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Charly, Los Natas, Valle de Muñecas, Intoxicados

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Encuesta: música argentina del siglo xxi- Los porqués 1



Después de haber publicado la lista de los artistas más votados en nuestra encuesta sobre la música argentina del 2000 hasta hoy (encuestas en la que participaron 301 personas vinculadas a la música), estamos empezando a editar textos individuales referidos a cada uno de esos artistas, escritos especialmente para completar esta consulta. En el blog Un Largo y en La Música es del Aire se están publicando estos textos en forma simultánea. He aquí fragmentos acerca de los artistas que ocuparon los puestos 14 y 15 de esta encuesta:


Charly García

por Oscar Cuervo

En 2002, cuando casi todos desesperábamos de él, Charly nos ofrece un disco: Influencia, y en el centro del disco un tema, “Influencia”, que curiosamente él no compuso, sino extrajo de algún rincón de su caótica memoria pop. Una pieza de Todd Rundgren olvidada por todos a cuya versión original, según Charly, le faltaba producción. Y vaya si tenía razón. El modo de apropiación que lleva a cabo sobre este material ajeno es un gesto de genialidad asombrosa. No hay quizás otra canción más Charly García que esta que él no compuso. La traducción de la letra es de una elegancia insuperable, cada palabra calza no solo en la métrica, en los acentos y en el sentido, sino que también funciona como la más ajustada autoconsciencia que él podría haber plasmado. La versión concisa y serena de los años que Charly vivió en peligro. En “Influencia” (la versión), traduciendo a Rundgren, se traduce a sí mismo para el público terráqueo, con mucha mayor precisión que la que ningún observador externo podría lograr. “Debo confiar en mí,/ lo tengo que saber/ pero es muy difícil ver/ si algo controla mi ser./ Puedo ver y decir y sentir mi mente dormir/ bajo tu influencia.” Los ojos enrojecidos de su primerísimo primer plano en el arte gráfico del CD logran con elementos mínimos reforzar la connotación demoníaca a la que alude la letra. El tratamiento sonoro de la canción es límpido, con apenas el esqueleto rítmico y armónico y, bien adelante, la voz de una vulnerabilidad que el original simplemente desconocía. Ese registro vocal expone una desnudez documental que desafía los límites de un género, el pop, que suele preferir vestuarios y maquillajes. (Completo acá).



Los Natas


V8 edita en 1983 Luchando por el metal, el big bang de todo lo que nos gusta. Casi dos décadas después Los Natas hacen de Corsario negro su “Luchando contra el metal”, un disco con el que se meten de guapos al ring del heavy y le hacen frente a todo lo que se venga con técnicas poco convencionales. ¿Consecuencias? Por un lado la acción: una nueva concepción de lo agresivo, que engendraría un público y pariría una escena, además de darles margen para estirar el género hasta lo irreconocible en el doble interestelar Toba trance (2004) y luego rebotar con el uno-dos al hueso, crudo y riffero, de El hombre montaña (2006) y Nuevo orden de la libertad (2009). Y por otro la reacción: mucho cabezón escupiendo bilis por un despiste que ni el caudillo Iorio pudo apaciguar grabando con ellos nada menos que “El ass de espadas” de Motörhead. (Completo acá).



Valle de muñecas


El rock local necesitaba buenos músicos dedicados a hacer buena música. Cuando Manza, Lulo, Mariano y Fernando aparecen en escena se nota que tienen todo bien preparado. Sin anuncios ponen a correr la primera canción potente, una sucesión de acordes bien enfocados. La banda construye los momentos sin dudar, comprometidos con el plan de sonar tan prolijos como si estuvieran grabando un disco en vivo. Con las primeras notas todos revelamos nuestra capacidad de ejecutar algún instrumento ilusorio sobre el aire. Surgen movimientos poco coreográficos, no se hace pogo, tampoco hay danza, sino una sincera expresión corporal en tono rítmico. Acompañamos las letras con poco grito, cantando hacia adentro en rostros de placer o sufrimiento, según corresponda al argumento que se recita. Si estamos sentados, hay un impulso que nos pone de pie. Si estamos parados, el suelo se nos despega un poco de los zapatos. Somos un público cuya principal actividad es la escucha. Todo lo demás nos sucede sin querer. (Completo acá)



Intoxicados


Si bien en sus últimos dos discos Viejas Locas abrió el juego hacia algunos ritmos que eludían los mandatos sagrados del rock stone, la expansión artística que pretendía Pity [Alvarez] recién se vio correspondida con el nacimiento de Intoxicados. Sin el conocimiento ni la sofisticación de otros grandes autores vernáculos, Pity pasó de nivel a través de su admirable curiosidad y extendió la frontera de sus limitaciones incursionando en los géneros mestizos del post punk: al rock cuadrado de su antigua banda, le agregó reggae, funk, hard rock, punk, hip hop, electrónica conurbana, baladas de puro rock nacional y ritmos norteños. No es casualidad entonces que en sus canciones se mencionen tantos géneros: “me gusta el reggae cuando quiero dejar bien claro mi mensaje”; “él es James Brown, el rey del funk”; “chicos intoxicados por el rock and roll”. Aunque más que el molde genérico, lo que siempre atrajo de Pity fue cierta habilidad para idear letras en el borde mismo de la brutalidad y la ternura haciendo de una pequeña gama de recursos un mundo propio y reconocible en el que cabían perros, porros y Carl Sagan. (Completo acá)

En los próximos días seguiremos publicando más textos.

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