Texto y fotos: Guillermo Villalobos
Hace un par de semanas viajé a Uruguay. En dos días tenía que renovar la cédula y habilitar por un año más mi posada en Cabo Polonio, dos de esos trámites burocráticos donde siempre te falta un papel, la renovación de la habilitación de bomberos, por ejemplo. Pero bueno la idea era disfrutar el viaje aunque fuera un flash de solo dos días.
Hace un par de semanas viajé a Uruguay. En dos días tenía que renovar la cédula y habilitar por un año más mi posada en Cabo Polonio, dos de esos trámites burocráticos donde siempre te falta un papel, la renovación de la habilitación de bomberos, por ejemplo. Pero bueno la idea era disfrutar el viaje aunque fuera un flash de solo dos días.
Me gusta viajar en el Eladia de noche por el río rumbo a Colonia. Es asombroso mirar Buenos Aires iluminada desde el barco. Me pasa cuando estoy en la ciudad que no me banco a los edificios enormes de las multinacionales que tapan el río, me parecen el símbolo de la colonización, etc., etc. Pero a la noche, mirándolos desde la cubierta del barco, me encantan, o quizás, mucho peor, me enorgullece que mi ciudad se parezca a Nueva York. Es algo así como cuando uno se enoja con las marcas, el consumo y toda esa bola pero después te comprás unos o unas Hush Puppies en Grimoldi y disfrutas de eso que es mas que un buen zapato.
El resto del viaje es rutina: comprar chocolates y whisky en el free shop, enojarme con el vendedor del bar por los precios, por una cajita de chocolatada te roban 18 pesos, jugar unas fichas en el fliper, elijo el de Batman, y luego intentar dormir en el suelo hasta Colonia. Disfruto de estas cosas.
Al llegar a Montevideo llueve, la estación de ómnibus tiene ese clima denso y pegajoso de los fines de año, compro el diario El País, un clásico de la derecha uruguaya onda La Nación, para ver que cuentan y me clavo un Olímpico en el barcito frente a buquebús. El Olímpico, Mateo, El Príncipe, Fernando Cabrera, Cabo Polonio y Natalia, son, en ese orden, lo mejor que encontré en Uruguay. Al rato me subo al Rutas para seguir viaje a Rocha, ciudad que detesto.
El título del pasquín es clarinesco, ARGENTINA EXIGE A URUGUAY RECHAZAR BARCOS INGLESES, a cuatro columnas, y en la bajada aclaran que son los de bandera de Malvinas. Toda la nota intenta demostrar que el presidente José Mujica es un alcahuete que cumple órdenes de Cristina, enojada porque tres pesqueros piratas se abastecieron durante el año en el puerto de Montevideo.
Schiele, Javier Abdala, escultor
Schiele, Javier Abdala, escultor
Luego leo unas declaraciones de Astori, el vice del Pepe Mujica, que representa a la derecha en la izquierda, donde se muestra preocupado por las diferencias internas que hay en el FA, para este admirador del ALCA “las luchas por el poder, (cuando el que esta perdiendo poder es él), ponen en peligro la gobernabilidad”. Esta especie de Cobos con aparato, el Partido Socialista, apoya los megaoperativos policiales para ganarle “el combate al delito” y reclama “más eficiencia en la represión”. Cabe destacar, dice este cronista, que el oscuro personaje es uno de los que hizo fuerza para que Uruguay siguiera la política de los yanquis en la región. Y para no perder el hilo de la noticia, es un secreto a voces en Montevideo que Tabaré, el ex presidente que fue a pedirle escupidera a Bush por temor a que Argentina los invadiera va a ser el próximo candidato a presidente por el Frente y las encuestas ya lo dan ganador. En este caso cabe recordar que el ex presidente aseguró, luego del papelón que hizo al contarles a los alumnos del Opus Dei cómo paró la invasión de Néstor y su ejército de argentos, que se retiraba de la política. Leer y viajar es un disfrute, llevo conmigo el último libro de cuentos de Liliana Hecker, La muerte de Dios, que pienso saborear lentamente durante todo el viaje.
Al llegar a Rocha pasa lo que tenía que pasar, me falta la nueva habilitación de bomberos, quiero recordarles que a Cabo Polonio los únicos bomberos que llegan a apagar los incendios son los vecinos con baldes, y por lo tanto tengo que hacer un nuevo plano de mi casa, el que tengo hecho y aprobado no sirve a pesar de que no hice ninguna modificación, y además este nuevo trámite vale 500 dólares, y la madre que los parió, Rocha.
Maderitas, Roberto Piris
Voy a tomar un café con la idea de cambiar los planes, sigue lloviendo, vuelvo al diario, y en la página de espectáculos descubro que esa noche, en Montevideo pasan Pina 3 D, una película imperdible según mis amigos cinéfilos e increíbles según Sofi Grenada, bailarina, cronista y compañera de la radio. Y para colmo veo un reportaje al compatriota Gabo Ferro, que se presenta en la Sala Zitarrosa la noche siguiente. Cambié de canal, me fui a sacar pasaje, llamé a Roberto, artista plástico que pega maderitas una al lado de la otra y le va bien, y a su mujer, Mary, funcionaria jefa de la junta electoral de todo el Uruguay, mis amigos montevideanos que tan amablemente me reciben en su hermosa casa, y les dije que los invitaba a ver una película imperdible e increíble y luego a ver a Gabo, buen plan. Me preguntaron si ya la había visto y les dije que si pero no en 3 D, mentira piadosa, pero que deseaba verla nuevamente porque era lo mas y les adelanté que mañana teníamos que ir a ver a Gabo, que presenta nuevo disco del que habíamos escuchado un temazo el domingo en La otra.-radio. Para convencer a mis amigos para que me acompañen al cine, suelo mentirles, les aseguro que vuelvo a ver la película que les propongo porque es maravillosa y uso los argumentos que escuché a otros amigos confiables que la vieron. No me falló nunca.
Me subí al bondi de vuelta con el nuevo plan y dejé las habilitaciones en manos de mi hijo Nico que esta bueno que vaya conociendo a los amigos rochenses.
Vuelvo al diario: “El amor es violencia vital” es el título de la nota donde Gabo presenta “La aguja tras la máscara”, su último disco, el séptimo, creo. Y don Ferro va a fondo, como para que sepan quien es y lo que piensa, dice, “decir te amo para toda la vida y te soy fiel, no por una imposición sino porque mi cuerpo y mi mente así lo desean, es revolucionario para ciertas culturas posmodernas de hoy. Muchos apuntan a ser amantes de balcón cuando el cuerpo es un templo y no debería ponerse en una circulación tan barata”. Gabo es un pensador, músico y compositor de esos que necesitan que vos los escuches y mastiques lentamente sus ideas. El tipo reclama atención y vaya si lo logra, pero de eso hablaré mas adelante, cuando les cuente lo que fue ese recital a sala llena. Al final de la nota Gabo rebela el fundamento de este nuevo disco y me animo a decir, el motivo de su viaje, dice: “Para mi el amor es violencia vital, nos coloca y hace que coloquemos a los demás en un sitio de pugna, de tensión. No es inofensivo amar, ni el amor. Uno milita de la manera que ama, uno vive y hasta compra el pan a la mañana de la manera que ama. Con el crecimiento de cierta industria, el amor ha sido cosificado y pasó a ocupar el lugar de un objeto. Pero no se trata de eso, no debería estar domado, hay que temerle al amante. Uno es capaz de cualquier cosa por el amor verdadero y eso debería asustar.” Como para no ir a verlo.
Llego a Montevideo y mis amigos me llevan al Espacio Cultural Contemporáneo, una gran sala frente a la Plaza Independencia donde expone parte de su obra Javier Abdala, un artista plástico muy particular que en este caso muestra trabajos en madera que moldea con una pequeña motosierra logrando retratos enormes que van de Beethoven a Carlitos Chaplin. Además de la técnica lo que sorprende es la expresión que logra y por otro lado consigue que cada uno de los pedacitos de madera con las que arma su trabajo, se conviertan en una obra en sí misma cuando uno se acerca.
De la muestra partimos para el taller de Roberto Piris, mi amigo el artista. Debo decir que la obra de este montevideano me resulta muy difícil de comprender y por otro lado las figuras que logra me gustan mucho. Roberto es un tipo complicado, la obra lo deschaba, desgraciadamente para el, que ha conseguido venderles cuadros o piezas o como se llamen, a los japoneses y a muchos argentos de esos que visitan y compran bienes en José Ignacio o Punta del Este, la gente linda.
Del taller partimos rápidamente a la Sala Zitarrosa, nos espera Mary, funcionaria del estado uruguayo, jefa de la junta electoral y compañera del Piris, Gabo Ferro va a presentar La Aguja detrás de la Máscara, su última creación.
Patricia Kramer
Debo decir que me gusta ver a los músicos argentinos tocar en Montevideo. Disfruto y se me hincha el pecho cuando veo al público asombrado que se rompe las manos aplaudiendo. Espero que esta noche pase lo mismo y para eso invité a estos dos buenos amigos. La sala se llena, buena señal, y aparece una chica, Patricia Kramer, que se presenta como fan de Gabo y canta cuatro temas que arman un buen clima para recibir al plato principal. Vale la pena escucharla, tomo nota, miro las caras de aprobación de mis amigos, y en eso aparece el artista que protagonizará la pelea de fondo, Gabo Ferro.
Hay artistas que se imaginan el público para el que están actuando, cantando o exponiendo su obra. Lucrecia Martel, maravillosa y arriesgada directora de cine, dice que ella hace pausas en sus películas para que el público pueda pensar lo que va sucediendo, El Príncipe, uno de los más grandes músicos del Uruguay, pretende un público inteligente, sensible y entregado y Gabo dice algo similar a lo que pretenden estos dos grandes artistas. Ve a su público como “alguien que no es un consumidor de música sino que busca algo que lo sacuda. Que no se queda con lo que le tiran los medios masivos de comunicación sino que está con esa inquietud e insatisfacción que tiene sólo quien busca música, que sabe escuchar. El consumidor se conforma con lo que le tiran, con canciones para caminar para correr, para el gimnasio. Yo no escribo para ellos. Con la gente que viene a mis conciertos estamos de par a par.”
Quien pretende ser escuchado con atención, entrega, sensibilidad e inteligencia, es porque esta seguro que tiene algo importante para comunicar, no me cabe duda.
Y Gabo tiene mucho para decir, desde el arranque. “Lo que te da terror te define mejor, no te asustes, no sirve, no te escapes, volvé, volvé, tocá, miralo dulcemente esta vez, que hay tanto de él en vos, pero hay más de vos en él “, dice el tipo deschabando cual es su mayor pretensión o interés o eso que yo entiendo cuando lo escucho cantar.. Creo que este hombre me esta ayudando, que es un inventor de bastones que el público se llevará para poder apoyarse en el camino de la vida.
Mis amigos escuchan el tema y me miran sorprendidos, yo pienso que los autores que alguna vez son capaces de escribir cuatro líneas como estas son los más grosos, los que uno espera, los que te ayudan a comprender. Pero don Ferro tiene más, y canta sin parar durante dos horas. Sólo se queja de aquellos periodistas que no entienden y le preguntan porque no escribe canciones alegres, esos boludos que no entienden la alegría que supone para los que lo escuchamos, descubrir la verdad en una canción. Hay un tema de Ferro que parece ser escrito para ellos, ese que dice, “¿Por qué no llorar un poco, vos que vas bailando tanto? Llorá bien, abrí los ojos y después seguí bailando. No te pido que te amargues, me estás entendiendo mal. El apetito no es hambre y moverse no es bailar.”. A los quince minutos este gran cantante se adueña del aire de la sala, el tipo maneja la respiración del respetable hasta el cierre, donde canta, “Dios me ha pedido un techo, Dios me ha pedido un beso, Dios me ha pedido un padre”, aplaudido sin parar por un público feliz de haberlo visto y oído.
Mis amigos están encantados, no entienden como no conocen a nadie en la sala, dicen que en Montevideo todos se conocen, y quieren salir a comprar todos los discos que puedan, consiguen dos y al llegar a la casa no parar de escucharlos, quedaron “engabados”.
Al otro día todo se resuelve, me renuevan la residencia, me dan una cédula de identidad nueva, mis amigos me invitan a un asadito y a la noche, antes de volver , vemos Pina, 3 D, una película tan buena como el impecable recital de anoche. De madrugada, de madrugada, con el rocío brillando al sol, amanecí en el Buquebús llegando a Buenos Aires.
Mañana, domingo 15 de enero, Gabo Ferro presenta La aguja tras la máscara en el Konex, Sarmiento 3131, a las 20 horas. No se lo pierdan, no hay muchos como este.