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El laberinto de la derecha: Clarín trae malas noticias, pero no se hace cargo

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La derecha acusó los dos golpes recibidos en este fin de semana otoñal: el domingo una contundente lluvia de votos en las PASO de la provincia de Chaco, de la mano de una de las figuras del kirchnerismo que Clarín puso más empeño en demoler: Jorge Capitanich, el candidato a intendente de Resistencia, gobernador saliente y ex-Jefe de Gabinete nacional, a quien Jorge Lanata dedicó varios programas difamatorios el año pasado, sin haber logrado más que potenciarlo electoralmente en su provincia. Capitanich sacó casi 2/3 de los votos en tándem con el candidato a sucederlo, Domingo Peppo, enfrentando al rejunte de toda la oposición: el PRO, la UCR, el massismo, Stolbizer, la Carrió y hasta Victoria Donda se encolumnaron detrás de la candidatura de Aída Ayala, que sacó un poco más de la mitad de los votos del FPV. Semejante paliza electoral viene a derrumbar el mito de que el kirchnerismo ha venido venciendo durante años por el hecho de que la oposición no se juntaba. Un motivo adicional para la humillación opositora es que el ejecutor de sus aspiraciones ha sido Capitanich, un político que en los últimos años se mantuvo leal a Cristina contra todo cálculo prudencial. Ni siquiera les queda la escapatoria de resaltar, como en el caso del salteño Urtubey, otro triunfador reciente del FPV, supuestos gestos de distanciamiento del electo gobernador respecto de la Rosada, gestos relativizados por la participación de Urtubey en el multitudinario acto del lunes 25 en Plaza de Mayo.

Y precisamente la otra noticia que sacudió al Círculo Rojo es la multitud convocada el lunes en apoyo a Cristina. No existen precedentes cercanos de un jefe de estado saliente que goce, después de tantos años de un gobierno desgastante, de semejante apoyo popular. La Plaza reventaba de gente, con una densidad por metro cuadrado y un desborde por las calles adyacentes que hace muy difícil calcular el número exacto de asistentes. Pero puede decirse que los dos últimos actos, el del 1 de Marzo en Congreso y este del lunes, están entre los más grandes de estos años kirchneristas. En ambos casos, la multitud se componía en mitades casi iguales de militantes movilizados orgánicamente por las diversas agrupaciones que integran la coalición oficialista y una masa de adherentes inorgánicos que concurren por las suyas. Los sectores movilizados pertenecían ostensiblemente a la amplia base social que viene apoyando al kirchnerismo. La movilización confirma lo que decían las encuestas sobre la alta imagen positiva de Cristina. Este respaldo popular hace trizas las gastadas teorías del pato rengo y del poder que se esfuma cuando se acerca el fin del mandato. También explica el alineamiento de todo el arco territorial del peronismo, que no regala lealtades si el liderazgo no se sustenta en apoyo popular. Si los intendentes y gobernadores, cada uno en la medida de sus posibilidades, movilizan para un acto así a pocos meses de un fin del mandato, es porque gustan salpicarse del chapuzón de multitud que Cristina les ofrece. Esto vale también para la cantidad de recientes aliados que el Frente Renovador viene perdiendo a un ritmo vertiginoso, para distanciarse del derrumbe político del massismo y vo lver al regazo del movimiento peronista (Eseverry, Zuccaro y hasta el propio Facundo Moyano enfilan su vuelta hacia el FPV; y nada de esto parece ajeno a la contundente demostración de fuerza del lunes).


El Círculo Rojo tiene que dar a conocer de algún modo las malas noticias, para no quedar descolocado por la realidad y para intentar revertirla a partir de un diagnóstico más preciso que el que usualmente gusta propagar. Durante meses la "estrepitosa caída de la imagen presidencial" pretendió obrar como profecía autorrealizada: de tanto decirlo, esperaban convencer a la sociedad de que la caída política de Cristina era inevitable. Pero la realidad parece hoy tan distante de esas profecías que no solo les resulta imperioso reformular la comunicación para no verse burlados por la realidad.

Ahora la idea de que con la recuperación kirchnerista el FPV podría llegar a ganar las elecciones pretende usarse como predicción suicida: el recurso de informar una posibilidad alarmante para movilizar las voluntades que la eviten. Algo de eso quiso hacer De Narváez con su infructuosa convocatoria a unas PASO unificadas para toda la oposición. Lo de De Narváez puede haber sido la súplica desesperada antes de levantar campamento. Esto se explica porque él ponía la plata en la campaña del FR: intentó, mientras pudo, convencer a toda la derecha de la conveniencia de que el macrismo y el massismo se unieran detrás de su candidatura, pero esta maniobra hoy resulta imposible. Entonces, prima su prudencia empresaria antes que su ambición política; ante el desbande massista el colorado baja su candidatura en cualquier momento, preludio quizás del anuncio de la bajada del propio Massa.

A propósito, la estampida que está vaciando al Frente Renovador es uno de los espectáculos más penosos de la política argentina de las últimas décadas. Quien en las elecciones de medio término de 2013 parecía ser el político más astuto del país, terminó por ser un pícaro de poca monta, incapaz de preservar el capital político que recibió en aquellas elecciones, fruto de los errores del kirchnerismo. Massa se sintió el hombre providencial antes de tiempo, confundió defectos ajenos con virtudes propias y no fue capaz de conducir la coalición de intendentes bonaerenses que hoy lo abandonan sin piedad. Mal podría entonces conducir el país. El Círculo Rojo lo usó para derrotar a Cristina y él no tuvo la lucidez necesaria de apuntalar su construcción política diferenciándose de la línea que le bajaba Clarín. Si algo parece demostrarse en estos años es que Clarín ha consumido el potencial de todos los políticos de los que se valió para mellar al gobierno. Uno de los cambios que se imponen en el próximo período es la remoción de los mariscales de la derrota corporativa, desde Magnetto hasta las figuras mediáticas que se expusieron en defensa de intereses empresariales parecen haber dilapidado sus últimos restos de credibilidad. El Círculo Rojo también tendrá que resolver su interna y remozarse.

Mientras tanto, ellos también tienen que comunicar las malas noticias. Eso es lo que le tocó hacer ayer a Eduardo van der Kooy:

Dos luces de alerta para la oposición

La elección de Chaco dejó varias lecciones. Entre ellas, que no es suficiente un buen candidato para ganar.

Por: Eduardo van der Kooy
La oposición no tuvo buenas novedades el fin de semana largo. Se encadenaron dos episodios: las elecciones primarias en Chaco y la fastuosa celebración del 25 de Mayo, convertida por Cristina Fernández en un formidable acto de campaña. Una exhibición de maquinaria político-electoral oficialista que, tal vez, obligue a los opositores a repensar algunos de sus pasos en las semanas que restan todavía hasta el 9 de agosto, fecha de las PASO.
En uno de los casos, la votación en Chaco, la oposición unida (coincidieron Mauricio Macri, Sergio Massa y la UCR en el mismo espacio) pudo haber incurrido, a lo mejor, en una errada apreciación acerca del humor social imperante en la provincia del norte. En el otro, la fiesta callejera al influjo K, pareció reaccionar indignada, como si hubiera resultado víctima de una sorpresa. Las urnas suelen ser un refugio inviolable hasta que se abren. El más desprevenido sabía la utilización política que la Presidenta haría se la Semana de Mayo. Bueno será remarcarlo para que no existan desayunos tardíos: ese raíd presidencial recién concluirá, en este tramo, el 7 de junio cuando la mandataria sea recibida por Francisco en el Vaticano. Habrá que ver cómo se respeta el deseo del Papa para que esas citas no resulten explotadas por intereses políticos. (...)
La derrota opositora en Chaco tuvo para el año electoral un significado más tangible que el regreso kirchnerista a las calles con motivo de la Revolución de Mayo. Lo que pareció haber quedado en tela de juicio habría sido la premisa de que la unión de opositores sería un muro infranqueable para el oficialismo en cualquier territorio. Aquella premisa comenzó a ser edificada con la victoria de Alfredo Cornejo sobre el FPV en las primarias de Mendoza. Un candidato también respaldado por Macri, Massa y la UCR. (...)
Chaco pudo haber arrojado otra enseñanza. Cómo el PJ se alinea de modo casi automático cuando ve peligrar su poder. La provincia y el partido se desarticularon políticamente mientras Capitanich permaneció en la Casa Rosada. Su regreso respondió a dos causas: el fracaso personal y el riesgo potencial que representaba Aída Ayala, la intendente radical de Resistencia. Capitanich retomó la gobernación y fue a pelearle directamente el bastión a la mujer radical. Sobre ella acudieron además Macri y Massa. Cuando pase la elección general en la provincia (20 de septiembre) el ex jefe de Gabinete volvería a posicionarse –más allá del cargo– como indiscutido hombre fuerte. Quedaría al descubierto para la oposición que sería insuficiente para quebrar esos modelos con reunirse sólo en torno a una dirigente taquillera. (Completo acá).
Causa un poco de gracia el modo de Clarín de no hacerse cargo de su propia derrota. Toda una lección que los políticos opositores no parecen en condiciones de asimilar: el Círculo Rojo les dicta el guión, les señala la dirección, les ofrece la pantalla para que pongan la caripela, los reta cuando no se ponen de acuerdo, les exige unirse en listas únicas antiK; y cuando la estrategia fracasa les atribuye la responsabilidad de la derrota. Del acto del 25, lo que Clarín le reprocha a "la oposición" es no haber advertido "la utilización política" que el gobierno habría hecho de la Semana de Mayo, como si alguna advertencia al respecto pudiera haber impedido la imponente movilización. Y de la derrota sufrida por la derecha en Chaco, el Grupo borra con el codo lo que durante años escribió con la mano: ahora Clarín dice que no basta que toda la oposición se una detrás de un candidato para vencer al kirchnerismo. Lo que parece imponerse a partir del desbande de Massa es el alineamiento de toda la derecha detrás de una fórmula PRO pura, la línea defendida por Duran Barba. Si esto no les funciona, volverán a reprocharle a los políticos que se les subordina por no haberse juntado.

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