Scarface: "Don't Get High On Your Own Supply"
por Oscar Cuervo
por Oscar Cuervo
Massa creció en 2013 por los errores de Cristina en la conducción política de la provincia de Buenos Aires. La Presidenta sobreestimó su 54% y muchos intendentes se sintieron ninguneados. Eso se combinó con un deterioro apreciable de las variables socio -económicas. Las elecciones de medio término suelen funcionar como expresión popular de demandas insatisfechas que produce la gestión del ejecutivo nacional.
Pero sobre todo se hizo notar la falta de política articuladora hacia la provincia, algo de lo que antes se encargaba Néstor, combinada con una errónea interpretación del significado del 54% de 2011. Eso generó un sordo descontento en el peronismo bonaerense y un deterioro de la coalición de gobierno.
Massa también malinterpretó el voto que recibió en 2013. Fue un primus inter pares pero se creyó ungido líder sucesor. Juntó intendentes descontentos con el manejo de la interna territorial por parte de Casa de Gobierno. Esos intendentes no eran sus conducidos, él no fue nunca su conductor. Siempre lo tuvieron como un semejante, quizás más atrevido que ellos por lanzarse a último momento como candidato a diputado en las elecciones de medio término compitiendo con el FPV.
Los intendentes que en 2013 se fueron con Massa nunca lo consideraron un conductor. Y no lo fue, incluso por incapacidad, como terminó demostrándose al cabo de un tiempo.
"Sin 2013 no hay 2015" le susurraron al oído, "presentate ahora, es tu momento". En el triunfo vecinal del Massa en 2013 estaba prefigurada su derrota 2015. Él abandonaría su gestión como intendente de Tigre, en la que hubiera podido mostrar logros durante estos dos años, y se eclipsó en una banca de diputado desde la que solo pudo exhibir su desprecio por la función para el que fue elegido.
Después de octubre de 2013, a Massa empezaron a hablarle al oído. Los del Círculo Rojo. Le dijeron: "ahora los peronistas van a correr en tu auxilio, esperá los garrochazos".
Antes de su triunfo en 2013 los interlocutores de Massa eran sus pares, Giustozzi, Eseverri, Posse, Otacehé, Guzmán... Los descontentos con Balcarce 50.
A partir de noviembre de 2013, con votos que no eran todos suyos, se sintió el heredero del peronismo y el interlocutor del Círculo Rojo. Hizo un mal diagnóstico de su propio éxito y no supo analizar los componentes heterogéneos de los apoyos que recibió. Confundió todo. Los intendentes que lo acompañaron no lo reconocían como conductor, los votos no eran para él, los garrochazos no llegaron.
El peronismo resultó complicado.
El garrochazo fue un invento con el que se entusiasmó el Círculo Rojo, a través de escribas como Asís o Pagni, incapaces de ver más allá de su cinismo o de sus ansias. Un relato.
En determinado momento, se empezó a hablar de un movimiento pendular del peronismo. Unos '90 neoliberales, un 2000 populista y ahora el péndulo volviendo, con Massa, hacia "la normalidad neo-con".
Massa y sus heraldos creyeron eso de "el peronismo gira 180° cada década" como si el kirchnerismo fuera producto de un golpe de azar o un mero acomodamiento a ráfagas meteorológicas.
Una serie de hipótesis infundadas: el giro copernicano, los garrochazos, la masa peronista que está disponible cada 10 años para cualquier cosa que pinte... Sumadas a un relato sencillo y despolitizado: que Néstor, "el recaudador del sur", impostó gestos para cautivar a una masa inerte y disponible.
La clave de esta posición política, que sostienen aún hoy no solo los escribas de la derecha, sino también algunos post-progresistas irónicos, es que el pueblo es esa masa inerte y disponible.
Massa lo creyó. Creyó que encabalgado en una masa peronista disponible podría proponer un paradigma nuevo, acorde con un cíclico cambio de viento. Pensó que al descontento de los intendentes del conurbano, sumado a las complicaciones de la economía y a la fatiga "natural" después de 10 años de kirchnerismo, podría sobreimprimirle otras consignas. Se le ocurrió que el camino más corto para un populismo de derecha afín al discurso instalado en los medios era el punitivismo. Que haciendo eje en la "inseguridad" podría contraarrestar el discurso "garantista" de Néstor y Cristina. Pensó que con la idea ramplona contra "los jueces sacapresos" podría orientar el giro de 180° que el peronismo presuntamente iría a dar.
Pero parece que el pueblo no es tan boludo como Massa y los que le hablaron al oído pensaron. El peronismo territorial tampoco mostró apetito por comer vidrio molido.
Massa no fue capaz de interpretar que nadie le dio un cheque en blanco. Que fue beneficiario de tensiones internas del FPV mal conducidas, que de ninguna manera propiciaban un movimiento pendular.
Tampoco entendió algo que el Círculo Rojo parece no querer entender. El kirchnerismo no es el relato en boca de una egomaníaca. Les cuesta acomodar a sus esquemas sencillos una movilización como la del 25 de mayo, por poner solo un ejemplo.
Cristina reescribe la historia en que está inserta, claro. Solo un gil puede no ver que Cristina ya está inserta en la historia.
Compárense los procesos de revalidación kirchnerista, luchando contra adversarios cada vez más poderosos, con el espejismo massista que duró un suspiro. Compárese una y otra capacidad política para domar al potro de la adversidad. Imagínense a Massa enfrentado intereses que quisieran condicionar un presunto mandato.
¿Quien está sinnceramente sorprendido hoy por la fortaleza de CFK o por la caída de Massa? Los Asís, Pagni, Morales Solá que consumen la merca berreta que venden a sus lectores. ¿O no están para nada sorprendidos? ¿Creyeron que sus relatos de estos años podrían volverse reales?
Ahora, como consuelo, recalculan, con la misma ligereza, y empiezan a vender ,"el peronismo se alinea con el presidente que venga". Merca barata. El pueblo inerte.