Habrá que estar muy atentos: vienen días interesantes en los que todos los actores políticos de la Argentina serán puestos a prueba: las diversas clases sociales, el gobierno, los partidos de oposición, las empresas de comunicación, los periodistas, los jueces, los sindicalistas.
Desde las ediciones dominicales de los diarios de derecha hasta la operación semanal de Lanata esta noche, la derecha golpista se apresta en estos días a poner toda la carne en el asador. El jueves será su día de gloria. Es posible que el gobierno anuncie en estos días algunas medidas resonantes. Pero los tiempos no corren igual para el gobierno que para la derecha golpista, bastante apremiada por el vencimiento de los plazos cautelares y la caída de varios jueces sponsoreados.
Es una disputa que se va a acentuar. La derecha golpista (la que no tiene candidato y solo apuesta a un acelerado deterioro de la legitimidad política de Cristina) tiene una mayor necesidad de destruir y de hacerlo en el menor tiempo posible. Por ello se ilusiona por presentar el cacerofacho del miércoles como una pueblada sin precedentes. Es una fuga hacia adelante. El gobierno tiene otros tiempos: los de la gestión cotidiana. De manera que sea cual fuera la convocatoria del cacerolazo, la mira tiene que estar puesta en otro lado: en gobernar para las mayorías populares (incluso para aquellas que en la coyuntura pueden no apoyarlo).
No se trata sólo del vértigo del conflicto trasmitido en tiempo real,sino de todo el tiempo por delante.
