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Todo va a cambiar todo el tiempo para bien y mal a la vez. 2009, 2100, todo va a cambiar y ya

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Don Martín Buscaglia


por Willy Villaobos

A la mayoría nos cuesta saber cuál es nuestra misión en este mundo. El Príncipe, Gustavo Pena, otro de los grandes poetas que nos dio Montevideo, dice que el destino se manifiesta desde que somos chiquitos, que no cuesta demasiado verlo, y que nuestra tarea sería darles una mano a los niños, y a uno mismo, para poder desarrollar y defender eso que traemos adentro de fábrica, eso que nos hace diferentes al resto. Está claro que el mundo va a hacer lo posible para que ese pibe se olvide de sus dones y pase rápidamente a ocupar el lugar que le corresponde en la máquina de hacer chorizos. Es así la cosa, hay algo que cada uno de nosotros tiene que hacer y que no puede ser remplazado por nadie en esa tarea, es algo personal. El mundo espera de nosotros otra cosa, somos pensados como piezas de una maquinaria fácilmente desechables. Hay unos pocos que aprendieron a gambetear esos presagios y para mi son imprescindibles, su compañía nos ayuda a seguir buscándole la vuelta a la life.

¿Qué tiene que ver esto con Martin Buscaglia? Ya llego, soy un poco vueltero pero ya llego.

Es que Martin tuvo la suerte de criarse entre chabones que, sin darse cuenta, inventaron la música moderna de Montevideo, “Uruguaya” dirán los porteños de allá. Martin era un pibe y su papá, el Corto, ya componía con Eduardo Mateo, escribía una columna diaria sobre la vida, se peleaba con todos los que correspondía pelearse y con alguno más, hacía teatro, laburaba en publicidad, de algo hay que vivir, coordinaba un espectáculo que se llamó Musicaciones, con Mateo, Urbano, Rada, etc. etc. Los tíos de Martin, la banda de su viejo, no sabían que estaban haciendo algo trascendental, pero era tan groso que no podían dejar de hacerlo. Esos tipos fueron la escuela donde aprendió el quía, y se recibió con las mejores notas. Jugando, mirando y escuchando, supo cómo tenía que hacer para llegar a ser un hombre libre. Digo esto porque el viernes, antes de retirarse del escenario de Café Vinilo en Buenos Aires, y mientras el respetable se rompía las manos aplaudiendo, Martín se fue gritando “somos Libres, somos Libres”, y levantaba los brazos como los boxeadores que acaban de ganar la pelea por el título.

Solito con su guitarra, no le hacía falta nada más, se cantó unas pocas canciones y a los 15 minutos ya nos tenía a todos en el bolsillo. Es más, en algunos temas como Camiones te estoy queriendo, compuesto por su viejo, le dio descanso al instrumento y se acompañó golpeando la botella de agua. Como decía Luca: “si vos solo con una guitarrita sos capaz de conmover, ya está”, y eso es lo que sucedió esa noche. El viaje que propuso el rubito, ahora canoso, del barrio concheto de Pocitos, recorrió toda su obra y como si eso fuera poco se ocupó de recordarnos a otros autores que admira. Martín canta, cuenta y defiende el amor y la alegría con todo lo que tiene. Dice que si estás haciendo algo y a la hora te aburrís, lo que tenés que hacer es volver a intentarlo otras cinco horas seguidas. Finalmente va a aparecer eso que tiene que aparecer. Buscaglia está muy parecido a su padre, desde todo punto de vista, y eso, se nota, lo llena de orgullo. Lee poemas del Corto, los mojos que editó en un hermoso libro de tapas rojas el año pasado. Me quedo pensando en uno que dice que los únicos que tienen acceso a la poesía son los inocentes, y se entiende claramente de dónde viene este personaje que no para de hacer canciones.

Dice que está relajado, que tiene ganas de cantar, y canta Visionario, un tema que compuso para el disco de Julieta Rada, que es de otro planeta. Y no para, canta y cuenta un tema maravilloso cuya música nació en un sueño que tuvo nada menos que con Tom Waits, que dice:

Todo va a cambiar
todo el tiempo
para bien y mal
a la vez. 
2009
2100
todo va a cambiar y ya. 

Y termina:

Rainbow in the dark
en un sueño
Rainbow siempre así
in the dark. 

Nada más sucedió
pero me sentí mejor. 
Ese será tu collar
Rainbow in the dark y ya. 

Mientras tanto el Nico Ibarburu, Mandrake, Boom Boom Kid, Urbano Moraes, su admirado Jonathan Richman, Caetano, Kiko Veneno, con el que compuso su último disco, donde aparece la hermosa voz de Juana Buscaglia, los Cantacuentos, las Míticas Canciones para no dormir la siesta, Hugo Fattoruso, Cabo Polonio, Juana Molina, Madrid, el Príncipe y los Beatles, siempre los Beatles, van apareciendo a su lado en el escenario. Mágico. Imparable. Inolvidable.

Salí de Vinilo con esa conmoción que te da cuando tenés la suerte de escuchar a uno de los grandes. En la puerta me dice Pablo Grinjot: “este pibe tiene el don, es el continuador, el heredero”.

Es cierto, en pocas palabras me dijo todo lo que yo intento explicarles en esta nota.



Espiritu mistico
oh mundano
con tu poncho, con tu toga
en antros tipis y sinagogas
un abismo similar
clama y no se deja pensar.

Lucilo como un collar
sufrilo como soga.

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