre un poeta joven y un profesor de literatura vuelve a adoptar su existencialismo cotidiano, con ese humor agridulce y la desdicha asordinada para la que Loza busca cada vez una variante sutil. En este caso, se vale de una serialidad en los encuentros entre maestro y discípulo en la que lo no dicho y lo apenas entrevisto define el sentido de lo narrado.
Otro capítulo de Edición ilimitada, el 1, regala la presencia de su autor: Edgardo Cozarinsky. Hace más de medio siglo Cozarinsky fue un notable crítico de cine, después un cineasta bastante secreto, creador de un estilo de documentales que hizo escuela, ensayista y novelista. Finalmente, en su senectud Cozarinsky, sin dejar de ser nada de lo que ha sido, termina convertido en ícono. Su presencia y el grano cascado de su voz impregnan sus propias películas, como este cortometraje o el documental Medium -fino retrato de la música Margarita Fernández, amiga de Cozarinsky-, también exhibido en esta edición del festival. Cozarinsky ícono también tiene un papel importante en Ficción privada, la última de Andrés Di Tella; hasta hay una película inédita de Raúl Perrone en la que Cozarinsky aparece en un rol inusual. El capítulo 1 de Edición ilimitada es una miniatura exquisita, llena de gracia y melancolía, que bordea lo autobiográfico y dispara una cantidad prodigiosa de ideas cinematográficas en menos de media hora. Una de mis favoritas de esta edición de Mar del Plata.
En la columna de Patologías estuvimos hablando de la vigencia de La hora de los hornos, una de las películas más importantes del cine argentino, programadas también en Mar del Plata 2020.
Otras participaciones que hice en Patologías Culturales este año: