"La Justicia está conducida por una persona de muy buen nivel intelectual, sólida formación académica y con una trayectoria profesional exitosa", señaló el ministro de la Corte nacido el 1 de febrero de 1918 al que nadie le pide que se retire pese a su avanzada senilidad (en la UBA a los profesores que llegan a los 65 años, llámense David Viñas o Eduardo Grüner, los despiden con una seca patada en el orto). Y agregó el nonagenario: "Hasta podría ser un excelente Presidente de la Nación".
Todos dicen que Lorenzetti tiene aspiraciones políticas, como si se pudiera aspirar a algo que ya se tiene. Lorenzetti es el jefe de uno de los tres poderes del estado, justo aquel más esquivo al control popular, el más críptico, el que detenta privilegios remanentes de la concepción monárquica. O sea: Lorenzetti no tiene aspiraciones políticas porque ya hace política; no podría no hacerla, en el lugar donde está.Curiosamente la percepción social de que goza la Famiglia Judicial permite que se los denomine la "Justicia", como en una novela kafkiana. O como, disculpen el aterrizaje forzoso, cuando en 2008 se llamaba "el Campo" a la asociación para delinquir de Llambías, Biolcatti, De Angelis y Buzzi. Este vínculo entre las operaciones retóricas del "Campo" y la "Justicia" no es accidental. La derecha anda con ganas de recrear el escenario 2008 en un momento en que, suponen, les será más fácil llevarse puesta a Cristina. Y para esta ocasión los nostálgicos de la Argentina Normal ya tienen a su Cleto Cobos: Ricardo Lorenzetti. ¿Una salida "institucional" a la hondureña? No están dadas las condiciones por ahora, pero hay sectores que se ilusionan con eso. Los nostálgicos de la Normalidad Argentina que llegan a los grados más patológicos no soportan más al kirchnerismo en el gobierno, no lo soportaban ya en el invierno de 2008 y se relamían con la línea sucesoria de un radical, ¿no, Mariano? Bueno, ahora, querido Mariano, tenemos a otro radical en línea sucesoria y este parece más preparado. Preparado para qué lo analizamos otro día, pero la figura de Lorenzetti se viene instalando semana a semana como presidenciable.
Juro que si no tuviera que vivir en el país me encantaría ver un par de meses en acción a Lorenzetti Presidente Interino. No lo veo factible, pero me resulta divertido imaginarlo, ver a los Moyano, Piumato, Ricardo Gil, Eduardo Duhalde, Leuco y Patricia Bullrich en la asunción, ver a Lavagna otra vez ministro, a Alberto Fernández diciendo que él le propuso a Néstor que lo nombrara en la Corte. Sería la ceremonia en un Salón Blanco ya convenientemente fumigado para erradicar el aroma a Yegua, lleno de republicanos, gente respetuosa de las Instituciones.
Fayt dijo lo de Lorenzetti Presidente sin especificar fecha ni método de designación. Esta semana, un día antes de que la Cámara en lo Clarín y Comercial se autorrespaldara enérgicamente a sí misma para quedar, 24 horas más tarde, en condiciones de prolongar la cautelar que favorece a Clarín. El mismo día que la Comisión de Protección de la Independencia Judicial coordinada por las juezas ultra-progresistas de la Corte Suprema Elena Highton y Carmen Argibay Molina sacara un estrambótico comunicado de defensa corporativa que pretende otorgar a los jueces una inmunidad absoluta: denunciarlos penalmente, recusarlos e incluso criticarlos, serían intolerables avasallamientos a la Justicia; los Jueces son semi-hombres o semi-mujeres y semi-dioses y semi-diosas, nadie debe osar mancillarlos, de modo que puedan conservar “la tranquilidad de espíritu y la libertad de conciencia indispensables para impartir justicia bien y legalmente”, como dice el coimero e impoluto Juez De las Carreras, autoconsagratoriamente. Hebe dijo una vez que eran todos unos turros y algunos pensamos que exageraba.
Cristina dijo que íbamos a ver cosas estrambóticas y esta parece ser una de las más estrambóticas: una corporación defendiéndose anónimamente bajo el pomposo y risible título Comisión de Protección de la Independencia Judicial, como si fuera posible concebir órganos equivalentes denominados Comisión de Protección de la Independencia Legislativa o Comisión de Protección de la Independencia Ejecutiva que impidieran, por ejemplo, dibujar a nuestra presidenta amordazada o golpeada.
A propósito: el miserable Hermenegildo Sabat se ampara en sus fueros de viejo garca con las espaldas cuidadas por Clarín y por toda la corporación, en sus aires de artista frugal y en sus Konex de Platino para perpetrar su ofensiva apología de la violencia de género. En cierta forma todo esto es bueno porque saca a la luz el grado de odio visceral y la sed de violencia descarada que exhiben incluso los más venerables representantes de la Argentina Normal. Cristina golpeada es el dibujo que Magnetto y Sabat han tenido preparado para el día en que los jueces que les responden prolongaran la cautelar. La cautelar es poca cosa ante el síntoma que representan los deseos imaginarios de ver el golpe en la cara de Cristina, una imagen a la que es imposible adjudicar el mínimo grado de ironía. Ya no son solo algunos cacerolos sacados los que violentan el discurso golpeador y golpista: ahora es el venerable maestro, el querido viejo de mierda.
La cautelar, un recurso de baja calidad jurídica y política, altamente inflamable, es poca cosa, pan para hoy y hambre para mañana, cuando Lorenzetti y su máquina de hacer pájaros tengan que salir a responder los recursos y revocaciones planteados por el poder ejecutivo. En las próximas semanas la Corte va a tener que ir mostrando su juego sin ampararse en siglas estrambóticas; van a tener que poner sus nombres y apellidos y huellas digitales en resoluciones que tomen partido a favor o en contra de los monopolios. Van a acercarse a la situación en que Moyano tiene que dejar de decir "Clarín Miente" para pasar a decir "Clarín Mentía". La diferencia está en que Moyano es bruto y habla mal y a los Supremos no les conocemos las voces (salvo a Zaffaroni, a quien Morales Solá señala como la oveja negra en la columna en que anuncia por enésima vez el embrión de una segura crisis política).
La cautelar tiene un efecto efímero: presentar un mamarracho jurídico firmado por dos impresentables miembros de la Famiglia como si fuera una sonora derrota política del gobierno, como un golpe en la cara de Cristina, el embrión de una segura paliza. Solo que para continuar con el guión ahora ya no bastaría con las firmas de los jueces que viajan a Miami, ahora tendrían que ir poniendo el cuerpito el excelentísimo Lorenzetti, el afable Fayt, el querible Maqueda y las ultravanguardistas Highton y Argibay para defender el monopolio de Clarín.
Pero el problema ya no es Clarín. Clarín es solo un grupo económico que diefiende con métodos visiblemente mafiosos sus negocios. A Clarín ya no es posible creerle: ni Darío Pánico le puede creer.
Ahora queremos ver a Lorenzetti, la gran esperanza blanca, desplegar su proyecto presidencial. Y nos encantaría saber cómo va a formar el gabinete y ser invitados a la ceremonia de su asunción.
Pero este domingo vamos todos a la plaza.