Es notable ver cómo los kirchneristas de facebook y algún blogger se despiden de la militancia cuando la interna no se resuelve como ellos quieren y se embanderan en el cualunquismo cool de House of cards. En estos años K hubo una vuelta de la política y también una moda. Y en esa moda muchos entendieron que formar parte de un colectivo es poner un banner contra Magnetto, o la fotito de Cristina y Néstor abrazados. Y ante el primer disgusto renuncian a la militancia y se van a ver House of cards.
Los sucesos de las últimas horas yo me los vi venir hace unos meses, cuando advertí el carácter que asumía la prédica antisciolista de Randazzo. El hombre no le habló nunca al argentino convenciéndolo de que podía ser un buen presidente. Le habló al kirchnerismo bannerista tratando de calentarle la cabeza para que no voten a Scioli. Ergo, no se proponía ganar las elecciones generales, sino que priorizaba mellar a Scioli y ganar en agosto. Para el día después de las PASO Randazzo no tenía propuesta, sólo confiaba con que ser "el candidato de Cristina" le bastaba para sumar y que, en definitiva, ganarle a Macri no era imprescindible, ya que habría cumplido con su sueño de ganarle a Scioli. Cuando cayó en la cuenta de que Cristina no iba a atar su liderazgo a la ambición personal de un tipo e iba a trabajar para que el movimiento nacional ganara, se portó como un novio despechado.
La prédica divisionista de los que preferían perder con Randazzo caló hondo en el bannerismo. Y hemos perdido dos días preciosos prestándole atención a un caprichoso que creyó que Cristina iba a poner su fortaleza política en la cuenta de un tipo sin otro proyecto que él mismo.
¿Cristina se valió de él para kirchnerizar a Scioli? ¿Se dio cuenta demasiado tarde de que Randazzo no da la talla para conducir un movimiento complejo y heterogéneo y gobernar un país tanto más complicado? Puede ser. Al menos se dio cuenta antes de que fuera demasiado tarde. Pero Randazzo se cayó sólo como una hoja seca la última semana de otoño, por su propio vacío político. No hay agrupación, sindicato, intendencia, gobernación ni militancia que salga a respaldarlo, porque él nunca pensó en formar parte de un colectivo.
Generó un ruido en el kirchnerismo más nocivo para la cohesión del movimiento que el daño que a esta altura puede hacer la propia derecha, que está boqueando. Insólitamente la derecha quiso operar a Scioli, el kirchnerismo lo blindó con Zanini y Clarín y La Nación terminaron encontrando a una figurita funcional en Randazzo.
Ahora veo mu difícil, dado los desplantes cometidos y el daño propio, que Randazzo llegue como ministro a diciembre. Incluso no lo veo deseable. Que se vaya.
Con él, se va el kirchnerismo de banners y facebook y algún bloguero renuncia a su blog (?). El movimiento cambia el pelo para seguir adelante.
Quiero terminar con algo que escribí hace un tiempo, cuando todavía abrigaba alguna esperanza en la sensatez de Randazzo y en el compromiso de los banners:
Consejo a los randazzistas: no hagan una campaña antisciolista, porque así pondrían a Scioli en el centro y renunciarían a una identidad propositiva. Hagan campaña mostrando lo bueno de Randazzo, para que gane el randazzismo y no el antisciolismo. Que el mensaje no sea "vótenme a mí para que no gane Scioli", porque eso sería rebajar su propia estatura política.
Un consejo ahora para todos los kirchneristas: no hagan campaña diciendo que el voto K es de Randazzo y que el voto a Scioli es voto opositor, o de la derecha, o de Clarín. Porque cuando se conozcan los resultados de las PASO le van a dar un argumento a la derecha, que va a tratar de contabilizar solo a los votantes de Randazzo como kirchneristas. Ojo, porque muchos kirchneristas van a votar a Scioli: no nos compremos una derrota al pedo. Si Randazzo hace unas muy buenas PASO y saca, pongamoslé, un 25%, no le demos argumentos a Clarín para que el lunes siguiente titule "Apenas el 25% es kirchnerista". Lo más inteligente que los kirchneristas podemos hacer es asumir que todos los votos del Frente para la Victoria son nuestros votos.